Al llegar a casa leo todos los mensajes que tengo y los respondo. Unos son de Asier, proponiéndome irnos mañana al campo con los perros a hacer una caminata. Como es sábado y lo tengo libre, acepto. Otros son de Isaac, que parece que necesita hablar. Lo llamo.
- Hola
- Hola, Alma. ¿Qué haces?
- Acabo de llegar a casa, ¿y tú?
- Estoy muy aburrido. ¿Es muy tarde para quedar un rato?
- No, qué va. Tengo que darle una vuelta a Pongo. ¿Nos vemos en la plazoleta?
- Vale. Tarde 10 minutos.
- Genial.
Cuelgo. No sé qué querrá. Es un poco raro, no tenemos la suficiente confianza para quedar los dos a solas. Realmente eso es una estupidez, nos estamos haciendo amigos y, lo más normal del mundo, es quedar un rato. Aunque sea a solas. Llego a la plazoleta con mi chándal gris de estar por casa, y una sudadera enorme también gris. Debajo llevo varias capas para no pasar frío.
- Hola, pelirroja – saluda Isaac desde un banco.
- Hola, gemelo malvado.
- Ja, ja, ja. Esa es buena. Tendré que mejorar el "pelirroja" – hemos cogido, sin querer, la costumbre de ponernos un mote cada vez que nos saludamos. Él suele recurrir al "pelirroja", sin embargo, yo el otro día lo llamé "caminante blanco". Sus ojos me recuerdan a los zombis de Juego de Tronos.
- ¿Y esto de llamarme a altas horas de la noche para salir?
- Tía, mi hermano se ha ido. Estoy amargado en casa.
- Ah, pensaba que te pasaba algo.
- ¡Qué va! Pero todo el mundo estaba ocupado hoy. Has sido mi salvación – y hace una cómica reverencia.
- ¿Cómo está Eric?
- En una nube de flores y arcoíris con su novio.
- Ya. Me lo imagino – me echo a reír.
- Asier me dijo que el otro día tuvisteis una cita, con sus velitas y todo.
- Sí... - me siento un poco mal, se supone que yo le gusto.
- ¿Y bien?
- Genial, lo pasamos muy bien.
- Ohh... ¿Ya has probado las cositas que hace mi amigo?
- ¿Qué dices? – me sonrojo.
- Me refiero a la comida, malpensada. ¡Uy, qué mente más sucia!
- Jo, es que ha sonado fatal – me avergüenzo. – Eres tonto.
- Eso ya lo sabemos todos.
- Yo estoy descubriéndolo.
- Te acostumbrarás.
Dejo a Pongo que de una vuelta sin correa a su aire y me siento junto a Isaac en el banco.
- ¿Cuándo te vas?
- ¿Ya te quieres deshacer de mí?
- No, Isaac. Es simple curiosidad.
- Pues voy a alargar un poco la estancia. He llamado a la facultad donde hago el máster y me permiten dar un cuatrimestre online.
- Eso es genial, me alegro. ¿El máster es de dos años?
- Sí, ya estoy acabando. Y por un convenio de la universidad tenemos casi asegurados los puestos de trabajo.
- Entonces, ¿te quedas en Inglaterra?
- Pues no tengo ni idea.
- ¿Pero no dices que... - me corta.
- Sí, lo que no sé es si aceptaré. Echo de menos vivir aquí y Eric tiene claro que sí se mudará a Escocia con Patrick – se le nota taciturno.
- Estáis muy unidos... - asiente. - ¿Es verdad lo de la conexión de gemelos? Yo tengo unos primos mellizos y según dicen, algo sí que sienten del otro.
- Es brutal, Alma. Casi magia.
- ¡Vaya, qué guay!
- No creas, a veces es angustioso. Recuerdo una vez, en el colegio. Yo me quedé en casa porque me encontraba muy mal. Estaba enfermo con varicela y eso es muy contagioso.
- Sí, es cierto.
- Pues Eric tuvo problemas de bullying por esa época. Lo llamaban "niña" y "mariquita". Creo que me pelee con medio colegio. Tendríamos unos 11 años.
- Por Dios, qué niños más crueles.
- Ya sabes, con esa edad... - sí, lo sé. – Total, que yo sabía que algo malo estaba pasando. Llamé a mi madre corriendo y llorando. Le dije que necesitaba ir al colegio, pero se negó. Estaba malo con fiebre y me picaba todo el cuerpo de la varicela. Al rato, nos llamaron porque a Eric le habían dado una paliza y tenía la nariz rota de un puñetazo.
- ¡No puede ser!
- Pues sí, lo es. Todo salió bien y mi madre denunció a un grupo de niños. Tardaron muchas semanas en demostrar lo que había pasado, pero finalmente los expulsaron del centro. Eran cuatro chicos de último curso. No los maté porque no me dejaron, me tenían vigilado todo el tiempo para que no fuese a por ellos.
- Pobre Eric, con lo bueno que es. Ningún niño se merece que le hagan eso.
- Todo cambió cuando entramos en el instituto. Mis primos estaban allí e hicimos grupo con los "mayores".
- Asier entre ellos.
- Exacto.
- ¿Cómo era de adolescente?
- Una de las mejores personas que conozco, Alma. De verdad. Incluso con lo que pasó, pudo salir del pozo pronto.
- ¿Lo que pasó?
- Sí, lo de su madre.
- No se nada de eso, ¿qué pasó?
- Pensaba que te lo habría contado – dice. – Creo que no soy quién para decírtelo. Es algo bastante personal.
- Bueno, cuéntame algo. Me dejas preocupada.
- No, es mejor que le preguntes a él.
- Está bien – lo dejo estar porque entiendo que su amigo no quiere hablar más de la cuenta, pero me quedo con muchísima intriga.
Me meto en la cama y no dejo de pensar en las palabras de Isaac, me ha pedido que si decido preguntarle lo haga con tacto. No es un tema fácil para Asier y cree que, si no me lo ha contado, es que no está listo para hacerlo.
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ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6