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ASIER

Vaya, aún me tiemblan las manos. No esperaba que la noche acabara así. Pero no he podido resistirme. Cuando el idiota de Andrea me hizo el perfil de Tinder, estuvo olvidado entre las aplicaciones de mi móvil varias semanas. Si no llega a ser por el estrés de volver a casa y todo lo que conlleva, no habría abierto la aplicación, tampoco habría hecho match con Alma y ahora no estaría temblando de camino a casa. Me gusta. Bueno, me gusta lo que he conocido de ella. Es divertida, siempre tiene alguna conversación que sacar y respuesta para todo. Quizás me he precipitado con el beso, pero me lo pedía el cuerpo. Lo necesitaba y ha sido un alivio que no me diera una bofetada. Mi cuerpo se acercaba al suyo casi de forma automática. Y es guapa. Debo admitir que es muy guapa. Exótica. Sus ojos color azabache tienen un brillo especial cuando hablan de algo divertido, su sonrisa grande es casi infantil, me inspira confianza. Parece buena chica, aunque no nos conocemos lo suficiente. Hace demasiado tiempo que no estoy con nadie. He tenido líos. Como aquella chica rubia que conocí en un pub de Bilbao hace unos meses. María. La cosa duró poco tiempo, unas cuantas citas en su apartamento, algo de sexo decente, pero nada más. No sentía nada por ella, y creo que ella por mí tampoco. Por eso se enfrió la cosa y dejamos de vernos. Era simpática y atractiva, pero no llegamos a conectar más allá de lo físico. Sus gustos y sus conversaciones no casaban lo suficiente con los míos. Espero que esté bien. Llevaba sin pensar en ella desde la última vez que hablamos. De eso hará al menos 6 meses.

Entro en casa con una estúpida sonrisa en la cara. Mi padre está acostado a pesar de no ser excesivamente tarde. Acaba de dar la media noche y yo aún no puedo dormir. Sigo nervioso. Me meto en la cama con Lola, mi perra, que me persigue por toda la casa desde que he entrado y cojo el libro que tengo en la mesita de noche. La vibración del móvil hace que pierda la poca concentración que tengo. Lola protesta cuando me muevo. Es Alma.

He llegado hace unos minutos.

Vale, ¿todo bien?

Sí, genial. Me voy a la cama.

Buenas noches.

Alma termina la conversación con una carita bostezando y una lanzando un beso. Le pedí que me avisara cuando llegase a casa. Ella vive un más lejos que yo y por eso ha tardado. No me atrevo a comentar nada del día de hoy, ni del beso. Prácticamente no hemos hablado después de eso. Dijimos de vernos pronto y se metió en su coche. Yo me fui directamente al mío, que estaba unos metros más adelante. No sabía que decir. Sólo sé que me apetece volver a verla.

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