aquii la segunda parte! espero sus votitos y coments :)
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—Lo siento, tío — suspira resignado, pero finalmente se dirige al ascensor y se va.
Matt entra a su oficina sin decir nada y cierra con un portazo.
Minutos después me llaman de recepción y me informan que la verdadera persona que tenía la entrevista con Matt esta abajo. Yo les explico del error que hubo, y que probablemente va a tener consecuencias. Les digo que esperen, porque no se si Matthew lo va a querer recibir ahora.
Con un poco de miedo, le toco la puerta y me dice que pase.
—¿Qué necesitas, Nina? — Esta serio y con su habitual imponencia. No me deja ver cómo se siente.
—Está aquí el señor Rojas, ¿Quieres que te reprograme le reunión?
—¿Por qué habría de hacer eso? Que suba y hazlo pasar —dice como si nada y yo pongo los ojos en blanco. ¿De verdad va a pretender que no pasó nada? —. Y Nina, quiero hablar con el responsable de que ese imbécil pudiera llegar aquí arriba.
Asiento y me retiro. el tío es de hielo. Claramente, no lo iba a dejar pasar y yo me simpatizo un poco con la persona que se va a enfrentar a él.
Matthew recibe al cliente con su habitual cara de póker. Pareciera que nada es capaz de afectarle, aunque yo sé que eso no es así.
Después que el señor Rojas se va, Matthew no sale de su oficina ni me llama en ningún momento y no sé qué hacer. Tengo ganas de entrar y ver cómo está, pero no sé si es lo correcto. Tengo miedo de que me rechace o que la pague conmigo.
Finalmente, después de pensarlo un par de minutos más, decido ser valiente y entro sin llamar. Cuando abro la puerta, enarca una ceja y me mira expectante pero no dice nada.
—¿Estas bien? — vaya pregunta más estúpida. Claro que no está bien.
—Podría estar mejor — Se pasa las manos por la cabeza y el pelo le queda todo desordenado, y aun así se ve sexy. Me sorprende que me admita que no se encuentra bien, pensé que iba a seguir con el juego de me importa una mierda todo.
—No sabía si irme, si esperarte. Si necesitas algo —susurro.
—Puedes irte a casa, Nina —responde cansado. Pero yo no me quiero ir.
Quiero quedarme con él y hacerlo olvidar por un rato del momento de mierda que paso. Así que, con seguridad, que no sé de donde sale, cierro la puerta de la oficina y me acerco a él con lentitud y el me mira expectante sin entender nada.
—¿Qué haces?
Doy la vuelta a su escritorio, hago que mi mire y me paro entre sus piernas.
—Te acuerdas que te dije que te iba a demostrar lo agradecida que estaba contigo?
Veo como enseguida el deseo se refleja en su cara y eso me anima.
—Ah sí, cierto. ¿Cómo pensabas agradecerme? —pregunta con lujuria y yo me excito enseguida.
Me abro lentamente los botones de la camisa, para luego deslizarla con lentitud por mis hombros. Lo estoy provocando. Lo estoy seduciendo. Me gusta saber que lo puedo hacer. Me saco el sostén y lo tiro a un lado con picardía y el sonríe. Si. Le gusta.
Me acerco a él y le empiezo a dar besos por el cuello mientras desabrocho su camisa y le recorro el pecho con las manos. Voy dejando un reguero de besos por todo su torso hasta que me arrodillo y dejando clara mis intenciones, le desbrocho el cinturón y meto mis manos dentro de sus interiores para liberar su erección.
Mi experiencia con el sexo oral es casi nula. No sé muy bien lo que tengo que hacer así que actuó solo por instinto.
Tomo su miembro con mi mano y sin dejar de mirarlo a los ojos, paso lentamente mi lengua por la punta, tentándolo de a poco, y luego lo lamo de arriba abajo como si fuera una paleta de helado para luego meterlo en mi boca.
—Joder, Nina —gime, cierra los ojos y recuesta la cabeza disfrutando, mientras con la mano me acaricia la cabeza animándome a seguir.
Trato de aumentar la velocidad y llega hasta el fondo de mi garganta, pero sus jadeos me excitan y me incitan a seguir.
—SI no paras me voy a correr en tu boca —me avisa, pero veo en sus ojos lo mucho que le gusta así que no paro hasta que se termina corriendo en mi boca.
Me toma de os brazos para ayudarme a levantar y luego me pega a él y me besa con fuerza, con necesidad y yo le correspondo.
—No te puedo explicar, lo mucho que me pone verte así, sensual y segura de lo que estás haciendo —dice al tiempo que me muerde los labios y yo sueldo un gemido en respuesta.
—¿Te gusto? —pregunto un poco cohibida—. No sabía muy bien que hacer...
—Me acabo de correr en tu boca ¿Y me preguntas si me gusto? —Me encojo de hombros y desvió la mirada, pero él me obliga a mirarlo—. Tanto me gusto, que te voy a devolver el favor.
Sin esperar mi reacción, me baja la falda junto con mi ropa interior y luego me levanta para sentarme sobre la mesa y me obliga a recostarme para poder subir mis piernas y ponerlas a los lados. Quedo completamente a su merced.
Me da un par de besos por los muslos y me da mordisquitos que me hacer jadear. Su lengua encuentra mi clítoris y me arqueo y grito en respuesta.
—Estas tan mojada... Dime Nina, que te excita mas ¿chupármela o que te lo haga yo a ti? —no respondo, solo me quejo queriendo que siga—. Ya sabes qué pasa si no contestas preciosa.
—Las dos cosas joder.
Veo su cara de suficiencia y ruedo los ojos, pero él me ignora y sigue con lo que estaba haciendo.
Chupa y tira de mi clítoris sin piedad y cuando me corro gritando su nombre, no me da tiempo de recobrar el aliento porque me hace dar la vuelta para quedar boca abajo.
—Agárrate del borde de la mesa y no te sueltes —dice al tiempo que escucho como rasga el envoltorio del condón para acto seguido, entrar en mi de golpe. Me agarra el pelo mientras entra y sale de mi con fuerza y vuelvo a tener otro orgasmo que me deja sin fuerzas y después de un par de estocadas más, Matt cae sobre mí.
—Me gusta tu forma de agradecer —me susurra y yo me rio. Me ayuda a levantarme y me besa suavemente, con ternura incluso—. ¿Estás bien?
—Me acabas de dar dos orgasmos, ¿y me preguntas si estoy bien? —uso la misma frase que él y ahora es el quien se ríe.
—Touche.
—No creas que no me di cuenta que no pediste que viniera el jefe de seguridad —cambia de tema mientras nos cambiamos.
—Matt, me explicaron lo que paso. Fue un error.
—Nina...
—Ya se lo que piensas de ese tipo de errores, pero por favor. No despidas a nadie.
El resopla, pero se acerca a mí, me abraza y pega su frente con la mía.
—¿Qué estás haciendo conmigo? —susurra, más para el que para mí y se me eriza la piel—. Normalmente te diría que no es tu problema y que no te metas... pero está bien, por esta vez, no voy a despedir a nadie, pero tampoco lo voy a dejar pasar sin decir nada.
—Gracias —lo beso y nos quemamos así unos segundos.
—Es tarde, vamos.
—¿A dónde?
—A mi hotel, todavía no he terminado contigo.
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No me dejes caer; Escondida.
RomanceNina Johnson, una mujer de 26 años que después de que su ex abusa física y psicologicamente, se ve envuelta en una desgracia y decide dejar todo atrás, cambiarse el apellido y mudarse de país. Matthew Reed, un empresario exitoso, con un carácter d...