No sé cómo he llegado a esto. No tengo ni idea en qué momento Héctor reapareció en mi vida y lo dejé entrar hasta que casi se mete en mis bragas. O sea, sí sé cuándo, pero no sé cómo. No sé qué me está pasando.
La cara de Asier se me aparece fugazmente por la memoria mientras aparto el cuerpo de Héctor de encima de mí.
- ¿Qué haces? – tiene los ojos muy abiertos y la boca enrojecida.
- No, ¿qué haces tú?
- Lo que ambos estábamos deseando hacer.
- Ja. Eso no es así. Me has cogido desprevenida – o eso creo.
- No digas estupideces, Alma – responde seriamente. - Se te notaban las ganas.
- Es mejor que te vayas, Héctor.
- No me voy a ir – me desafía.
- Sí. Es mi casa y quiero que te vayas.
- ¡No! Llevo días teniendo paciencia, pero esto pasa a otros niveles, no me vas a dejar así.
- No te estoy dejando de ninguna manera – intento levantarme del sofá y él me lo impide.
Me agarra la mano y la mete en sus pantalones sin consentimiento. <<Así de cachondo>> responde mientras me hace tocarle la polla erecta. Es verdad, está muy excitado, pero no es excusa para que me agarre de ese modo y me obligue a tocarlo.
- ¿Qué haces, Héctor? – intento retirar la mano, pero me aprieta. Empieza a hacerme daño.
- Enseñarte cómo me tienes desde el día que te vi en aquella discoteca magreándote con cualquiera.
- ¿Magrea...
- ¡Sí! Bailando y besando a todos esos tíos – me corta.
- ¡Qué me sueltes, hostia! ¡No estaba besando a nadie! – mentira, recordé que Isaac me besó en la calle.
- Eres una zorra, Alma. Ibas calentando braguetas por la discoteca, con esa ropa ajustada y yo me calenté también. Te echo de menos, nena. Venga, vamos a seguir.
En la misma frase cambia de tono y de forma de manipularme. Tengo la mano enrojecida cuando por fin me la suelta y sudada de estar unos minutos dentro de su pantalón forcejeando para sacarla. Me está asustando. Consigo levantarme del sofá a trompicones, pero sin caerme, y me alejo todo lo que puedo de él. Asimismo, me mantengo firme y señalo la puerta con la mano.
- Adiós, Héctor.
- No.
Suspiro sonoramente y me meto en el baño para calmarme un poco. Hay un temor creciendo dentro de mí y no sé cómo acabaría esa noche. Estoy poniéndome realmente nerviosa. Héctor está al borde de usar la violencia contra mí. Lo he visto otras veces. Nunca llegó a pegarme, pero sí me manipuló e incluso dio algún puñetazo a objetos en mi presencia. Ahora lo recuerdo, eran cosas que había intentado esconder en lo más profundo de mi mente. Un día abolló la puerta de su coche de una patada tras una discusión conmigo, otro día rompió una copa en un bar contra el suelo... Cosas así puedo contar muchas. Y ahora estaban volviendo todas a mi cabeza.
Salgo del cuarto de baño y me doy de bruces contra el pecho de Héctor. Él aprovecha el momento de confusión para ponerme contra la pared y meterme mano. Me retuerzo intentando zafarme de su agarre, pero es imposible, ejerce mucha presión contra mi cuerpo. Me da la vuelta como si fuera una simple muñeca de trapo, en sus brazos yo no supongo ningún problema, puede conmigo fácilmente y aprovecha mi poca fuerza para agarrarme los brazos y bajarme el pantalón que llevaba puesto.
ESTÁS LEYENDO
ALGO
RomanceCORREGIDA, MODIFICADA, MAQUETADA Y PUBLICADA EN AMAZON https://www.amazon.es/dp/B09TMYW8NM/ref=cm_sw_r_apan_glt_i_CTV3ZFGJTXTQKQBAB5T6