Capítulo 11

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Sentidos
Bella Carusso

  A veces la honestidad de Althaus era demasiado abrumadora para relacionarme con él y, aunque eso no le quitaba el atractivo a veces podía ser abrumador para mí.

—En ningún momento pondría en peligro a tus hermanos —digo en cambio.

—Ya lo sé, por eso los demás van a morir —dice tan tranquilo como se espera.

—Lo que no entiendo es cómo por qué razones hasta ahora vienen por ustedes.

—Robamos una carga de droga —dice simple —pero, uno de los de nosotros lo alcanzaron a agarrar. Supieron que éramos nosotros y bueno, seguramente él ya debe estar muerto. Nosotros con la droga fuera del país en estos momentos y lo mismo haremos nosotros.

Mi mente trabajo a mil por hora, los nervios cada vez se hacen más presentes y el que estemos cerca a la pista dónde está el jet privado me llena de más angustia. Apenas frenemos habrá una persecución segura.

—Estoy asustada —confieso.

—Todo saldrá bien —ríe.

—¿Cuántas veces ha pasado esto?

—Algunas cuántas, no te preocupes —me guiña un ojo.

Río sarcástica.

—Claro, ¡claro que no debo preocuparme de que esta vez sí pueda pasar algo!

Althaus suelta otra risa y yo lo miro indignada. Luego, su mirada va a mis piernas y recuerdo el beso que nos dimos.

—Ya verás que esto es lo más tranquilo que hacemos —baja un poco la voz.

Se escucha más ronca, más peligros y el cosquilleo en mi entrepierna aparece.

—Eso —me aclaro la garganta —eso espero.

—Sí —coloca una mano en mi rodilla y la sube un poco más —, ya verás que sí.

Anda, sube la mano un poco más.

Mis pensamientos a veces podían llegar a sorprenderme.

Me sorprende es que seas tan mojigata.

¿No se supone que eres mi conciencia?

Pues tú conciencia es más pervertida que tú.

Miro a Althaus y en mis ojos le doy la confirmación que quiere escuchar.

Sube más la mano y el echo de que tengamos que voltear hacia una calle menos transitada, hace que mi cuerpo termine pegado al suyo. Althaus coloca una de sus manos en mi cadera y la otra la mantiene en mi muslo haciendo recorridos circulares que van de arriba hacia abajo.

—Creo que me alegra demasiado que lleves solo la camisa de Dressler —susurra contra mi boca.

—A mi también.

Mi confesión nos sorprende a los dos pero Althaus evita que me encierre en mí misma y me besa esperando alguna reacción de mi parte. Así que intento seguirle el ritmo.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora