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Hace una semana que volví de viaje y aún no me siento bien del todo. La rutina está siendo más dura de lo que esperaba. Ni el día de Reyes fue tan feliz como lo había sido años anteriores. Tengo una preocupación constante con todo, sobre todo por Ruth y el proceso de Héctor. Mi madre me regaló ropa y mi hermana ha reservado un fin de semana para las tres en un hotelito con spa en la sierra para febrero. Fueron buenos regalos. Papá no ha vuelto aún, mi tío se partió una pierna en navidades y se ha quedado allí ayudándolo hasta que le quiten la escayola. Parece que han sido unas navidades complicadas para todos. La mañana de trabajo está siendo eterna y me levanto por un café, pero suena el teléfono.

- ¿Sí?

- Hola, Alma - dice Asier al otro lado de la línea.

- ¿Qué tal?

- Bueno... Tengo buenas noticias, Ruth está bastante mejor.

- ¡Ay! ¡Qué bien! - casi me echo a llorar.

- Dicen que quizás le den el alta la semana que viene. A penas habla y sus heridas siguen curando, pero después de la última intervención, el problema respiratorio está controlado.

- Joder, Asier. No sabes lo feliz que me hace.

- Hay otra cosa.

- Dime.

- Como ya sabes, Héctor lo admitió todo, está en prisión provisional hasta que se celebre el juicio. Lo más probable es que salga condenado, pero el proceso puede durar meses.

- Sí, ¿y qué pasa?

- Voy a ir a verlo.

- ¿Cómo? ¿Después de lo que ha hecho?

- Sí, y me gustaría que vinieras conmigo.

- Eh... Pero yo... - balbuceo -. Claro, iré. ¿Cuándo?

- Te avisaré, pero no creo que tardemos demasiado.

- ¿Tu padre lo sabe?

- No. Mi padre solo quiere tratar con nuestro abogado, quieren luchar por la pena máxima y como tiene antecedentes

- ¿Que tiene qué? - pregunto estupefacta.

- Sí, Alma. Ha entrado en prisión directamente a la espera de juicio porque tiene varios antecedentes de acoso y de agresividad. Nos lo han dicho el abogado.

- Por Dios - musito -. Lo siento mucho, no sé con qué clase de tipo estuve.

- Te contaré más detalles en cuanto lo sepa. Te aviso para la visita, ¿vale?

- Claro, claro.

- Adiós, un beso.

- Besos.

Antecedentes por acoso y por agresividad - repito para mí misma. ¿Cómo es posible que no me diera cuenta de la clase de persona que es? ¿Cómo he podido ser tan estúpida? Me paso las manos por el pelo nerviosa. Ahora voy a tener que verle la cara. No sé si estoy preparada para ello. Por una parte necesito decirle el asco que me da, pero por otra, no sé si tengo fuerzas para enfrentarme a él. Cuando fue el juicio rápido que determinó su ingreso en prisión, Asier me preguntó si quería añadir <<violación>> a los cargos y hacer una denuncia oficial contra él. Me negué por completo. No tenía forma de probar aquello ni fuerzas para soportar todo el proceso. Lo de Ruth ha sido lo suficientemente grave como para que pase muchos años entre rejas. En realidad, me tranquiliza muchísimo que esté encerrado. Ya sé que no va a poder hacerle nada a nadie. Pero Ruth... No se merecía lo que le ha pasado. Ella menos que nadie. Bueno, nadie se lo merece en realidad, pero si me hubiera pasado a mí lo habría entendido. Que le pase a ella, que no tiene nada que ver en esta historia, no es justo.

El proceso para poder visitar a Héctor fue más largo de lo que esperábamos. Hemos tenido que pedir muchos permisos y rellenar papeleo, pero dos semanas después, aquí estamos. En la puerta de la cárcel para pasar 40 minutos eternos con la persona más despreciable que conozco. Estoy de los nervios, sé que Asier también lo está. Llevo arrepintiéndome de hacer accedido desde el momento que dije que sí. Pero también sé que es algo que debo hacer. Algo que tengo que enfrentar.

Dejamos todas nuestras pertenencias en una sala, no nos dejan entrar con nada y cuando por fin nos hacen pasar, me quedo de piedra. No me esperaba esto. Es como las películas. Hay una especie de cabina, con un cristal grueso. Nos sentamos donde nos indican y a los pocos segundos, aparece frente e nosotros una versión de Héctor que a penas reconozco. Estoy nerviosa, me sudan las manos y me cuesta mantenerle la mirada. En cuanto se sienta, se derrumba y se pone a llorar.

- Lo siento, Alma - dice entre lágrimas. No puedo sentir pena ni empatía por él.

- ¿Por qué lo hiciste? - pregunta Asier.

- Por ella.

- Eso no explica nada.

- Estaba furioso, había bebido, quería verla... - se le entrecorta la voz.

- Mi hermana ha estado a punto de morir - yo sigo en silencio, no me salen las palabras.

- Ella no tenía que estar ahí - admite Héctor.

- Eso es evidente.

- Creía que eras tú, busqué cómo hacer arder un coche en internet y eso es lo que hice. Pensaba que si te daba un susto, te alejarías de ella para siempre - Asier me coge la mano y mira directamente a Héctor.

- No era cosa tuya, ya habías hecho mucho daño y con esto te has sentenciado a ti mismo - dice Asier tajantemente.

- Lo sé, y por eso lo admití todo. Ha sido un error y me arrepiento por ello.

- ¿Que te arrepientes? - salto de repente -. No sabes lo que has hecho, hijo de puta. No tienes ni puta idea del daño que nos has causado. Me has hundido la vida, pero ya no más. Te vas a pudrir aquí.

- Lo siento, Alma. De verdad que lo siento, yo solo te amo y no sabía cómo demostrarlo.

- Tu no amas a nadie, ni siquiera a tu madre - escupe Asier.

- No tengo madre. Mi madre era alcohólica y murió cuando yo era pequeño, a mi padre no lo conocí.

- ¿Y eso se supone que debe eximirte de lo que has hecho? - pregunto asqueada.

- No, pero quería que lo supieras. No tuve una infancia fácil.

- Ah, disculpa. Que tus putos traumas son problema mío y me acabo de enterar - estoy llena de rabia.

- Lo siento tanto... ¿La chica está bien?

- No. Pero lo estará - responde Asier esta vez.

- Se te acabó el juego, Héctor. Esta es la forma, en la que por fin te vamos a perder de vista.

- Hemos terminado - declara Asier.

No quiero seguir aquí, en cuanto lo dice me levanto de un salto de la silla, como si me quemara. Necesito dejar de verle la cara a ese ser que hay tras el cristal. Ha sido demasiado, él ha ido demasiado lejos y no quiero formar parte de nada que tenga que ver con él. Apoyaré a Asier y a su familia en todo lo que esté en mi mano, pero tengo claro que no asistiré al juicio ni seré partícipe de nada relacionado con Héctor. Se acabó. Aquí muere mi pasado.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora