18

16 0 0
                                    

Al caer la noche, los invitados comienzan a despedirse. Los primeros son mis abuelos, deciden irse al oscurecer porque se sienten cansados después de todo el día fuera de casa. Los acompaña el tío Esteban puesto que vive con ellos y los lleva en su coche. Después se va la tía Charo con su marido y el desagradable de su hijo pequeño. Hablamos un poco del próximo encuentro familiar que tendrá lugar en Navidad. Mis primos Lara y Carlos se quedan un rato más, cada uno ha venido en su coche y decidimos quedarnos juntos para salir a tomar algo con Noa y mi madre. Recogemos un poco, tiramos las bolsas de basura que hemos acumulado, las botellas de cristal al contenedor de reciclaje y nos preparamos para salir. Mamá declina la invitación excusándose por estar con el estómago revuelto y diciendo que los jóvenes son los que tienen que salir.

Llegamos al primer bar y está a rebosar, son las nueve y media de la noche. Nos sentamos los cuatro primos en una mesita en la terraza, suerte que ya han puesto estufas por toda la parte exterior, hace bastante frío a estas horas. Viene el camarero y nos pedimos las bebidas inmediatamente. Aún no tenemos mucha hambre por lo que vamos a esperar un poco para pedir algo de comer.

- Lara, ¿Cómo te va en tu nuevo piso?

- Bien tía, estamos arreglando la cocina y poniéndola bien – nos cuenta – cuando llegamos era una cosa horrible. Todo mohoso y los muebles rotos.

- Sí, recuerdo las fotos – interviene Noa con cara de asco.

Mi prima se acaba de ir a vivir con su pareja, llevan juntos toda la vida, creo que empezaron a salir cuando Lara tenía 14 años y ya ha cumplido los 25. Me parece una eternidad, sobre todo para mí, que no he conseguido que ninguna relación cuaje más de unos meses. Lara es una chica excepcional, tiene estudios de peluquería y maquillaje. Se especializó en caracterización de espectáculos y ha estado trabajando para una pequeña compañía de teatro hasta que la contrató una gran empresa de musicales. Viaja por toda España cuando tienen gira, pero normalmente está en Sevilla con la obra fija que tienen en uno de los teatros de la ciudad. Es bastante buena en lo que hace y, por supuesto, la maquilladora oficial de la familia para toda clase de eventos. La tenemos un poco explotada entre todos – pienso. Seguimos hablando un poco más sobre el piso nuevo de Lara, nos cuenta detalles, nos enseña fotos y alabamos su gusto por la decoración. Todo está muy bonito. El piso es pequeño, no es como mi casa con patio y está cerca del teatro, en una callejuela situada cerca de una plaza del centro. Es precioso y las vistas son espectaculares. Por suerte, consiguieron el ático que tanto querían.

- ¡Tenemos noticias! – dice de repente mi prima entusiasmada.

- ¿Qué noticias? – preguntamos Noa y yo al unísono.

- Pues este hermanito que tengo, que se nos ha echado novia – dice sonriente dándole un exagerado codazo a su hermano.

- ¡Vaya Carlos! – le digo – cuéntanos todos los detalles – le insisto.

Carlos es un tipo genial pero muy callado. Es tímido y guarda con recelo su vida privada. Hace años que se independizó porque se fue a estudiar a Madrid. Estudió la carrera de veterinaria y en cuanto terminó lo contrataron en una granja que hay en un pueblo a las afueras. Siempre está rodeado de caballos, perros y vacas. Su vida es muy guay, aunque nos ha contado cosas bastante desagradables. Él tiene una sensibilidad especial con los animales. Cuando tengo algún problema con mis bichos siempre que está disponible recurro a él. Es amable, paciente y está dispuesto a ayudar en lo que pueda. Creo que la chica que lo pille será la más afortunada del mundo, tendrá un buenazo al lado y sé que la hará muy feliz.

- Bueno... eh... sí. – responde juntando sus manos, avergonzado – He conocido a una chica. Llevamos unos meses viéndonos y demás.

