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A eso de las siete de la mañana me despierta la vibración del móvil. Es Asier despidiéndose. Dice que está en el aeropuerto y embarca en media hora. Si Héctor no hubiera aparecido, no tendría esta sensación de que le estoy mintiendo constantemente. Héctor y yo no vamos a tener nada nunca más, pero Asier no debe enterarse de que ha reaparecido. Zanjaré esto sola y volveré a la normalidad. Tengo cuatro días hasta que vuelva para arreglar mi vida y seguir como estábamos. Después de bloquear a Héctor no ha vuelto a contactar conmigo. Si hubiera querido lo habría podido hacer, no he cambiado de teléfono en veinte años. Yo borré el contacto, quizás él hizo lo mismo.

Pasado un rato y cuando por fin Asier entra en el avión y apaga el móvil me levanto. Es muy temprano, pero una caminata con Pongo me despejará la mente. Pienso en hacerme un café, pero solo pensar en comer algo me da arcadas. Lo dejaré para más tarde.

Me preparo y cojo la correa de mi amigo para salir. Cuando llegamos a la altura de la casa de Marga y Paul me encuentro de sopetón con Isaac.

- ¡Ey! – saluda desde lejos.

- ¿Qué pasa, gemelo malvado? – pregunto con pocas ganas.

- Mis padres tenían médico temprano, hoy me toca sacar a las bestias – señala a Roko y Tana que le hacen un placaje a mi perro.

- ¿Están bien?

- Sí, sí. Es una revisión para mi madre.

- Pues tú tienes peor cara que yo – le digo.

- No me encanta levantarme a las siete de la mañana.

- Ni a ti, ni a nadie – asiente mientras se frota los ojos.

- ¿Puedo acompañarte? – necesitaba estar sola. – Claro, por qué no – finjo.

- Asier me ha mandado un mensaje, ya está de camino a Bilbao.

- Sí, lo sé. Hemos hablado.

- Bien.

- ¿Y tú qué?

- Bien. Nada nuevo.

- Entiendo.

Caminamos en silencio, no hay mucho que decir tan temprano. Hace un frío que pela y yo sólo llevo un chándal y una camiseta de manga larga debajo de la sudadera. Estoy helada, pensaba correr un poco, pero con la aparición estelar de Isaac, me parece mal ponerme a correr. Huiría si pudiera.

- Eh, ¿estás bien?

- ¿Qué?

- Te noto muy callada.

- Y yo a ti.

- A estas horas no me apetece bromear mucho.

- A mí tampoco.

- ¿Os va bien?

- A qué te refieres... - quiero saber.

- Asier y tú. ¿Estáis bien?

- Sí, como siempre.

- Eso no suena demasiado alentador.

- No sé qué quieres que te diga, Isaac.

- ¿Estás enamorada?

- Joder, hace unas semanas que nos conocemos. Quizás es un poco pronto.

- No sé. Tú sabrás.

- Y tú, ¿estás con alguien?

- No.

ALGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora