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- ¡Sorpresa! – grita Mara desde el otro lado de la ventana de mi salón.

- ¿Qué haces aquí?

- ¡Hacemos! Mira a quién te traigo – responde entrando por la puerta seguida de Alex y Luna.

- ¡Luna! ¡Qué de tiempo! – nos fundimos en un abrazo.

- Tenía muchas ganas de veros.

- Pero no sabíamos que vendrías.

- Lo sé, y es una visita súper exprés. Llegué ayer por la mañana y me voy el martes. Sólo podía veros hoy.

- Se ha presentado en mi casa hoy a las 10 de la mañana.

- ¿Y tú, Alex?

- Me ha llamado Mara.

- Bueno cuéntanos, ¿en qué estas ahora?

- Con el diseño de una nueva biblioteca inteligente, en el sur de Inglaterra.

- Suena bien, sí – comenta Alex.

- Sí, es un gran proyecto. Y mi primer proyecto como arquitecta, nada de ayudante, ni de auxiliar. El diseño es todo mío.

- Jo, qué bien, tía.

- ¿Y tú?

- Yo sigo igual.

- Mentira, – interrumpe Mara – igual no. Ha conocido a alguien.

- Cuenta, cuenta.

Me ha hecho mucha ilusión que Luna haya venido, mi amiga lleva años viviendo fuera de España. Ha estado en Italia, Noruega y ahora está trabajando temporalmente en Inglaterra. Es arquitecta y diseñadora de interiores, ha tenido mucha suerte. Pudo hacer un máster en Noruega y lleva desde entonces trabajando en grandes proyectos. Según parece, este es el primero que es suyo propio, con su equipo y todo. Me alegro por ella y a veces me encantaría llevar su vida. Es una tía super alternativa, llena de tatuajes, con el pelo de un color distinto cada vez que la veo. Bisexual, no se ata a nada ni a nadie y vive su vida como quiere, cuando quiere y con quien quiere. Viaja tanto que no tiene ni residencia fija. Lo único malo que le veo, es que tampoco tiene apego a nada. No hay un sitio al que llamar hogar, un grupo de amigos de siempre a los que recurrir. Sí, estamos nosotros, pero nos vemos una o dos veces al año. Es complicado. Mara y yo fuimos a visitarla cuando vivía en Milán, fueron cinco días de aventura y turismo. Uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida. Sus padres también van a verla de vez en cuando y Alex pudo quedar con ella en Francia cuando fue a un concierto. Es una vida loca y divertida, pero sin estabilidad ninguna. Eso sí, la tía gana una pasta gansa que más quisiéramos todos los demás.

Les cuento todo lo que pasó ayer, con pelos y señales. Bueno, sin demasiados detalles porque es algo un poco íntimo. Mis amigos no van a escandalizarse, pero hay cosas que me gusta mantener en secreto.

- Bueno, este tío tiene muy buena pinta, Alma – opina Luna.

- Sí, eso parece...

- Ya era hora – dice Alex.

- No sé, me ha dicho que se va seis meses a terminar sus estudios de chef.

- ¿Y qué?

- No sé, no estoy segura. Creo que se puede ir todo a la mierda si desde un principio se va seis meses.

- Joder, seis meses no es nada, Alma.

- Para ti es fácil decirlo, siempre estas viajando...

- No es la única que lo piensa, tía – coincide Mara – creo que seis meses no es nada. Si os gustáis, pues adelante.

- No sé, no estoy segura de nada y menos después de lo que pasó.

- ¿Qué pasó?

- Héctor...

- ¿Otra vez con eso? – pregunta Alex.

- No, es que tú no lo sabes. Pero lo vi hace unas semanas.

Relato de nuevo todo el episodio de la discoteca, ni Alex ni Luna estaban al tanto, aún me cuesta mantenerme serena después de revivirlo en mi mente. Fue horrible, hizo que se removieran todos mis recuerdos, todos mis miedos.

- ¡Pasa de él! – Alex empieza a mosquearse.

- Si yo lo intento – un nudo en la garganta no me deja ni hablar.

- Alma tía, es que no puedes estar toda la vida así. Has ido a terapia, estamos para ayudarte... No sales del pozo – Mara también está disgustada.

- Alma, fue un hijo de puta, eso lo sabemos todos. Y se acabó. Ya no existe para ti – Luna tiene razón, pero me cuesta.

- Asier me gusta, es buen tío. Cuando consigo quitarme a Héctor de la cabeza, disfruto mucho de su compañía.

- ¿Piensas en Héctor cuando estás con él? – asiento.

- Bueno, esto se merece una botella de vino enorme – interrumpe Mara yendo a la cocina.

- Ayer, por ejemplo. Estábamos en la cama y antes de... ya sabéis – cojo aire. – Pues eso, que antes, no paraba de pensar en él.

- Joder, Alma. No te puedes follar a un bombón pensando en un hijo de puta.

- Lo sé, lo sé. Pero tenía miedo, no quiero que se vaya todo a la mierda como con Héctor.

- ¡HECTOR TE DESTROZÓ! – Grita Alex poniéndose de pie.

- Bueno, relájate – dice Luna.

- No, no me relajo. Es que estoy hasta la polla de ver a mi amiga hecha una mierda por este tipo.

- Todos lo odiamos.

- Alma, mi vida, – Alex baja la voz y me coge las manos – te obligó a abortar a su hijo y te dejó tirada como una colilla. Ya está. Se acabó. Héctor está muerto.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora