Capítulo 21

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Nuevamente
Bella Carusso

  Agna me había llevado a conocer ni más ni menos que a la primera mujer Engel.

Alviria Fisher de Engel.

Y, por si pensé que no podía tentar más a la suerte Faber Engel también estaba. Estuve a punto de echarme a correr y buscar la cálida sensación de los brazos de alguno de los hermanos pero mi cuerpo quedó sumamente quieto.

—Bella Carusso —sonríe el señor Engel.

El Engel original, el creador del imperio Engel, industrias Engel INC, el padre de quién había ayudado a crear a las cuatro personas por las que yo ahora tenía una seria pelea con mi moral.

El impresionante físico que tenía tanto Faber Engel como Alviria Engel era aterrador. La juventud en ellos era rebosante, ellos se conservaban bastante bien para tener cuatro nietos.

Alviria exhumaba energía, era cálida, sonriente y divertida.

A veces podía ver cómo Dressler tenía un poco de ella.

Y aunque Faber Engel no era ni remotamente igual a Alviria, tampoco era un ser tan frío y desdeñoso. Aún no podía saber qué tipo era.

—La misma —sonrío tímida.

—Mis nietos tienen gustos exóticos sin duda.

El comentario me hace sonrojar y trato de no mirarlo.

—¡Faber la avergüenzas! —regaña Alviria.

—Mujer ¡siempre hay que decir las verdades! —refunfuña.

—Supongo —suspiro nerviosa —, soy italiana con un poco de sangre americana.

—Las facciones te delatan, cariño —ríe Alviria —. Generalmente las italianas no son tan hermosas.

Y era verdad. Por eso siempre tenían una mirada en ella, pensando que era de otro país cuando se presentaba a algún trabajo o cuando cambiaba de colegio.

Siempre recibiendo miradas desconcertantes cuando aclaraba que ella era italiana, miradas que se volvían más comprensivas cuando aclaraba que también su sangre era americana. A veces se sentía intimidada pero nada que un par de respiraciones no pudiera controlar.

—¿Cómo se están comportando mis nietos contigo, querida?

Alviria la toma de la mano y comienza a llevársela hacia algún lado de la impresionante casa en la que estaba.

Sonrío, quito mis sandalias en la entrada principal y luego me relajo al sentir el firme y fresco piso de la casa de los hermanos.

—¿Qué tal ha ido? —pregunta un expectante Dressler.

Egger se había mantenido al margen y quería acortar la distancia en la que parecía que estábamos. Aunque quería principalmente resolver mis dudas de lo que me había revelado Egger.

Cuando estoy a punto de responder, el timbre de la casa suena.

Extraño.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora