Capítulo 62

13.8K 1K 132
                                    

Blanco
Bella Jordan

  La molestia que tengo en mi interior está a punto de hacerme dar la vuelta he ir tras el maldito Althaus pero sé que debo contenerme.

La interacción que tenía ella con él me había dolido y el saber todo lo que sabía de cada hermano estaba por derrumbarme. Unas cuantas horas y ya había querido matar a Althaus, gritarle a Egger, hacer enojar a Adler y besar a Dressler.

Haber mantenido la calma me había costado y por un momento pensé en rebanarle la mano a Kristine.

Me subo a la camioneta con ayuda de Pine y él con una mirada da la orden de que nos coloquemos en marcha.

—Haz iniciado una guerra —que Pine no me replique me hace mirarlo con interés —y yo voy a salir herido en esto.

—Los dos —niego —, yo he permitido que tú me toques solo por hacerlos enojar y tú te haz aprovechado para hacerlos estallar.

—Me he dejado llevar.

—No te paso una más —advierto —, si no te pego el tiro yo te lo van a pegar ellos.

Pine asiente sin decir más y yo tampoco abro la boca para nada.

Repaso el encuentro una y otra vez y caigo en cuenta que no he durado nada allí pero, la rabia que tenía no podía manejarla un minuto más. Ellos ya no me podían ver perder la compostura.

El auto luego de media hora, se detiene. La mansión Seymann se alza imponente y sé que la mansión es la viva imagen de lo que fue un día el tatarabuelo de de los hermanos.

El señor Seymann Engel era toda una personalidad fuerte.

Lo podías analizar en cada detalle de la casa, los colores exigidos correctamente y el aire tan suyo que ni con muchas personas que habiten, cambia.

Althaus me había citado aquí, al lugar donde iba a pasar la noche. Me iba a divertir al ver su cara cuando me viera en pijama.

—Señorita Engel —asiente el jefe de guardia.

Ruedo los ojos y lo miro fijamente.

—Dime, Rafael —doy un paso hacia él —¿cómo te he pedido que me saludes?

—Perdón, señorita. Pero son órdenes de la señora Agna —extiende una mano y yo la tomo.

Caminar con tacones por el prado de la casa no era emocionante.

—No me importa, soy solo Bella —reprimo un bostezo —. Ni señorita, ni señora, solo Bella. Tampoco soy Engel, por lo menos, no aún.

—Lo será —afirma con una sonrisa juguetona.

Asiento sin estar convencida y él me ayuda a llegar a la entrada principal de la mansión.

Pine se ha quedado y sé que quiere que le deje solo, así que no insisto en que entre conmigo.

Una vez comienzo a caminar hacia las escaleras y resguardarme en mi habitación, la madre de los hermanos aparece con una gran sonrisa y me lleva hacia la cocina.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora