No cometo el error de ayer y como mucho menos, para poder salir a almorzar luego por ahí y ver la cuidad sin que me duela el estómago todo el día.
- Me voy a la ducha – anuncio al entrar en la habitación.
- ¿Te acompaño?
- Isaac, quizás deberías aliviarte un poco cuando te duches tú, a mí no me importa.
- ¿Perdona? - pregunta sorprendido.
- No sé, no paras de tirar comentarios y creo que estás un poquito necesitado – me mantengo seria aguantando la carcajada que está a punto de salir de mi boca.
- Oye, pues no es mala idea, quizás lo haga – me calva los ojos en el culo. – Pensando en ti, ¿vale?
- ¡Qué cosas más bonitas me dices!
- Has empezado tú – dice descaradamente.
Y frente a esa lógica aplastante, no puedo rebatir. Me meto en el baño con todas mis cosas para salir ya vestida. Después de los comentarios de Isaac, lo último que me apetece es pasearme en toalla por la habitación. En cuanto el agua caliente cae sobre mí todos los músculos de mi cuerpo empiezan a relajarse. Hago leves estiramientos mientras me voy limpiando. Sonrío por la conversación que acabamos de tener y noto que todo mi cuerpo se está empezando a calentar. No solo por el agua que cae sobre mi piel desnuda, sino por una sensación que llevaba tiempo sin tener: deseo. Dejo que ese deseo fluya, no quiero hacer nada para frenarlo. Me hace sentir viva y, realmente, no estoy pensando en nada ni nadie concreto. Solo me dejo llevar por él. Lo echaba de menos. Pero no hago nada, no puedo. En cuanto empiezo a acariciarme la imagen de Héctor metiendo las manos en mi ropa interrumpe esa paz que empezaba a sentir. Soy consciente de que aún no es el momento. Cojo la esponja y le echo más jabón de la cuenta. Me froto por todo el cuerpo y cuando me siento limpia por fuera, que no por dentro, salgo apresurada de la ducha. Ha sido un error intentar tocarme, ha sido un error porque ahora no me quito a Héctor y sus sucias manos de la cabeza. Cojo el móvil y anoto rápidamente cómo me siento para contárselo a la doctora en la próxima sesión. Me visto apresuradamente y salgo del baño.
- ¡Por fin! – dice Isaac.
- No he tardado tanto – me quejo.
Cuando ambos estamos listos, nos vamos a hacer más turismo. El tren sale a las 9, así que tenemos unas 10 horas aún. Hoy es 31 de diciembre y vamos a pasar el fin de año en un tren camino a Alemania. Es la nochevieja más rara de mi vida, pero me gusta la experiencia. Es diferente.
- Me quedaría a vivir en este barrio – le digo a Isaac tras hacernos una foto en el puente de la Rue Munster.
- Es precioso.
- ¿Te imaginas viviendo ahí? Con esas casas de colores y el río pasando por detrás de las casas todos los días. Esta cuidad me tiene enamorada.
- Es de lo más bonito que hemos visitado hasta ahora.
- Sin duda – coincido. – Aunque se parece bastante a Brujas.
- Claro, son ciudades similares, pero esta tiene más opciones, es más grande.
- ¿Te gustaría vivir en algún otro sitio? A parte de Inglaterra y Sevilla.
- Pues... - lo medita. – Ahora mismo no, pero no descarto Estados Unidos.
- ¿Has estado?
- No, pero es un plan de futuro, conocerlo. La empresa para la que trabajo tiene una sede en Seattle y otra en Chicago.
- Ostras, ¡qué guay! ¿Y podrías trabajar allí?
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ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6