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Jueves, 18:00h. estoy nerviosa. No he pensado mucho en el plan con Asier desde que lo concretamos el martes por la noche. Y ayer apenas hablamos. Estuvo ocupado en el restaurante y yo aproveché mi primer día de vacaciones para hacer una limpieza a fondo de la casa. ¿Quién dijo que la vida adulta molaba? – pienso. Acabé muy cansada, vi una película a trompicones porque me quedaba dormida y poco después de las doce me dormí. Hasta hace un rato que he hablado con él no me había dado cuenta de lo nerviosa que estoy. No tengo pensado el modelito, aunque ya sabemos dónde vamos a ir. Asier se ofreció a recogerme en coche, pero me parece demasiado. Hace escasos días que hablamos. Me ha dado cierta confianza ver sus redes sociales y las conversaciones amenas que solemos tener a diario, pero meterme en el coche de un desconocido es un nivel al que aún no he llegado. Hemos quedado a las ocho de la tarde en el centro de Sevilla.

Salgo de la ducha, me seco a toda prisa y me pongo en ropa interior delante del armario, como no tengo intenciones de que nadie vea mi lencería he cogido lo primero que había en el cajón. Y ahora, ¿qué me pongo? Revuelvo dos cajones y saco unas cuatro o cinco perchas con ropa. Nada me cuadra. No quiero arreglarme demasiado, va a pensar que estoy loca, pero si voy demasiado desarreglada puede pensar que no tengo interés. Necesito algo que no diga ni una cosa ni la otra, algo que me siente bien y no me haga gorda. ¿Estoy gorda? Trabajar sentada no ayuda, igualmente creo que estoy estupenda. Eso Alma, estás cañón. Me deshago de ese estúpido pensamiento de la antigua Alma y lo escondo en lo más profundo de mi cerebro. Cojo mis vaqueros rotos favoritos, una sencilla camiseta burdeos y un par de botines de tacón bajo. El look perfecto para dar una vuelta por el centro un jueves. Al ser noviembre y estar anocheciendo sé que pasaría frio sin una chaqueta. Opto por la chupa de polipiel negra que me regaló mi amiga hace muchísimos años. Voy muy yo, como diría mi madre. Genial, y ahora el pelo. Mi pelo siempre es una ardua tarea, me lo corté en un estilo bob recto para evitarme estas cosas, pero siempre tengo que recurrir a algo de plancha para darle forma, si no, parece que llevo un casco de motorista. La odiosa vida de la gente de pelo ondulado y sin forma. Por suerte, la experiencia es un grado y en menos de cinco minutos mi pelo está decente. ¡Menos mal que me teñí esta semana y ya no está descolorido! – pienso. En cuanto al maquillaje me decanto por mi estilo pin up de siempre: eye liner negro, poco colorete y color rojizo en los labios, aunque esta vez elijo por uno que tiende más al marrón que al rojo, así no queda tan llamativo. Elijo las gafas de estilo aviador en tono plateado y ya estoy completa. No pienso cambiar ni aparentar quien no soy, tampoco puedo sacarme más partido del que hay, si le gusta bien y sino también. Tampoco voy con muchas miras de ligar. Me parece un chico agradable y voy a darle una oportunidad, a ver cómo sale.

Llego un poco tarde, mi andrajoso coche ha tardado más de lo normal en arrancar. Con el frío le cuesta mucho ponerse en marcha, pero confío en que siga haciéndolo. Lento pero seguro. Mi economía no está para coches nuevos. Además, le tengo mucho cariño a mi coche. Me lo compré hace cinco años y lo he cuidado como un bebé. Cuando vi el viejo Suzuki Vitara azul con la pintura descascarillada fue amor a primera vista. Tenía un presupuesto muy ajustado y después de recorrerme mil tiendas de segunda mano, encontré este mini todoterreno en perfectas condiciones. Era un coche de 12 años cuando lo compré, ahora tiene 17, pero había sido de un señor de campo que por su edad y su falta de visión lo había usado muy poco. Cuando mis amigos me vieron aparecer con el mini todoterreno se quedaron boquiabiertos. A veces puedo tener gustos raros, mi "suki", como yo lo llamo, es un claro ejemplo de ello. A la larga, vi que fue una gran compra. El coche es muy resistente y espacioso para poder meter a Pongo cuando tengo que llevarlo conmigo. Como vivo cerca de un campo y muchas veces me voy de ruta, me viene estupendamente. Yo no me voy a cargar los bajos con el suelo irregular de tierra, como le pasa a la mitad de mis conocidos. Eso sí, mi coche es el coche de carga. Cada vez que hay una barbacoa, hacemos una pequeña escapada a la montaña o excursiones, suki es el que va, nada de coches nuevos e impolutos.

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