66

7 0 0
                                    

No me puedo reír más con Isaac, es todo un payaso. Hemos estado jugando a adivinar películas entre los dos y hasta se ha caído intentando imitar a los Hobbits del Señor de los Anillos. Entre botellines de cerveza y paquetes de frutos secos van saliendo temas de conversación.

- Alma, no insistas – me dice cuando no paro de preguntarle si hay que le guste ahora. – No hay nadie.

- Es que no me lo creo.

- Cuando bebes te pones muy pesada, eh.

- Eres guapo, tienes buen físico en general, eres simpático.

- ¿Algo más?

- Sí – me quedo pensativa. – Eres un gemelo malvado.

- Y tú una pelirroja inaguantable.

- Pues ya no me puedes descambiar, se te ha pasado la garantía – Isaac se echa a reír y me contagia. – Entonces no me vas a contar nada de tu vida amorosa, ¿no?

- Es que no hay vida amorosa, Alma.

- ¿No follas, o qué? – me mira sorprendido por la pregunta.

- Claro que follo.

- ¿Con quién?

- Pues mira, la última vez fue al poco tiempo de llegar a Sevilla.

- ¡Y no me lo has contado!

- No hay nada que contar, idiota.

- Seguro que sí. ¿Quién es ella?

- Uf, eres muy pesada. Una chica de una discoteca.

- ¿Hay foto? Quiero verla.

- Espera que te la busco – y me enseña su perfil de Instagram.

- Rosana – digo. – Es guapa. ¿Soléis quedar mucho?

- Solo la vi una vez, medio borrachos y acabamos en el coche. Fin de la historia.

- Asier me dijo que ibas muy de flor en flor.

- Qué amable mi amigo – ironiza. – Antes sí, pero hace tiempo que no.

- ¿Desde la chica de Inglaterra?

- No – musita.

- ¿Entonces? – Clava sus ojos del color del hielo en los míos.

- Yo que sé. ¿Y tú? – pregunta. – A parte del capullo ese y Asier, habrás tenido algo más.

- Mi currículum es malísimo.

- A ver, cuéntame.

- Por ejemplo, el tipo de antes de Asier, se llamaba Álvaro, quedé un par de veces con él para tomar algo y cuando la cosa se puso caliente... - me hago la interesante.

- ¿Qué pasó?

- Gatillazo.

- ¿Qué diceeeeees? – y empieza a reírse a carcajadas, casi tira la cerveza.

- Joder, no te rías – me quejo. – Fue un fracaso absoluto.

- Tendría un mal día.

- Eso le dije yo, pero no quiso hablar más conmigo.

- Pobre.

- Tampoco me gustaba mucho, pero es verdad que me dio apuro. Se le veía agobiado ahí en el coche haciendo esfuerzos.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora