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ASIER.

Está muy rara desde el día que se presentó el cabrón ese en el restaurante. He intentado sacarle el tema en varias ocasiones, pero lo evita totalmente, siempre dice que es algo del pasado, que solo fue un error aceptar hablar con él. Yo no dejo de darle vueltas al tema, todo fue muy raro.

Isaac llega a dónde habíamos acordado a la hora prevista.

- ¿Qué tal, tío?

- Bien. ¿Y tú?

- Liado con el trabajo, necesitaba salir un rato.

- Yo también.

- Pensaba que ibas a quedar con Alma.

- No, ayer sí nos vimos, fuimos al cine, pero hoy no puede salir.

- Vaya... llevo sin verla desde el fin de semana.

- Hablando de eso, ¿tú sabes algo que yo no sepa?

- ¿A qué te refieres? – Isaac se pone un poco a la defensiva.

- No sé, está distante conmigo, no quiere que la toque mucho, siempre tiene algo que hacer y desde antes de irme no... - dudo – ya sabes.

- Eh, sí, creo que te entiendo.

- Tú la viste antes de ir al restaurante y sé que habláis a veces. ¿Seguro que no sabes nada?

- Nada, tío.

- Yo creo que no quiere estar conmigo. Algo ha pasado, Isaac. Estoy preocupado, quizás ya no tiene el mismo interés.

- No digas estupideces, Asier, ella está bien contigo. Tendrá problemas personales.

- ¿Tampoco te contó nada del tipo ese? Parecía que os conocíais...

- Asier, es mejor que lo hables con ella – Isaac empieza a agobiarse.

Hay algo que no me cuenta, Alma me ha dicho que no me ha puesto los cuernos, pero sé que hay una parte de la historia que nadie me está contando. Y no me gusta. No me gusta que mi propio amigo tenga secretos conmigo, mucho menos cuando se trata de la chica con la que estoy. Necesito saber qué le está pasando a Alma. Nos pedimos unas cervezas y hablamos del trabajo de Isaac y del mío, la apertura próxima del restaurante, Ruth y su inminente compromiso, Eric y cuánto lo echa de menos... Pero cada vez que sale Alma en la conversación, Isaac cambia de tema radicalmente. Me está poniendo nervioso.

- Tío, cuéntamelo.

- ¿Lo de Eric?

- ¿Eric?

- Coño, estamos hablando de Eric.

- No, no. Alma, cuéntame lo de Alma. Joder, algo pasa.

- Asier, no insistas, habla con ella.

- Es que ella no habla conmigo y se pone tensa cada vez que intento acercarme más de la cuenta. Tío, que no follamos – la cara de Isaac se pone tensa.

- No puedo hablar de vuestra intimidad, como comprenderás. Dale tiempo.

- ¿Tiempo para qué? Si estábamos bien.

- Para que hable contigo, para que le apetezca.

- ¿Me va a dejar?

- Tampoco es que os vayáis a casar, Asier, relájate.

- ¿Qué?

- Tío, estáis empezando, no te agobies. Ella te dirá lo que sea cuando lo necesite.

No entiendo nada, ¿por qué coño me ocultan cosas? Isaac es mi amigo y está portándose como un capullo.

- ¿Cuándo habéis quedado de nuevo? – pregunta.

- No lo sé, de momento me ha dicho que hoy y mañana no puede – suspiro – seguramente nos veamos este fin de semana.

- Pues cuando la veas, habláis.

El teléfono de Isaac empieza a vibrar en la mesa, se ilumina la pantalla y allí está su nombre: Alma. Mi amigo lo bloquea y se lo guarda en el bolsillo. Piensa que no lo he visto.

- ¿Te has liado con ella? – pregunto sin pensar.

- Asier, se te está yendo la olla.

- Te acaba de llamar.

- Y no se lo he cogido porque estoy contigo.

- Me estás mintiendo, ya lo intentaste una vez.

- Eso fue un puto error, ¿te estás poniendo un poquito paranoico, o es mi imaginación?

- Me ocultas algo, te llama a ti y no a mí. Y te conozco, tío.

- ¿Me conoces?

- Sí, tú te follas a la primera que se te cruza y cuando se te mete una entre ceja y ceja vas a por todas.

- Alma es mi amiga y tú te estás pasando.

- Vete a la mierda, tío.

No sé que me pasa, no soy una persona celosa, pero he visto cosas muy raras últimamente. Me levanto de la mesa del bar dónde estábamos y me dirijo al coche. Me voy. No quiero estar con Isaac y mucho menos si me va a mentir constantemente. Quiero hablar con Alma, pero tampoco quiero agobiarla. Dios, me estoy volviendo loco. Nada encaja.

- ¡Asier! – grita Isaac desde atrás mientras me persigue.

- Olvídame.

- No, – me alcanza – no te olvido. Escúchame.

- No quiero escucharte, Isaac.

- Sí, si quieres. Alma y yo no tenemos nada, ha pasado unos días malos y por casualidad hemos hablado más de la cuenta. Quizás deberías bajar un poquito el porcentaje de celos y subir el de la empatía.

- Vete a la mierda.

- Es la segunda vez que me mandas a la mierda en diez minutos. Sólo intento ayudarte. ¿Qué coño te pasa? Tú no eres un puto celoso.

- Es que no me cuadra nada, joder – agacho la cabeza y recapacito: Isaac tiene razón, no soy celoso ni tan gilipolla como lo estoy siendo ahora.

- Mira, el ex ese que vino es un hijo de puta, ya escuchaste su historia, el tipo ha intentado volver a verla y a ella le ha removido todo lo que sufrió. Ponte en su lugar y dale especio, pero sin paranoias.

- ¿Desde cuando eres el que piensa de los dos?

- Desde que a ti se te está yendo la olla, colega.

- Me gusta mucho – admito.

- Lo sé. Juraría que nunca te he visto así por nadie.

- Ya...

- Alma merece la pena, pero tiene ciertas cosas que solucionar consigo misma. Sé paciente.

- Se acercan las navidades y yo me voy 6 meses. No tengo demasiado tiempo.

- Pues vamos a ver cómo trascurren estos días, y tú decides.

- Está bien.

- Así, ¿sin mandarme a la mierda?

- Capullo.

- Eso está mejor.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora