El día no ha podido ir mejor, nos lo hemos pasado genial con Jorge y Pilar, han sido unos guías turísticos fantásticos estos dos días, mañana es nuestra despedida de Alemania. Salimos rumbo a Suiza a media tarde. Al llegar al albergue, vemos que nuestra habitación está totalmente desierta, sin indicios de huéspedes por ninguna parte. ¿Habremos tenido tanta suerte, que tenemos el albergue para nosotros? - me pregunto. Estamos agotados, así que lo primero de todo es darme una ansiada ducha para quitarme parte del agotamiento, y entrar en calor. En Frankfurt hace un frío horrible, como en todas las ciudades que hemos visitado hasta ahora.
- Me voy a la ducha, Isaac.
- ¿Te acompaño? - sugiere, esta vez sin bromas.
- Vale - me apetece mucho una ducha en compañía.
- Aquí dice que las duchas tienen un tiempo límite de agua caliente de 10 minutos - apunto leyendo las normas que hay en la pared del baño mixto, que por suerte, también está vacío.
- Suficiente.
Antes de quitarme la ropa y tengo a Isaac comiéndome a besos y diciéndome las ganas que tenía de que llegara este momento. Me dejo llevar. No tengo intención de parar este juego en el que ambos hemos entrado. Me excita, me pone cachonda y me da ese ápice de picardía que necesitaba. No sé dónde nos llevará esto, pero no quiero pensarlo. No tengo ninguna intención de darle vueltas al asunto. Con disfrutar de lo que me hace sentir, tengo suficiente.
- Joder, Alma. ¡Qué culo tienes! - susurra en mi oído mientras me acaricia. Lo tengo detrás, el agua caliente nos cae y estoy deseando que se hunda en mí.
- Hazlo ya - digo con un rugido que nace de lo más profundo de mí.
- Shhh. Tranquila, fiera. Déjame mi tiempo - y me muerde la oreja.
- ¡No seas malo, tenemos poco tiempo!
- Tenemos todo el tiempo del mundo.
Y se clava en mí. Ahogo un grito e Isaac me pone la mano en la boca, sabiendo que como no lo haga, puedo montar un escándalo considerable. Tenemos que ser silenciosos, en cualquier momento puede entrar alguien. No sabemos cuantas personas hay en el albergue, aunque nuestra habitación esté vacía, o en este caso el baño, se pueden llenar de un momento a otro. Cuando el agua empieza a templarse, ya hemos acabado. Ha sido rápido, brusco y pasional, pero a mí me vale. Me aclaro el jabón que he extendido por mi pelo y mi cuerpo, Isaac hace lo mismo y, con el agua casi helada, salimos de la ducha.
Cuando ponemos un pie fuera, reliados en nuestras toallas, nos encontramos de frente con una chica que está roja como un tomate. Al parecer no hemos sido tan silenciosos como pensábamos. La chica agacha la cabeza y se mete corriendo en la ducha contigua a la nuestra.
- ¡Qué vergüenza! - susurro -. Se ha enterado.
- Bueno, no la volveremos a ver.
Nos dirigimos al cuarto ya con nuestros pijamas puestos y nos tumbamos en las literas. Esta vez dormimos separados, no queremos caer en tentaciones y siempre es posible que entre alguien nuevo.
- Alma, - dice Isaac desde abajo - tengo ocho llamadas perdidas de Asier.
- ¿Cómo? - Miro mi móvil -. Yo tengo tres. ¿Qué habrá pasado?
- Lo llamo.
Isaac intenta hacer una videollamada pero Asier la rechaza, aunque al segundo nos entra una llamada de voz. Isaac lo pone en altavoz.
- Hola, Asier.
- Hola - su voz está rara.
- ¿Qué pasa? - pregunto.
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ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6