Capítulo 16

25.8K 1.9K 48
                                    

Tal vez sí
Althaus Engel

  La molestia que tengo con Adler y Dressler es monumental y, aunque Egger no queda atrás; trato de no pensar en eso cuando mi mente está enfocada en estos momentos en la castaña que ha tenido mi atención por dos años.

Dos años desde que la salvamos.

Dos años desde que la hemos cuidado desde las sombras.

Dos.

El ataque de pánico de Bella nos hizo colocar en alerta a todos nosotros, sabíamos que los tenía pues, nos habíamos asegurado que su casa tuviese cámaras ocultas cuando se la quitamos de las asquerosas manos de su padre.

Así que muchas veces vimos los ataques de pánico, ataques que ella misma controlaba o de los que se dejaba llevar hasta que recuperaba la conciencia. Y, aunque su madre un par de veces estuvo con toda la capacidad mental para ayudarla, la ignoraba a fingía que estaba colocada hasta mierda para no tener que enfrentar a los demonios que había dejado su esposo luego de tantos años de maltrato.

—Última vez que pelean —hablo serio —, me importa una mierda si se parten la cara fuera de esta casa pero dentro no ¡y menos cuando está Bella, joder!

El mal genio lo tenía a mil y quería golpear a cualquiera o cualquier cosa, la rabia que tenía era incontenible pero, aún así, intentaba aparentar calma viendo a la castaña aún dormida.

—¿A qué horas creen que despertará? —pregunta, pesaroso Dressler.

—No lo sé, tal vez y no quiera verte —replico frío —. Después de todo la acosaste y agobiaste.

Dressler se remueve incómodo y sé, casi con total seguridad, que además de eso le dijo algo que la hizo enojar hasta el punto de encerrarse y no querer hablar con ninguno. Salvo lo poco que pudo hablar Egger con ella y a la final no resultó bien, terminó diciéndole que no quería hablar.

Me sentía ridículo.

Ver fijamente a Bella hacia que me sintiera de ese modo y el que mis hermanos hicieran lo mismo que estaba haciendo aún lo era más.

Me sentía molesto, fastidiado y no entendía porque quería irme urgentemente y no regresar luego de algunos días pero algo o alguien me detenía por razones que aún no lograba comprender.

—Si llega a tener algún dolor aparte del que le han provocado de mí no se salva ninguno —rujo estallando.

Me sentía agobiado por los extraños sentimientos que tenía en mi interior, me sentía como un tormenta que quería destruir todo a su paso. Bella estaba siendo mi calma.

Pero no sé cuánto tiempo ella me retendría.

Tenía que despertar ya o comenzaría a golpearlos.

—Relájate, Althaus —habló con seguridad Egger —. Ella estará bien, sólo ha dormido un poco más por lo sedantes que le he aplicado.

—Espero que sí, capullo. Porque no quieren verme enojado.

Noto un movimiento lento de parte de Bella, la presión que estaba sintiendo desaparece casi por completo y no me explico que sucede con lo que estoy sintiendo.

Los cuatro habíamos quedado fascinados con Bella a pesar de como la encontramos, habíamos decidido que más adelante iríamos por ello y cada chico que había intentado acercase a ella lo habíamos alejado casi de inmediato.

A los cuatro nos gustaba.

Y era la primera vez que nos gustaba algo y nos colocabamos de acuerdo conque era en lo mismo.

Bella.

Sí, era demasiado mórbido y tenía demasiado tabú de por medio, pero ninguno estaba dispuesto a renunciar a lo que Bella significaba. Queríamos a Bella como nuestra mujer, como nuestra reina.

Queríamos a Bella.

De cualquier manera sexual, sentimental, perversa, solo queríamos a esa castaña imprudente y sonriente.

Bella era encantadora.

Escucho el quejido de Bella y me coloco alerta.

—Bella, soy Althaus —hablo calmado y bajo para que no se asuste —. ¿Cómo te sientes?

—¿Althaus? —susurra —Agua.

Gime y yo asiento, Adler camina rápidamente hacia la cocina y echa algunos hielos en un vaso de cristal para luego rellenarlo de agua.

Se la tiendo pero cuando intenta sujetar el cristal no lo sostiene bien y derrama un poquito de su bebida, la camisa que tiene se le pega al cuerpo y podemos notar lo que habíamos intentado obviar cuando la sedamos.

Estaba sin la ropa interior superior.

Sus pezones erizados por el agua se notaban más que nunca, escuché a mis hermanos removerse incómodos así que fui yo el que le ayudé a tomar.

—Gra-gracias —habla, abriendo un poco mas los ojos.

—Cuidaremos de ti, Bella —le susurro.

La camisa aún seguía pegada a sus pechos y el que fuera de color blanco no ayudaba, la reconocí como una de las mías y me pregunté cuando la había tomado.

Me moví un poco incómodo con la reciente erección y me acerqué a ella para acomodarle mejor la camiseta.

—Si seguías con la camisa como la tenías anteriormente nos ibas a matar a todos —le susurré.

Ella me miró sorprendida y con las mejillas rojizas.

—Aún tengo algunos efectos del sedante —dijo cautelosa.

—Lo sé —sonreí.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora