Parte 2 capitulo 11

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Trato de pensar en alguna excusa para no verlo, pero sé que ninguna va a servir. Si Matthew vino hasta aquí, no se va a ir hasta que venga a decir lo que sea que tiene para decir. Lo conozco.

Le digo a Maggie que lo dejen subir y que lo deje pasar, mientras trato de serenarme. Me paso las manos por la falda varias veces, intentando que no se vea ninguna arruga, hasta que me doy cuenta que estoy sentada y no se va a dar cuenta. Mi corazón late a mil por hora y no lo puedo controlar. Es el efecto Matt en mí.

Siento que pasa una eternidad hasta que oigo como golpean la puerta.

—Adelante —apenas me las arreglo para contestar.

Maggie abre la puerta para dejarlo pasar y apenas lo veo, sé que esto no va a ir bien. Percibo la máscara de hielo en él apenas pone un pie adentro. Va vestido completamente de negro. Algo me dice que tiene que ver con el humor que trae. Aun así, se ve endemoniadamente sexy como siempre.

—Hola, Matt.

Me quiero golpear mentalmente cuando escucho el temblor en mi voz. Maldita sea la manera en que me intimida algunas veces.

—Nina —dice con una frialdad que me escuece un poco.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Trato de sonar lo más casual posible e inmediatamente su reacción me dice que no le gusta nada.

—¿Eso es lo único que tienes para decir? — pregunta, tenso.

—Pues sí. Eres tú el que vino a verme.

El entrecierra los ojos e inhala bruscamente cuando me escucha. Si tenía alguna duda de que la cague, pues esto me lo dice todo.

—No estaría aquí si no hubieses salido corriendo de mi casa como si fueras una criminal.

Sus palabras me ofenden, pero no hacen más que confirmar lo enojado que esta. Damos un paso para adelante solo para retroceder 5 y aunque sé que es por mi culpa, no lo admito.

—No pretendía ser una más en la lista de mujeres que tienes que echar de tu cama por la mañana. Te estaba evitando el incómodo momento de la mañana después.

No paro de tirarle leña al fuego. Si. Soy masoquista. El cierra los ojos y cierra los puños y unos segundos después, me fulmina con la mirada.

—¡Eres increíble! —espeta furioso y yo retrocedo un poco en mi silla. Mierda. Está echando fuego por la boca—. No me equivoque cuando te dije que tu problema nunca fue meterme en mi cama.

—¡Vete a la mierda! —le grito y me paro, enojada yo también.

Nos retamos con la mirada. Se puede sentir la tensión entre los dos. La tensión sexual y la del enojo. Ambas.

Sé que es mi culpa, pero él nunca me hace las cosas fáciles. En vez de venir en son de paz a ver cuáles son mis motivos, viene directamente a atacarme.

Mientras me fusila con la mirada, se saca del bolsillo de su americana un sobre. Oh no, otro sobre. Joder. Y otra vez, lo tira en la mesa de forma violenta y despectiva.

—Vine hasta aquí para traerte eso, que ahora es obvio la razón por la que me buscaste ayer. Es lo que querías y ahí lo tienes.

Desconfiada abro el sobre y veo un montón de papeles míos.

—¿Qué es esto?

—Son todas las copias de tus documentos falsos. Las pruebas que tenía.

—-¿A qué estás jugando, Matthew? —pregunto sin entender nada.

No me dejes caer; Escondida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora