Capítulo 6

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Juego de poder
Althaus Engel

  Toda mi vida había entrenado para ocuparme del poder que conllevaba o conlleva el apellido Engel. Empresas, riquezas, mujeres, lavado de dinero, transportación de drogas, bares y una lista larga de demás cosas.

Pero no me había preparado para lo que significaba Bella Carusso.

Inocente, sensata de vez en cuando, un toque de perversidad en lo más oscuro de su memoria, sensual, divertida, llena de vida.

Y eso en cierta parte me jodía.

Luego de que un tipo hace dos años perdió una gran apuesta contra Dressler, habíamos fingido dejarlo como si nada y lo seguimos hasta su casa, ahí pensábamos secuestrar -en el menor de los casos- o torturar -en el peor de los casos-, a su familia. Pero lo que encontré me sorprendió.

El tipo era un maltratador -y no es que nosotros fuéramos mejores-, pero mi padre nos había enseñado desde muy pequeños que el día que tuviésemos una mujer nunca le colocaramos una mano encima, pues ellas serían nuestro apoyo y soporte y si las destruiamos de esa manera nosotros podríamos venirnos abajo.

Así que sabía lo que era respeto por la familia, cosa que el tipo, no tenía en cuenta.

Mis hermanos y yo alcanzamos a detenerlo antes de que terminara de matar a su hija, Bella.

Estaba golpeada, moretones viejos, moretones nuevos, una contusión en la cabeza y la madre estaba inconsciente a unos dos metros de ella. Nos llevamos al tipo y le cobramos el doble, a lo que el hijo de puta dijo que su hija podía ser la deuda saldada.

Lo conversamos con mis hermanos, la comenzamos a vigilar, día y noche. Cámaras en su casa, habitación y baño. Sí, nos habíamos excedido pero era imposible dejar de mirarla y todos estábamos de acuerdo con ello. Cada uno de los chicos que se acercaban, cada uno de ellos los alejábamos.

Hasta que por fin salimos de las sombras y habíamos ido por lo que nos pertenecía, porque ella al fin y al cabo era una deuda.

—¿Así que Egger es el que ha ido más allá con Bella? —la pregunta burlona de Dressler me amarga.

—Eso parece —gruño.

Me sirvo un whisky seco y me lo tomo de un solo trago.

—Entonces ella dormirá con él —me tenso —. No estamos en posición de exigirle nada, Althaus.

—Joder ¡mierda! —golpeo la madera de mi escritorio con un puño cerrado.

—Estarás de último en la tabla de posición.

—Vete a la mierda, Dressler —me sirvo otro trago —. ¡No estoy para tus putos juegos!

Mi hermano termina riendo y yo salgo de mi oficina hecho furia. El polvo con las gemelas no me había aplacado ni un poco el deseo de follar con cierta persona y no sabría cuánto más podría aguantar.

No me gusta tanto.

Eso no te lo crees ni tú.

Mi conciencia ahora no estaba de mi parte, mi malhumor crecía cada vez más y las ganas de golpear algo comenzaron a atacarme. Busco el gimnasio del penthouse y voy directo a él.

Quito mi camiseta y la enrollo en mi mano derecha, comienzo a dar golpes leves en el saco para terminar subiéndole a la intensidad. Me quedo allí por dos horas tratando de que todo mi malhumor se vaya pero no lo consigo.

—¡Mierda! —golpeo con fuerza —¡Joder!

Escucho la puerta del gimnasio siendo abierta y volteo hacia donde provino el ruido.

Bella está de pie, con sus mejillas rojas y con una mirada avergonzada.

Oh no, deberías de correr.

Sonrío.

—Di-isculpa —se sonroja más —, yo no... yo-o no sabía que estabas aquí.

—¿Me buscabas?

Mi pregunta sale seca pero por dentro sólo muero por una respuesta corta que sabía que no saldría de su boca.

—No —lo había predicho —. Estoy buscando a Egger.

Asiento y sigo viendola, noto que ella me repasa y sus mejillas no pueden estar más rojas que nunca. Me acerco a pasos lentos y ella retrocede por instinto.

Chica lista.

Ignoro mi conciencia y voy a por ella, choca contra la puerta y yo termino pegando mi pecho otra el suyo.

No era alta, de hecho su cabeza quedaba un poco más abajo de mi hombro, así que su pecho tocaba más abajo que el mío.

—¿Necesitas algo de mí, Bella? —susurro.

Ella ahoga un gemido y por dentro quiero estamparla, besarla, lamerla y follarla.

—N-no.

—¿Lo sientes, Bella?

Ella me mira sorprendida y por un momento pienso que lo va a aceptar, pero se retracta cuando alguien abre la puerta y ella termina cayendo hacia atrás.

Mi brazo inmediatamente la sostiene y la apega a mí.

Dressler nos mira burlón y yo sólo quiero golpearlo.

—Vaya, vaya —ríe —¿qué estaban haciendo y por qué no me han invitado?

Bella se revuelve y mira Dressler y a mí, sus mejillas rojas la delatan y solo quiero saber qué está pensando.

—¿Alguien sabe donde podría estar Egger? —termina por decir.

—Salió por un par de negocios que tenía que atender —le respondo la pregunta.

Mi erección me maltrataba así que me la acomodé delante de Bella sin ningún tipo de prejuicio, ella posa su mirada en mí y mi hermano me da una mirada burlona.

—Podemos hacer un trío si lo deseas, Bella.

Sé que esas palabras implican más.

Dressler y yo lo deseamos, nuestras miradas nos delatan pero ella solo sale sin volver a mirar a ninguno de los dos.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora