ALGO

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ASIER.

No consigo dormir en lo que queda de noche. Me es imposible después de lo que he presenciado con Alma y sus pesadillas. ¿Qué puede atormentarla tanto como para despertarse con ese miedo en los ojos? Ha sido desgarrador como ha salido de la cama al verme cerca. Como decía que no mientras pataleaba. No tengo palabras para lo que visto.

Por una parte, entiendo un poco mejor que esté rara, que siga distante y que su actitud sea más distante en general (y sobre todo conmigo). Por otra, me preocupa muchísimo. Estoy empezando a sentir cosas importantes por esta chica y lo primero de todo es que ella esté bien.

Creo que la presencia de su ex en estos últimos días, pero no puedo comprender cómo ha llegado a este estado tan extremo. ¿Le habrá hecho algo que no me ha querido contar? ¿Seguirá intentando contactar con ella?

Hace tiempo me dijo que había estado en terapia por temas personales, pero no me contó qué había sucedido. Un aborto es un tema serio, y más cuando la obligaron o engañaron para hacerlo. No sé. Creo que Alma tiene muchos demonios por culpa de las vivencias que ha tenido, me da miedo que no quiera compartirlas conmigo, que no confíe en mí.

- Hola, preciosa – le susurro cuando veo que empieza a despertarse.

- Buenos días – responde con voz pesada.

- ¿Cómo estás?

- Bien, aunque me duele un poquito la espalda.

- ¿Recuerdas lo que pasó anoche?

- Sí, lo siento, no quería despertarte.

- Alma, no me pidas más veces perdón – le acaricio el brazo y ella se pone en tensión.

- Ya, pero...

- No hay peros. Tú no controlas tus sueños, solo fue una pesadilla.

Nos quedamos los dos en silencio unos minutos. Ella permite que siga acariciando su piel sin decir nada.

- Me voy a la ducha – y se levanta rápidamente de la cama.

- ¿Tostadas? ¿café? – no propongo ducharme con ella porque me imagino la respuesta.

- Para mí solo café, pero hazte lo que quieras, hay de todo – antes de acabar la frase ya se ha encerrado en el baño con su ropa en el regazo.

Otra vez solo. Escapa de mi constantemente, evita que nos quedemos mucho tiempo a solas sin hacer nada y cuando no hay más remedio, busca la forma de hablar de cualquier estupidez. No sé cómo acercarme a ella, como buscar la forma de que me cuente sus problemas y confíe en mí.

No estoy dispuesto a que pase todo el día sin comer nada, así que hago unas crepes rápidas con plátano y canela. A esto no se va a negar. Hago solo uno para cada uno, yo tampoco tengo demasiada hambre hoy. Humeante café recién hecho y mi chica sale de la ducha con un par de vaqueros oscuros y un gran jersey marrón chocolate. Está preciosa con el pelo mojado y sin maquillaje. Lo único que no encuentro es ese brillo en los ojos cuando sonríe. Porque no sonríe mucho últimamente.

- Asier, te he dicho que no tenía hambre – comenta cuando ve las crepes.

- Pero para comer crepes no hay que tener hambre, son de plátano y canela, y huelen superbién.

- Eso sí es verdad.

- Venga, come algo.

- Está bieeeen – exagera el tono como una niña pequeña y a mi me derrite su sutil sonrisa al sentarse a mi lado.

Le doy un beso en la frente y pone la televisión. Alma le da vueltas perezosas al café y pellizca un poco su crepe mientras navega por los canales de la tele intentando poner algo. No se decide y deja un programa de ricos que enseñan sus mansiones de fondo.

- ¿Te vas a quedar aquí o tienes cosas que hacer hoy? – la pregunta me pilla con la guardia baja y no sé qué responder.

- No tengo nada que hacer, ¿quieres que me vaya?

- No he dicho eso – se levanta del sofá. – Voy a sacar al perro, ¿le pones de comer a Ares?

- Claro, ¿te acompaño?

- No es necesario – y se va.

La televisión me aburre y me pongo a mirar los libros de Alma mientras ella vuelve, busco algo que me llame la atención y encuentro una novela histórica a la que ya le tenía echado el ojo. Saco el libro de la estantería y veo que el tomo está totalmente nuevo, creo que ni lo ha abierto. Tiene casi 800 páginas, y me he leído las primeras 50 páginas cuando Alma entra por la puerta. Es tan bueno como decían las reseñas. La novela me ha atrapado desde el primer momento.

- Hola, ¿todo bien? – pregunto.

- Sí, he tardado más porque nos hemos encontrado en el parque a Lucky, una mestiza del que Pongo está enamorado y no había forma de ponerle la correa para volver.

- ¡Pongo, que te echas novia! – le digo al perro y ella se ríe cuando la bola de pelo se sube al sofá y me lame toda la cara.

- Sí, se emociona mucho con Lucky – Alma se percata del libro que tengo entre las manos. - ¿Te está gustando?

- Sí, te lo he cogido prestado.

- Todo tuyo, yo no soy capaz de leerme eso.

- ¿Cómo?

- Odio la histórica, Asier – y pone cara de aburrimiento fingido.

- Pues lo tenías tú, no yo.

- Ya, fue un regalo de hace un par de navidades. Creo que no acabé ni el primer capítulo. Pensaba venderlo, pero quédatelo. Te lo regalo.

- ¿Seguro?

- Claro, no lo voy a disfrutar y veo que tú sí.

- Pues muchas gracias. ¿Te apetece hacer algo?

- Pues ahora que te he visto leer... - mira misteriosa su estantería – Me acabas de picar a leer también. ¿Te apetece? Creo que no hay plan más tranquilo para un domingo – <<ni con menos conversación>> pienso.

- Genial, ¿qué vas a leer tú?

- Pues voy a elegir algo, tengo varios libros pendientes.

Alma se pasea por las baldas de su librería casera y se toma su tiempo para elegir libro. Coge varios que descarta rápidamente hasta que se queda con dos opciones en las manos. Lo calcula, lee las sinopsis y yo sigo todos sus pasos mientras pierdo toda la atención del libro que tengo en las manos. Verla ahí de pie, mirando libros hace que me guste aun más.

- Ya lo tengo.

- Y se acerca al sofá enseñándome lo que ha elegido.

- No tengo ni idea de cual es – respondo. – Ni el género.

- Es fantasía, tipo el señor de los anillos, pero más moderno y con una protagonista femenina.

- Pues ya me contarás si es bueno, y quizás también te lo pida prestado.

- Me parece genial – y la sonrisa que me dedica antes de sumergirse en las primeras páginas me desarma.