Tengo una resaca monumental. Recuerdo que la borrachera se me pasó pronto, pero si a eso le sumas las escasas dos horas de sueño que hemos tenido, estoy con un humor de perros. Sí, después de follar también se puede tener mal humor. En mi caso, es por sueño. Y en cuanto me ruge el estómago, me doy cuenta de que también es por hambre.
- Necesito comer urgentemente - gruño mientras cojo la maleta.
- ¿Comemos algo por aquí o vamos al hotel?
- Por aquí.
Isaac y yo a penas nos hemos dirigido la palabra en los 20 minutos que llevamos despiertos. En cuanto nos apeamos del coche vamos a una cafetería de la misma estación y pedimos dos cafés bien cargados y cruasanes. Me tomo un ibuprofeno con el café e intento revivir lo antes posible.
- ¿Estás bien? - pregunta Isaac.
- No especialmente. Me duele la cabeza muchísimo y necesito dormir más.
- Yo también lo necesito. Creo que deberíamos ir al hotel y hacer turismo después más tarde.
- No sé si es una locura dormir cuando tienes una cuidad que conocer, pero es que creo que voy a estar fatal si nos pegamos una caminata ahora.
- ¿Taxi o bus?
- ¿El hotel está muy lejos?
- Sí, a unos 40 minutos en autobús según el mapa.
- ¿Y en coche?
- Aqui pone que 27 minutos.
- Pues taxi. Yo invito.
- ¡Anda ya!
- Sí, la prisa es mía.
- Es de los dos.
Paramos un taxi y le damos la dirección del hotel. El taxista no habla ni papa de inglés, ni mucho menos de español, por lo que tenemos que hablar con él en alemán. Yo sé algo por mi familia, pero a esas horas y con lo espesa que me he levantado, me resulta muy tedioso.
- Ostras, no recordaba que el de aquí era un albergue - dice Isaac cuando me ve sorprendida.
- ¿Los albergues no tienen habitaciones individuales?
- Algunos sí, no sé cómo será este.
- Pues a ver qué nos encontramos.
Evidentemente no nos podía salir todo bien. Cuando nos dan la llave de la habitación resulta que es para cuatro personas. Más pequeña que la última vez que estuvimos en uno, pero aún así es compartida. Hay un señor durmiendo en una de las camas. Es muy gordo y ronca como un tractor. Miro a Isaac con cara de pena y tras dejar las maletas junto a nuestra litera, nos tumbamos en las camas.
- Madre mía, así es imposible dormir - le digo.
- Ponte los auriculares, yo voy a hacerlo.
- Tienes razón, es buena idea.
Pongo música relajante es Spotify y antes de que termine la primera melodía estoy dormida. Por suerte, había puesto la alarma antes de caer rendida y a la una de la tarde, suena estrepitosamente.
- ¡Hora de levantarse! - digo poniéndome en pie.
- No, me niego - lloriquea Isaac.
- Venga, el de los ronquidos se ha ido - anuncio -. Si tenemos suerte habrá dejado la habitación, no hay bártulos por ahí.
- Ojalá.
Después de que Isaac remolonee todo lo posible en la cama, consigo llevármelo a rastras a la calle. Hemos dejado las maletas en una especie de armario con llave y ya podemos salir tranquilamente. Vuelvo a tener hambre, el cruasán de las 8:30 de la mañana ya está digerido, por lo que mi cuerpo vuelve a pedir gasolina.
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ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6