Nuevos comienzos
Bella CarussoTres semanas.
Habían pasado tres semanas desde que me había secuestrado y ni una sola vez había escuchado en noticias que estaba desaparecida.
Perdí la esperanza de que mamá quisiera buscarme a la segunda semana.
Pero no quitaba que me dolía horriblemente y que me deprimía un poco el importarle tan poco a mi madre. En cambio, me había acostumbrado a los hermanos. Aún no nos habíamos marchado a Alemania pero era cuestión de tiempo o eso me había revelado Dressler.
Hacia una semana me había besado con Althaus, pero estaba muy borracha para recordar lo demás.
Egger me llamaba la atención muchísimo y sus otros hermanos no se quedaban atrás.
Hacia unos días había comenzado a dormir con cada uno de los hermanos y no sé cómo me sentía con ello. Había un dilema fuerte, lo que la sociedad había tildado de tabú a mí me parecía lo contrario, demasiado natural. Me gustaban los chicos y de cierta manera creía que les gustaba a ellos.
—¡Bella! —la voz de Adler me saca de mis pensamientos —¡Bella!
El desespero me coloca alerta y salgo de la habitación de Dressler.
—¿Ocurre algo?
—Empaca tus cosas —habla acelerado —¡nos iremos en cinco minutos!
En lugar de hacerle caso lo sigo por todo el penthouse.
—¿Qué pasa, Adler? —digo contrariada.
—¡Bella, joder! Haz caso y ve a alistar tus cosas.
—¡No voy a irme a ningún lado a empacar nada! —le devuelvo.
Él se estresa, deja lo que está haciendo en el estudio y me mira.
—Nos han tendido una trampa, la mafia italiana sabe que estamos aquí y que no nos hemos ido como habíamos planteado hace dos semanas.
La impresión es tanta que no me muevo de ahí y Adler rebusca en los cajones hasta que encuentra lo que necesitaba.
—Vamos —toma mi brazo —, en Alemania te compraremos ropa.
Y me saca con una simple camiseta de Dressler lo suficientemente grande para tapar un poco mis muslos y la ropa interior debajo de ella.
Hago una cebolla con mi cabello mientras bajamos por el ascensor y noto que no llevo zapatos.
—¡Me has saco casi desnuda y descalza! —chillo.
—¡¿Crees que hay tiempo para pensar en esas cosas?! —me responde irritado.
Las puertas del ascensor se abren y la guardia desplegada de los Engel está por todo el edificio y calles, los hermanos están afuera y una vez notan como me trae vestida Adler se sorprenden.
Pero luego notan que sus guardias me están viendo las piernas.
—¡Debiste dejar que se tapara un poco, al menos! —replica ceñudo Althaus.
—El que mire a Bella se muere —habla con determinación Adler a sus hombres.
Todos vuelven a mirar a distintas partes y Althaus se acerca a mí.
—¿Cómo estás? Ya te ha avisado?
Asiento.
—Kenan ya está en la pista —habla Dressler —, debemos irnos inmediatamente.
—Despleguen guardia, arranquen camionetas y todos hacia el aeropuerto —demanda Althaus —. ¡No voy a pelear con Bella aquí! ¡Vámonos!
Y así sucede.
Adler me ayuda a avanzar un poco más rápido hacia las camionetas pero Althaus lo detiene y toma mi muñeca haciendo que me vaya con él.
Me sentía segura con todos por igual pero Althaus por ser el mayor me daba la sensación de poder cuidarme más.
—Habrán disparos de aquí al aeropuerto, así que la apuesta más segura es que tú vayas conmigo.
—¿No irán por ti primero ya que eres el mayor?
—No, irán por mis hermanos porque saben que ellos pueden ser mi talón de Aquiles —dice cerrando la puerta del automóvil para que los guardias lo coloquen en marcha.
—Claro, eso tiene sentido.
—Lo tiene —me responde con una sonrisa.
Aún sentía ganas de escapar, tres semanas no iban a quitarme las ganas y mucho menos que aunque ya me hable con ellos no lo quiera, pero no iba a escapar en medio de un fuego cruzado de bandos. Además de que otra parte de mí decía que ya sabían de mi existencia o de que los hermanos tendrían una protegida o lo que sea.
—¿Ya saben de mí? —era mejor preguntar.
—Sí —me tenso —, pero no han visto tu cara aún. Así que tenemos esa ventaja.
Una parte de mí insistía en que estábamos bien pero no sabía cuánto tiempo duraría, la información siempre se filtraba de alguna u otra forma. Y en mi caso iba a ser la excepción.
—A las tres tenemos compañía, cuatro invasores con carga ligera —avisa uno de los guardias por el radio.
¿Qué mierda significa eso? ¿Cómo que a las tres? Veremos a alguien a las tres? Y qué es eso de invasores? ¿Alguien sabe de lo que están hablando?
—Desplieguen carga pesada —ordena Althaus —, a muerte.
Lo miro sorprendida.
—¿Qué?
—¿Cómo que a muerte? ¡Son personas! —chillo.
—Personas que nos quieren matar, Bella.
—¡No dejan de ser personas! —digo asustada —¿O que son? ¿Simios?
El suelta una carcajada y las personas que manejan el carro fingen que no han escuchado nada.
—Aquí es o vives o mueres pero no se puede vivir y vivir —habla —, así que ¿quién prefieres que mueran? ¿Ellos o nosotros? Porque aunque decidas que nosotros no lo voy a permitir, Bella. La seguridad de mis hermanos está primero que la vida de quienes no conozco. Ellos trabajan para alguien, mis hermanos trabajan para ellos mismos ¿puedes ver el cambio? Mis hermanos son más importantes que ellos.
ESTÁS LEYENDO
Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...