Capitulo 24

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Después de un rato, la comida esta por fin lista y el la sirve. Tengo que admitir que solo el aroma es muy bueno.

—Buen provecho.

—Igualmente.

Pruebo el primer bocado y suelto un leve gemido involuntario, por el hambre que no me había dado cuenta que tenia y porque realmente esta muy buena la pasta. Lo miro y al igual que la otra vez, me ve con una sonrisa burlona.

—Para no comer mucho, disfrutas bastante la comida— se cachondea. Puedo sentir el calor en mis mejillas.

—Te quedo muy buena.

—Lo sé — dice de forma chulesca.

—La arrogancia te quita atractivo ¿sabes?

—¿Así que piensas que soy atractivo?

—¡Eso no fue lo que dije! —subo un poco la voz y el solo se ríe más. Mierda, estoy haciendo el ridículo—. Deja de burlarte de mí.

—No me burlo de ti, pero es que me lo pones muy fácil.

—Ya te dije, me alegro que te cause gracia.

Sigo comiendo y trato de ignorarlo.

—Bueno, me causa gracia demostrarte que estabas equivocada.

Pongo los ojos en blanco.

—Si, esta bien, estaba equivocada. De todas maneras, no te conozco mucho así que en normal.

—Es cierto, pero no se porque me parece que tienes una idea del típico prototipo de hombre— suena un poco molesto y yo me siento un poco avergonzada, y otra vez sin pensar suelto.

—Al contrario, me pareces bastante impredecible Matthew.

—¿Y eso por qué?

Me muerdo el cachete pensando bien que decir y el me quema con su mirada, esperando una respuesta.

—Porque cambias de actitud de un segundo a otro y no se que esperar.

—Pues sí, eso sí suena como yo.

—Pues que bien saber que en algo tengo razón.

—No te acostumbres. ¿Te molesta el pie? — se apiada un poco de mi y cambia el tema. Ahora suena preocupado.

—Un poco.

Se levanta de la mesa, va hacia la mesa donde estaba la bolsa y regresa. Me tiende otra pastilla.

—Toma, ya te toca.

No me hace mucha gracia tomar muchos analgésicos, pero se que va a ser un poco absurdo discutir por esto así que me la bebo. Además, es cierto que el dolor de las quemaduras es bastante insoportable.

Cuando llevo la mitad del plato lo hago a un lado.

—Pensé que te había gustado— suelta, ofendido.

—Si me gusto, es solo que me lleno muy rápido.

Me levanto de la mesa y empiezo a recoger.

—Yo te ayudo.

—No, tu cocinaste, ya lavo yo los platos.

El insiste, pero no lo dejo, ya ha hecho mucho por mi hoy. Me pregunta por el baño y desaparece mientras yo termino aquí.

Me vuelvo a sentar en el mueble cuando el reaparece.

—Déjame ver como tienes el pie.

—Esta bien, lo vendaste hace un rato.

Rueda lo ojos y sin prestarme mucha atención, se sienta otra vez a mi lado, me agarra el pie y lo pone de vuelta en su regazo.

El roce de la venda me molesta un poco y él se da cuenta.

—Ya no esta tan inflamado, pero esta irritado.

Me vuelve a aplicar la pomada y me muerdo los labios para no soltar un insulto por la molestia. Agradezco cuando por fin termina y me suelta el pie.

—Espero entonces que mi jefe no me rete por no ir mañana en tacones al trabajo.

—No sé, he escuchado que es bastante estricto — dice irónicamente y no puedo evitar reírme.

—Si, lo es.

Él sonríe, pero un segundo después se pone serio.

—¿Estas bien?

—No se si bien, pero mejor de lo que esperaba y eso es por ti— aunque suene patético, decido ser sincera. Inspiro profundo y lo miro— Gracias por ayudarme y quedarte conmigo hoy. No se que hubiese pasado si me quedaba sola.

—Y yo no se que es lo que tienes, pero no te quería dejar sola.

Ninguno de los dos sabe que mas decir, así que nos quedamos callados en un silencio que sorpresivamente, no es incómodo. Nos quedamos así, mirándonos a los ojos y lo único que puedo pensar en ese momento es en cómo me gustaría besarlo, esta vez de verdad.

El levanta la mano para acariciarme la mejilla y como si leyera mis pensamientos, me mira los labios. Luego, me mira otra vez a los ojos para ver mi reacción y yo únicamente me acerco lo que parece un milímetro, pero lo suficiente para que el lo tome como señal de aprobación.

Se acerca poco a poco, hasta que siento su aliento en mi cara. Es automático como se me dispara el pulso y los nervios se empiezan apoderar de cada fibra de mi ser. Porque a diferencia de la otra vez, esta vez lo estoy esperando y mi cabeza y mi cuerpo lo piden a gritos.

Después de lo que se sienten como horas de anticipo y expectativa, sus suaves y carnosos labios se encuentran con los míos. En ese preciso momento mi mundo se paraliza y a pesar de no ser capaz de moverme, de que mis manos están tensas en mi regazo, de que el corazón se me sale del pecho en cualquier momento, esta vez, cierro los ojos, me dejo llevar y le correspondo el beso.

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Mañana la tercera parteeeee :)

No me dejes caer; Escondida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora