43

7 0 0
                                    

Estoy muy nerviosa, hace muchos meses que no veo a la doctora Pedraza y no sé bien cómo va a salir la sesión. Mi idea principal es hacer terapia una vez por semana como la última vez, pero me pondré en sus manos para que sea ella quien determine qué es mejor para mí.

- ¿Alma? Pasa – anuncia desde su despacho cuando un hombre mayor y corpulento sale de la consulta.

- Buenos días.

- Me alegro de verte, Alma. ¿Cómo estás?

- Eh... - dudo. – No sé muy bien cómo estoy.

- Vale, empecemos por el principio entonces.

Se acomoda delante de mí, en un sillón orejero color salmón, mientras yo me acomodo en un sofá de dos piezas en tono beige. La consulta siempre me ha parecido acogedora. Tiene una gran alfombra que mezcla los tonos salmón, blanco y beige, una mesita de café en medio y las paredes están pintadas de blanco. En la parte derecha podemos ver su escritorio con todo lo necesario y sus titulaciones y diplomas colgados detrás. Frente al sofá hay una gran estantería de libros, aunque no hay demasiados tomos, casi todos son de comportamiento y técnicas de psicología.

- En realidad, llevaba mucho tiempo bien, Sonia, pero últimamente se me ha desestabilizado todo, no sé cómo he llegado a esto.

- ¿Qué crees que ha sido el detonante de este cambio?

- He estado conociendo a gente nueva, especialmente a un chico... - pienso bien qué voy a decir. – Y yo pensaba que estaba bien.

- Pero, ¿por qué dices que ya no lo estás? – insiste.

- He tenido un encontronazo con mi ex – su expresión no cambia.

- Sí, recuerdo a tu ex, fue el motivo de tus últimas visitas.

- Exacto.

- Vale, cuéntame qué ha pasado con él.

Cojo aire y empiezo. Ella me mira y hace anotaciones en su libreta. Asiente y espera pacientemente cuando yo necesito hacer algunos descansos. Se me pone un gran nudo en la garganta mientras vuelvo a relatar los acontecimientos de los últimos días.

Venir al psicólogo no es como contarle tu vida a tus amigos, los profesionales no gritan, no se enfadan, no ponen caras raras... Los profesionales sólo escuchan, te dan pie a hablar abiertamente sobre el tema y preguntan cómo te sientes al respecto. Me gusta, es decir, no hay juicio en la conversación. No me siento mal, ni me siento acusada o juzgada, simplemente hablo de mis sentimientos, mis emociones y mi experiencia. Sé que Sonia no va a pensar mal de mí, sólo va a tratar de ayudarme de una forma profesional.

Lloro. No puedo evitar llorar al revivir todo lo sucedido la noche de Héctor. Es angustioso que me cueste tanto expresar con palabras lo que ha pasado y cómo he sido yo la que lo ha propiciado todo. Veía las señales desde lejos y aun así decidí ignorarlas.

- ¿Por qué lo hice, Sonia? – sollozo.

- Porque necesitabas hacerlo, tu mente necesitaba creer que algo había cambiado.

- En el fondo sabía que no era así.

- Tomaste una decisión visceral y seguiste adelante con ella.

- Soy horrible, ¿verdad?

- No lo eres, Alma, eres humana – revisa sus anotaciones y añade - ¿has denunciado?

- No – susurro entre más lágrimas.

- Eso también es una decisión tuya – casi hubiera preferido que me dijera que soy gilipollas.

- Necesito superarlo.

- Y lo harás, pero llevará tiempo.

- ¿Qué hago con Asier?

- Eso no puedo decidirlo yo. Dependerá de ti y tus necesidades.

- Pero quiero estar con él.

- Pues lucha por eso bueno que crees que te aporta.

- Está bien, aunque no sé cómo hacerlo.

- Trabajaremos juntas.

El resto de la hora seguimos hablando de mis sentimientos. Le cuento cómo me siento cuando Asier se acerca demasiado, le explico todo lo que recuerdo de las pesadillas y la necesidad constante de bañarme porque me siento sucia. Me dice que es normal y que irá pasando conforme vaya superando barreras. Por último, me manda unas tareas para hacer durante la semana y nos despedimos con una cita para el jueves siguiente a la misma hora.

Salgo de la consulta con los ojos hinchados de llorar, pero con un poco menos de peso sobre los hombros. Creo que me queda un largo camino por delante.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora