Una vida con
Adler EngelEl alivio que azotó mi pecho al escuchar a Bella decir que no más querer volver fue genuino.
Ella no quería volver, yo no quería que ella volviera, nosotros no queríamos que ella volviera. Y el que lo hubiera aceptado aceleraba un poco mi corazón.
Se quería quedar con nostros.
Althaus me miró disimuladamente y me sonrió socarrón, le devolví la sonrisa y busqué su chat en mi celular.
—Al parecer la colocan de buen humor los orgasmos —Adler.
—Aún no se lo he dado, tal vez es simplemente mi presencia la que la hizo cambiar de opinión —Althaus.
Maldito egocéntrico.
—Creí escucharlo cuando pasé por su habitación —Adler.
—A punto, pero Agna nos lo ha dañado —Althaus.
Río y guardo mi celular sin nada más que decir.
—Me alivia saber que no quiere irse —Althaus.
Compartía el mismo sentimiento que mi hermano.
—A mi igual, creí, de verdad creí, que seguía en su posición de no querer estar con nosotros —Adler.
Mi hermano me mira y asiente.
—Ahora queda saber qué le dijo el imbécil de Dressler para que no quisiera hablar con nosotros por un día entero —Althaus.
Lo veía venir, Althaus nunca dejaba pasar una, por más que hayan más cosas en su cabeza todo lo tenía claro y nada se le escapaba.
Y ésta no iba a ser la ocasión en que comenzara.
No hablamos más, Bella se mantiene mirando todo lo que hay por el camino y se sorprende de muchas cosas. Así pasamos media hora después hasta que logramos llegar al restaurante.
Los guardaespaldas despliegan su seguridad y comienzan a registrar la zona, cuando está todo libre de enemigos, ellos dan luz verde para poder entrar y cenar tranquilos.
Una vez adentro Egger y Dressler ya están en una mesa grande esperando que nosotros llegáramos, mi madre camina un poco más apresurada y termina besando y abrazando a mis dos hermanos menores.
—¡Los extrañé tanto! —lloriquea.
La escena hace que coloque mis ojos en blanco y que me siente para no seguir llamando la atención. Pero siempre llamábamos la atención.
No era secreto que éramos muy conocidos aquí en Hamburgo como lo éramos en Múnich.
—Amor, estás avergonzadolos —habla mi padre.
—Nunca se es mayor para abrazar a mis bebés —ella protesta.
—Tenemos más de veintiuno, ya no somos bebés —la réplica de Dressler me hace reír.
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Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...