- Pero chico, regala detalles a tus primas – insiste Noa.

- No te vamos a dejar en paz hasta que hables – le digo riéndome.

- Vale pesadas – dice dándose por vencido – se llama Sofía y vive cerca de la granja. Tiene una pequeña tienda de ropa en el pueblo. Y es muy guapa.

Se sonroja mucho al pronunciar el piropo que le dedica a su ausente nueva novia. Nos cuenta sin entrar en mucho detalle que la conoció porque fue a llevarle unos vestidos a la señora de la granja, la esposa de su jefe. Nos enseña una foto después de varios minutos de insistencia. Es preciosa, pelirroja natural de ojos verdes y pelo muy rizado. Tiene algunos años más que él, pero no es una diferencia notable. ¡Y tiene un hijo! Nos quedamos patidifusas con la noticia. Tiene un hijo de 4 años, de una relación anterior que la dejó tirada en cuanto se enteró del embarazo. ¡Hijo de puta! – decimos todas. Carlos es muy bueno con los niños, muy paciente y bondadoso. Creo que es la chica perfecta para él y seguro que si siguen adelante harán más bebés pelirrojos y preciosos. Cuando hablamos del drama de la pobre chica con el hijo, Lara me mira lastimera. No soporto ese tipo de pena. Yo no tengo que darle pena a nadie.

- Bueno, bueno. No dice nada, pero mi hermana mayor también está conociendo a alguien – dice Noa mencionando a Asier y sin darme escapatoria.

- Maldita – le digo entre dientes provocándole una risilla maliciosa – pues sí, me he visto dos o tres veces con un chico de Tinder, nada serio.

- Claro, nada serio – responde Lara sarcásticamente.

- Sí, Lara, nada serio. ¿A qué viene ese tonito?

- A nada, Alma. Pero ya te conocemos. Nadie es serio, pero acabas meses en terapia.

- ¿Y?

- Nada. Que tu indiferencia no me la creo. Debes ser más sincera.

- Eh, ¡haya paz! – interviene Carlos.

- No he mentido nunca, Lara.

- Bueno, a conciencia no, pero al final, por ir sin cabeza y sin pararte a pensar acabas mal. Sé sincera contigo misma.

- Eso no tiene ningún sentido, Lara. Lo que me pasó no fue por no ser sincera conmigo misma. Fue por un hijo de puta.

- Sí, pero tú le restaste importancia mucho tiempo hasta que al final...

- ¡Vale ya! No todos tenemos tu vida perfecta, prima.

- Ojalá mi vida fuera perfecta, Alma.

- Pues ojalá te pusieras un poco más en mi lugar, en vez de criticarme.

Mi hermana pone punto y final a la discusión. No es momento para peleas y menos entre primas. Nos queremos, lo sé, yo adoro a Lara, pero nunca me va a entender con su vida y su relación de cuento. Es aburrido. Mientras yo exploraba mi vida, mi sexualidad y me equivocaba por decisión propia, ella solo ha probado un hombre y ha cometido errores con un solo hombre. No me gusta, tras tantos años y al haber pasado su época de aprendizaje y crecimiento con la misma persona no sabemos si están enamorados realmente o es costumbre. No me vale su vida.

También es cierto que luego todo se me fue a la mierda. Ese crecimiento personal se vio afectado por un ser despreciable que a día de hoy sigue haciéndome temblar, sigue dándome miedo. Vuelvo a recordarlo. Allí en la discoteca. Hace días de aquello y aún no me lo quito de la cabeza. Yo era una mujer libre, con sus problemas y sus idas de olla, como cualquier veinteañera. Quedaba con tíos de apps, ligaba en fiestas... tenía la autoestima por las nubes. Pasé años, desde que me dejé de obsesionar por el peso, que me lo pasaba muy bien. Y luego llegó él, para romperlo todo.

Como buena familia que somos, nos olvidamos del rifirrafe en pocos minutos. Seguimos con las charlas, las anécdotas y las cervecitas en el bar. Asier me ha hablado en un par de ocasiones. 

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora