79

5 0 0
                                    

ASIER.

No esperaba este cambio de planes tan repentino, la escuela ha mandado un correo a todos los alumnos para presentarnos allí mañana. Mi idea era esperar hasta el día 3, pero por alguna razón, nos piden asistencia un día antes. No quiero dejar solo a papá con el restaurante, pero es algo que tenía que pasar. Dudo que un día de diferencia cambie algo.

Pienso constantemente en Alma, la conversación que tuvimos en fin de año fue demasiado fría. No sé qué se le estará pasando por la cabeza en estos momentos. Me tiene loco. Si no se hubiera ido, podríamos haber hablado las cosas y hacerlo bien, darle el tiempo que necesitase y pasar estos días juntos. ¡Joder! Tengo la impresión constante de que la estoy perdiendo.

- Ruth, mi coche sale mañana del taller, pero por la tarde - aviso a mi hermana.

- Vale, yo lo recojo, no te preocupes. ¿Has encontrado vuelo?

- Sí, y es carísimo. Pero no me queda otra. Con esta mierda de adelantar el viaje un día, no puedo irme en coche - la noticia me ha descuadrado toda las ideas.

- Bueno, la próxima vez que vengas, ya te lo llevas.

- Sí, mi idea es venir a final de mes como muy tarde.

- ¿Y cómo te mueves por allí?

- En autobús o con alguno de los chicos, Andrea e Irati si tienen coche.

- Menos mal.

- Ya he avisado a Irati para que me recoja en el aeropuerto, llego a las 9. El vuelo es muy temprano.

- Yo te llevo al aeropuerto.

- Papá me dijo que me llevaba él antes de irse a trabajar.

- Como queráis.

Casi trescientos euros me ha salido el vuelo por la maldita urgencia. Por suerte, en mi último viaje dejé muchas cosas allí, así que no necesito facturar ninguna maleta y consigo prepararlo todo muy rápido. Son las cuatro de la tarde y me debato entre llamar a Alma o no hacerlo. Le he mandado unos mensajes, pero no me responde. Finalmente, después de esperar respuesta durante un rato, decido hacer una videollamada con Isaac. Él me lo coge al instante.

- Eh, ¿qué pasa, tío? - Saluda.

- ¿Cómo vais?

- Genial, ya estamos en Alemania. Hemos conocido a unos malagueños y están enseñándonos la cuidad. Mira -. Me hace una panorámica de la calle por donde están. Es bonita, y el sol refleja en los coloridos edificios.

- ¡Qué bien! ¿Está Alma por ahí?

- Sí, espera, ha entrado en una tienda con Pilar, la mujer que está con nosotros.

- No, no. No la llames, déjalo - musito -. Sé que no quiere hablar conmigo.

- No creo que no quiera, Asier, pero se está tomando el tiempo que necesita para estar bien - hay algo raro en las palabras de mi amigo, es como si dudara de ello tanto como yo.

- Bueno, a mí me está volviendo loco. Por suerte estás ahí, para ayudarla.

- La veo mucho mejor, seguro que pronto habláis.

- En cuanto a eso, finalmente vuelo mañana a Bilbao, han convocado una reunión por la mañana y debo asistir.

- ¿No te ibas en coche?

- Sí, pero sigue en el taller, lo recogeré cuando venga a final de mes.

- Vale. ¿Estás bien? Te veo preocupado.

- Sí - dudo -. Bueno, no sé. Todo lo de Alma, el restaurante, retomar las clases... Es un poco agobiante.

- Lo entiendo, yo estoy en una encrucijada también, no sé qué haré cuando vuelva.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora