Sin sentido
Bella CarussoHabía pasado escuchando casi toda mi tarde gemidos, golpeteo del cabecero de cama y risas. Me sentía tan incómoda hasta ese punto que pensaba seriamente salir por la ventana de penthouse.
Pero me había dado de cuenta que esas ventanas no podrían ser abiertas. Aunque había tratado de que no importara el ruido, después de todo me había quedado pensando en la foto de ellos junto a su familia con una bandera de Alemania atrás.
Eso explica esos genes.
Eso explicaba porque su italiano era demasiado raro cuando lo pronunciaban.
Hacia una hora que quería orinar pero no había podido hacerlo pues afuera se escuchaban gritos, risas y lo que menos quería incomodar. Pero tampoco quería utilizar el baño de Egger, sentía que era todo demasiado personal.
Así que luego todo se calmó, miré por las ventanas unos cinco minutos y esperé otros cinco para ver si se escuchaban más cosas pero solo eran voces distorsionadas.
—Vamos, sal —me susurré con aliento a mí misma —, hazlo, en algún punto no podrás aguantar más.
Decidí tomar el valor y salir, caminé por el pasillo ignorando las pinturas y jarrones que habían en el. Entonces me sentí incómoda con la imagen que tenía frente a mis ojos.
Había dos chicas desnudas -bueno, sólo tenían tanga- y a los chicos semidesnudos cerca de ellas, dos de ellos riendo, uno en su celular y otro sirviéndose algo de tomar.
Nadie me notó.
Así que opté por llamar al único que al menos no tenía la atención en algo que no fuera beber o un par de tetas.
—Egger.
Inmediatamente las risas de las dos chicas cesaron, Dressler me miraba apenado, Althaus intentó ignorarme, Adler me miraba sorprendido y Egger me miraba fijamente.
—¿Sí?
—Ven, por favor —pedí, tímida.
El asintió y sus hermanos miraron a Egger cuando este se levantó del asiento y comenzó a caminar hacia mí. Las chicas me miraban con un poco de recelo pero a eso no le tomé importancia.
Ni que fueran míos.
Pensé irritada.
—¿Podrías acompañarme al baño? —pedí avergonzada una vez estaba frente a mí —Es que no sé dónde queda.
Pensé que diría algo como “estoy ocupado con mi celular, ¿no tenías algo más importante que decirme?” pero fue todo lo contrario.
Asintió y comenzó a guiarme hacia donde era.
No intenté hablar más con él y él no intentó hablar o decirme nada tampoco.
—Es ahí —apuntó a la puerta que estaba frente a nosotros.
—Gracias —asiente —. ¿Dónde dormiré?
—No hemos preparado una habitación para ti —me mira y vuelve a mirar su celular —, así que tendrás que dormir en la habitación de alguno de nosotros.
—¿Puedo quedarme contigo? —susurro.
El me mira sorprendido pero termina asintiendo, después de todo, yo no quería ver a ningún otro hermano y si más tiempo pasaba en una habitación encerrada me sentiría más tranquila conmigo misma.
Entro a este y escucho como Egger se acomoda esperando. Cierro la puerta y me miró al espejo fijamente, lavo mis manos un minuto después y luego comienzo a orinar mirando todos lo detalles que tenía el baño. Tararee una canción y luego tiré de la cadena y volví a lavar mis manos.
Mi mirada en el espejo se ve cansada, retraída y las ganas de volver a llorar son intensas.
Había pasado de una prisión a otra y no sabía cuál era peor, pues sí una cosa tenía clara era que aunque mi madre se drogara yo podía escapar y luego volver. Pero aquí no podía hacer nada de eso y eso me afligia aún más.
Escuché murmullos detrás de la puerta, así que fingí seguir lavandome las manos y pegué mi oído a la puerta, curiosa.
—¿Cómo es eso de qué te habla? —era Althaus —Con nosotros solo intentó escapar, nos gritó y a mí me golpeó.
Escuché una risa sarcástica.
—¿Cómo no iba a hacerlo? —replicó —Nos la hemos llevado sin su consentimiento.
—Claro, y a ti te da la confianza como por arte de magia.
Yo no le he dado ninguna confianza.
—Ella no me ha dado ninguna confianza.
—¿Entonces por qué mierda te pide ayuda a ti y no ha Dressler? —suena irritado —o a mí.
—La has tratado de la mierda, Althaus —escupe —. Y pensó que traerías a las gemelas para hacerle daño a ella. No para que las folles.
Me tenso porque en ningún momento le revelé eso, así que decido cerrar la llave y me seco las manos. Se oyen pasos alejándose y tomo un suspiro y salgo.
—Pensé que te ibas a quedar ahí a vivir.
—Sí bueno, ese baño es tan grande como mi antigua habitación —intento bromear.
—En Alemania tendrás una habitación más grande —revela.
Me tenso.
—Yo no quiero irme de Italia —me asusto.
—Italia es territorio enemigo, no nos vamos a arriesgar aquí cuando en Alemania es el territorio de nosotros.
No entiendo una mierda de lo que está pasando. Pero vamos, actúa como si lo supieras.
—No entiendo —en cambio digo.
Ay, pero es que tú eres muy idiota.
—Mafias, clanes —dice sin importancia.
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Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...