Sin salida
Althaus EngelLa rabia consumía todo mi cuerpo. Intentaba no sacar mi arma y bajarme de la camioneta solo para subirme a la blindada a darle mil tiros a ese hijo de puta.
—Althaus.
—Ni una sola palabra sobre esto —no miro a nadie —, nunca.
—Hay que hablarlo con Bella...
—¡Nadie va a hablar nada, coño! —grito perdiendo los nervios —¡Nadie le va a decir nada! Yo la voy a sacar de ahí y se va a recuperar ¡no hay nada más de qué hablar!
—No puedes obligarla a entrenar —replica Adler.
Suelto una risa seca —. A mí nadie me va a decir que hacer. ¡Le guste o no así no se va a quedar!
—¿Qué haremos con las gemelas? —Egger intenta cambiar el rumbo de la conversación.
—Quemarlas vivas —los miro fijo —, me valen una mierda.
—No vamos a hacer eso.
—¡Entonces no me pregunten nada, joder!
La conversación se acaba y lo agradezco mentalmente. Sabía que ahora no estaba de humor para lidiar con estupideces.
Las ansias por llegar y arrastrar a Bella conmigo estaban matandome. Ella iba en una camioneta aparte siendo manejada por una guardia de seguridad. Los celulares comienzan a sonar y sé con seguridad que son mis padres buscando explicaciones.
—Necesitan hablar contigo.
—No voy a hablar con nadie —respondo mirando fijamente la carretera —. Me voy con Bella.
Mis hermanos me miran fijamente con enojo.
—No puedes llevártela.
—Ustedes no están de acuerdo y yo no le voy a dejar pasar esto.
—No vas a separarla de nosotros —replica nuevamente Egger.
—Me vale una mierda —gruño —. No estoy dispuesto a aguantar más pataletas ¡o lo hace o la obligo!
—Estás fuera de control —Dressler intenta calmarnos —no puedes hacer las cosas sin pensar.
Intento tomar aire pero la rabia no me ayudaba en nada.
—Te vas a morir por tu propio veneno —habla Egger —, tienes que controlarte porque Bella no es fácil de manejar y lo sabes.
Intento ignorarlos evitando responder a todo lo que me dicen.
—Más rápido —gruño al guardia que conduce la camioneta.
La camioneta de Bella entra a la mansión y yo ordeno que mi camioneta llegue primero, así que cuando la camioneta de Bella se detiene y ella baja yo ya estoy dando pasos apresurados hacia ella.
Sus ojos rojos, su cabello despeinado y la culpa en su mirada me hace replantearme gritarle.
—Bella —intento sonar neutral.
Sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas y toma todo de mí no abrazarla.
—No me regañes —sollozo con fuerza —, sé que es mi culpa.
Se acerca a mí y pega su cara en mi pecho.
—No lo es —intento mantener a raya mi rabia —. Pero las cosas van a cambiar a partir de ahora y no espero un no como respuesta porque ya te dejé ser y mira como hemos terminado.
Ella aprieta su agarre y la mueca por la herida que seguramente ya debe estar a punto de descoserse, me sale natural.
—Lo... siento.
—Vas a entrenar conmigo —demando —y no espero un no como respuesta. No voy a dejar que te hundas nunca, Bella.
Comienzo a caminar con ella sin mirar si mis hermanos ya están adentro o no. Así que una vez estamos en la sala de estar y los veo a ellos reunidos hago la señal para dejarles saber que no es el momento.
Asienten sin más y se levantan para ir cada uno a sus respectivas habitaciones.
Yo camino con Bella a mi habitación y me dirijo al baño para quitarme la camisa llena de sangre.
Iba a lavarme para coserme.
—¿Puedo... ha-hacerlo?
La voz de Bella hace que mi mirada se dirija a ella a través del espejo. Ella se acerca sin quitarse aún la ropa que tiene puesta.
—¿Puedo? —vuelve a preguntar esperando mi respuesta.
Asiento sin saber que más decirle y ella va hacia el botiquín de primeros auxilios.
—Voy a lavarte —informa tímida —. Te dejaré la herida ventilada para que sane más rápido.
—Bien —intento no tocarla.
Ella procede a concentrarse en lo que está haciendo y yo intento no recordar cómo la ví debajo de Jaxen. Las ganas de quitarle la ropa y lavarla por mí mismo son grandes.
Así que cuando ella termina y me mira con la mirada vidriosa.
La atraigo hacia mí y la llevo a la ducha.
—¿Qué...
No la dejo terminar sino que le arranco su ropa y abro la llave, el agua nos golpea a los dos y ella vuelve a llorar abrazándose a mí.
—Es mi culpa...
—Joder no —niego yo —, no es tu culpa.
—Yo les obligué a qué me llevaran —niega —, ¡fui yo!
—¡Escúchame! —digo molesto —No es tu maldita culpa, Bella. Es ist nicht, italienisch.
Ella me abraza con fuerza y aunque mi herida puede volver a abrirse no le doy importancia y termino con ella en el piso del baño con el agua cayendo a nosotros.
—Tedesco.
Traducciones.
Althaus: No es tu culpa, italiana.
Bella: Alemán.
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Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...