Salgo de la discoteca a toda prisa, no cojo nada de lo que hay en el taburete. Sin abrigo ni bolso. No sé si alguien me persigue, pero me da igual. He dejado a Asier plantado en medio de la pista de baile. Seguro que no entiende por qué me he ido tan de repente. Me sigue dando igual. Veo a un grupo de chicas fumando fuera y me acerco a ellas. Les pido un cigarrillo y me lo dan. No hacen preguntas. Lo enciendo y doy las gracias. Miro a mi alrededor y me cuelo por una callejuela que hay unos metros más adelante. Sé que hace mucho frío a pesar de no notarlo, no noto nada. Tiemblo. Héctor. Hace casi año y medio que no lo veo. Año y medio desde aquel día que desapareció de mi vida. Año y medio desde que me destrozó. Hacía años que había dejado de fumar, pero cuando he visto a esas chicas fumando he necesitado un cigarrillo. No me doy cuenta de que lo tengo consumido en la mano hasta que noto el calor de la colilla cerca de mis dedos, lo tiro. Y me siento en un poyete húmedo. No quiero volver a entrar, aunque tampoco quiero montar una escena. Necesito irme de aquí, pero no tengo móvil ni nada para llamar a alguien, ni siquiera pasan taxis por esta zona.
- ¡Ey, Alma! ¿Va todo bien? – la voz de Isaac me saca de mis pensamientos.
- Eh... - lo miro y reacciono a su pregunta. – Sí. Me había mareado un poco y necesitaba aire fresco.
- Quizás demasiado fresco, hace un frío que pela para estar sin abrigo.
- Estoy bien – recuerdo a Asier. - ¿Y los demás?
- Asier ha ido por el otro lado a buscarte al no verte en la puerta. Voy a avisarlo de que estás bien – asiento.
- No me apetece entrar aún. ¿Te importa?
- ¿Me puedo quedar contigo?
- Claro.
Se sienta a mi lado y me da un leve codazo. Me sonríe. Cuando deja de tontear conmigo y hacer el payaso, es un encanto de chico. Saca su móvil del bolsillo y se lo pone en la oreja.
- Está aquí, salió porque estaba mareada. Vale. Sí. Ahora vamos. Adiós.
- ¿Asier?
- Sí.
- Vale.
- ¿Seguro que estás bien? – me mira como si intentara descifrarme.
- Claro... llevas todo el día emborrachándome – bromeo.
- ¡Anda! Ahora es mi culpa... - se hace el ofendido.
- Sí. Rotundamente.
- Rotundamente – me imita poniendo una cara muy graciosa.
- ¡Qué idiota eres!
- Gracias, princesa – y suelto una carcajada sonora al escuchar el tono en que me ha dicho "princesa". - ¿Sabes? Me gustas.
- ¿Cómo?
- Eso, que me gustas. Eres buena tía – vuelve a mirarme intensamente.
- Vaya, ¿gracias?
- Ja, ja, ja. ¡Y ese pelirrojo es muy sexy!
- Tú a mí también me has caído muy bien – se gira bruscamente hacia mí con una sonrisa ladeada.
- ¿Crees que me refería a eso? Evidentemente me caes bien, pero... - me posa una mano en la cara. – Me refería a que me-gus-tas. – Dice remarcando mucho las sílabas.
- Anda ya, estas borracho y nos hemos conocido hoy. No te puedo gustar.
- Joder que sí – sentencia.
ESTÁS LEYENDO
ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6