Capítulo 38

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Sin salida
Althaus Engel

  La rabia consumía todo mi cuerpo. Intentaba no sacar mi arma y bajarme de la camioneta solo para subirme a la blindada a darle mil tiros a ese hijo de puta.

—Althaus.

—Ni una sola palabra sobre esto —no miro a nadie —, nunca.

—Hay que hablarlo con Bella...

—¡Nadie va a hablar nada, coño! —grito perdiendo los nervios —¡Nadie le va a decir nada! Yo la voy a sacar de ahí y se va a recuperar ¡no hay nada más de qué hablar!

—No puedes obligarla a entrenar —replica Adler.

Suelto una risa seca —. A mí nadie me va a decir que hacer. ¡Le guste o no así no se va a quedar!

—¿Qué haremos con las gemelas? —Egger intenta cambiar el rumbo de la conversación.

—Quemarlas vivas —los miro fijo —, me valen una mierda.

—No vamos a hacer eso.

—¡Entonces no me pregunten nada, joder!

La conversación se acaba y lo agradezco mentalmente. Sabía que ahora no estaba de humor para lidiar con estupideces.

Las ansias por llegar y arrastrar a Bella conmigo estaban matandome. Ella iba en una camioneta aparte siendo manejada por una guardia de seguridad. Los celulares comienzan a sonar y sé con seguridad que son mis padres buscando explicaciones.

—Necesitan hablar contigo.

—No voy a hablar con nadie —respondo mirando fijamente la carretera —. Me voy con Bella.

Mis hermanos me miran fijamente con enojo.

—No puedes llevártela.

—Ustedes no están de acuerdo y yo no le voy a dejar pasar esto.

—No vas a separarla de nosotros —replica nuevamente Egger.

—Me vale una mierda —gruño —. No estoy dispuesto a aguantar más pataletas ¡o lo hace o la obligo!

—Estás fuera de control —Dressler intenta calmarnos —no puedes hacer las cosas sin pensar.

Intento tomar aire pero la rabia no me ayudaba en nada.

—Te vas a morir por tu propio veneno —habla Egger —, tienes que controlarte porque Bella no es fácil de manejar y lo sabes.

Intento ignorarlos evitando responder a todo lo que me dicen.

—Más rápido —gruño al guardia que conduce la camioneta.

La camioneta de Bella entra a la mansión y yo ordeno que mi camioneta llegue primero, así que cuando la camioneta de Bella se detiene y ella baja yo ya estoy dando pasos apresurados hacia ella.

Sus ojos rojos, su cabello despeinado y la culpa en su mirada me hace replantearme gritarle.

—Bella —intento sonar neutral.

Sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas y toma todo de mí no abrazarla.

—No me regañes —sollozo con fuerza —, sé que es mi culpa.

Se acerca a mí y pega su cara en mi pecho.

—No lo es —intento mantener a raya mi rabia —. Pero las cosas van a cambiar a partir de ahora y no espero un no como respuesta porque ya te dejé ser y mira como hemos terminado.

Ella aprieta su agarre y la mueca por la herida que seguramente ya debe estar a punto de descoserse, me sale natural.

—Lo... siento.

—Vas a entrenar conmigo —demando —y no espero un no como respuesta. No voy a dejar que te hundas nunca, Bella.

Comienzo a caminar con ella sin mirar si mis hermanos ya están adentro o no. Así que una vez estamos en la sala de estar y los veo a ellos reunidos hago la señal para dejarles saber que no es el momento.

Asienten sin más y se levantan para ir cada uno a sus respectivas habitaciones.

Yo camino con Bella a mi habitación y me dirijo al baño para quitarme la camisa llena de sangre.

Iba a lavarme para coserme.

—¿Puedo... ha-hacerlo?

La voz de Bella hace que mi mirada se dirija a ella a través del espejo. Ella se acerca sin quitarse aún la ropa que tiene puesta.

—¿Puedo? —vuelve a preguntar esperando mi respuesta.

Asiento sin saber que más decirle y ella va hacia el botiquín de primeros auxilios.

—Voy a lavarte —informa tímida —. Te dejaré la herida ventilada para que sane más rápido.

—Bien —intento no tocarla.

Ella procede a concentrarse en lo que está haciendo y yo intento no recordar cómo la ví debajo de Jaxen. Las ganas de quitarle la ropa y lavarla por mí mismo son grandes.

Así que cuando ella termina y me mira con la mirada vidriosa.

La atraigo hacia mí y la llevo a la ducha.

—¿Qué...

No la dejo terminar sino que le arranco su ropa y abro la llave, el agua nos golpea a los dos y ella vuelve a llorar abrazándose a mí.

—Es mi culpa...

—Joder no —niego yo —, no es tu culpa.

—Yo les obligué a qué me llevaran —niega —, ¡fui yo!

—¡Escúchame! —digo molesto —No es tu maldita culpa, Bella. Es ist nicht, italienisch.

Ella me abraza con fuerza y aunque mi herida puede volver a abrirse no le doy importancia y termino con ella en el piso del baño con el agua cayendo a nosotros.

Tedesco.


Traducciones.

Althaus: No es tu culpa, italiana.

Bella: Alemán.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora