Engel #1 |C.A|

Capítulo 60

Momento 1
Bella Jordan

  Los nervios me acrecientan en mi estómago a más no poder, estaba caminando hacia lo que había escapado nueve meses atrás.

Nueve meses.

Siete meses sin verlos y volver a comenzar luego de aquel día en el club.

—Tu cara de naturalidad me sorprende —Pine iba a mi lado —estaba seguro que una vez entraras a la ciudad perdieras la razón.

—Mis nalgas van a perder la razón —bromeo tratando de esquivar como me siento en realidad —. Quiero vomitar.

—Bien, eso sí es una reacción humana —intenta distraerme.

A lo lejos veo a Agna con su seguridad, Acker está junto con ella con una mirada seria en su rostro. Agna una vez me ve, sonríe y comienza a caminar hacia mí.

—Tu suegra viene hacia aquí —canturrea Pine.

—En serio te voy a golpear.

Le doy un codazo y Agna sonríe frente a mí me regala un abrazo.

—¡Por todos los dioses, cariño estás radiante! —besa mi mejilla —Este tiempo te ha ido de maravilla.

—No podía seguir allí —niego —, los necesito.

Ella asiente comprendiendo y mira a Pine fijamente.

—Me alegra que no la hayas dejado sola, Pine —lo abraza.

Inmediatamente lo suelta y me mira con cara de disculpa.

—Ya lo sabía, me enteré al mes —niego —. No te lo reprocho porque él me ha salvado de unas...

—Sabía que lo ibas a necesitar —asiente.

Ella me toma del brazo y comienza a charlar de todo lo que ha pasado en Alemania desde que yo no estoy.

Hoy era el cumpleaños de Althaus, el club donde lo celebraría sería en el suyo; Elixir. Lo había abierto hacía unos cuantos meses y era uno de los más visitados en la ciudad. Tenías que tener pase V.I.P. sino, no entrabas.

Y allí iba a estar yo, había sido tiempo de volver y sería a lo grande.

•••

La mirada de la chica que hay frente al espejo, es decidida. Los nervios estaban más que escondidos y aún me sorprendía que Althaus y sus hermanos no se hubieran enterado que estaba en sus territorios. Qué estaba en Munich.

La residencia Seymann o mansión Seymann era impresionante, era una de las casas más grandes que había visto. Agna me había explicado que no se había habitado desde que los tatarabuelos de los hermanos se hubieran muerto pero que habían tenido que volver cuando había pasado lo de hace meses atrás.

Ahora era un lugar impenetrable.

Así habían decidido los hermanos que tenía que quedar esta casa y Acker aunque había insistido en que ellos vivieran nuevamente ahí, no lo aceptaron.