Capitulo 26

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Un fuerte malestar de estómago me despierta, salgo corriendo al baño y sin mucho esfuerzo vomito la cena. Eso me pasa porque hace mucho que no ceno tan pesado. Me cepillo los dientes para quitarme el sabor amargo de la boca y me lavo la cara. Cuando salgo del baño, me paro en seco recordando que anoche me quede dormida de vuelta con Matthew y me doy cuenta de que ahora estoy sola.

No puedo evitar sentir un toque de desilusión al darme cuenta que esta vez me dejo y se fue sin decir nada, pero supongo que ya era demasiado. Me trajo a casa, me cuido, me cocino, me hizo reír... creo que no le puedo pedir mas nada.

Me llevo la mano a los labios recordando el beso que nos dimos antes de que a mi se me fuera la cabeza. Fue muy intenso y me atrevo a decir que es el mejor beso que me han dado.

Lo que vino después, fue inevitable. Yo no estoy para andarme morreando por ahí con nadie y menos con mi jefe. Igual, no termino de entender como terminamos así. No se necesita mucha lógica para saber porque me puedo sentir atraída hacia él, lo que no entiendo, es que ve el en mí. No se me ocurre otra cosa que lo que le dije, lastima.

Esto no puede seguir así, no me tiene que importar. Ya tengo suficiente como para permitir que unos besos sin importancia alteren la poca tranquilidad que tengo.

Es de madrugada, pero no vuelvo a conciliar el sueño. Trato de no pensar mas en Matthew, que ha sido una gran distracción, pero decido que ya no puedo seguir evitando lo que paso hoy.

Tomo fuerzas para agarrar mi celular y volver a leer el mensaje de Eric. No tengo ni idea de que hacer ahora. Se que es capaz de hacerle daño a mi padre o incluso a Chloe y no podría vivir si algo le pasara a cualquiera de los dos por mi culpa.

No quiero preocupar a Chloe, pero se que tengo que decirle sobre esto. Además, ella siempre sabe que decir en estas situaciones.

Hola Chlo, necesito hablar contigo. Estoy bien, pero es bastante urgente, cuando leas esto me llamas. Te quiero.

Le dejo ese mensaje y espero que en el día cuando lo lea se comunique conmigo enseguida.

Quizá debería dejar de ser tan cobarde, regresar a Nueva York y encararlo, pero se que no soy capaz. Se que en el momento que regrese todos los recuerdos van a poder conmigo. Voy a terminar, otra vez, en la habitación de un motel inmundo ahogada en alcohol. Suelto un suspiro exagerado, pero es que como me gustaría un vaso de vodka en este mismo instante.

A la mañana salgo temprano de casa para comprar algo de desayuno y aprovecho a comprarle el café a Matthew. Me pregunto si sacara a colación algo de anoche o hará como si nada.

El llega unos minutos después que yo a la oficina, con su respectiva cara de mala leche que automáticamente, me pone en alerta.

—Buenos días, señor — estamos en la empresa, así que le vuelvo a hablar de usted.

—Pasa a mi oficina — Me dice con su voz fría. Apenas me mira y sigue de largo a su oficina.

Pues creo que ahora sí, me he quedado sin trabajo. Voy detrás de el y trato de no parecer nerviosa.

—Su café. — ni siquiera lo mira.

—Siéntate — trago duro y hago lo que me dice. No digo nada y espero que el termine de acomodarse en su silla—. ¿Estás bien?

Asumo que se está refiriendo a anoche.

—Si, estoy bien.

Por fin me mira y no se porque se me hiela el cuerpo cuando me doy cuenta de la dureza que hay en su mirada.

No me dejes caer; Escondida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora