Capítulo 41

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Una diosa desnuda
Althaus Engel

Coloco mis manos en sus muslos y los apreto con ansias. Bella me regala una sonrisa juguetona y yo la miro con deseo.

Mi polla late con ansias por ser tocada pero me concentro en la mujer que está sentada encima de mi escritorio con una mirada cargada de ganas y sonrisa maliciosa.

Me acerco un poco más, inhalo su olor entre sus piernas y la miro fijamente.

—Exquisit, italienisch —suelto con voz ronca.

Las mejillas de Bella se tornan de un color rojo intenso que sólo envía señales a mi polla.

Quiero nalguearla.

Guardo mi miembro en mi pantalón y me echo hacia atrás, pegando mi espalda a la silla.

—Muéstrame —digo malicioso —, muéstrame cómo te tocas, Bella.

Relamo mis labios y acto seguido ella lleva su mirada hacia ellos. La orden queda de lado cuando me mira y hay un poco de dudas en su mirada pero ella me ha pedido que la folle y de aquí no saldrá hasta que yo me sacie.

—Acércate —doy la orden que ella con duda acata —, sobre mis piernas, Bella. Súbete el vestido hasta tu cintura.

—¿Qué me harás? -responde en cambio.

—Ahora.

Sin darle más explicaciones ella se acomoda sobre mis piernas con el culo al aire. Las bragas pequeñas que tiene me calientan aún más y termino dándole una nalgada fuerte. Jadea.

—Será mejor sin ellas —le hago saber.

La sonrisa maliciosa no se quiere ir de mi cara y el tenerla así, solo para mí solo hace que mi polla gotee y duela más de lo que ya me estaba doliendo.

Estuve a punto de entrar a su puto baño y follarla contra la pared de este pero, no sabía que límites marcar y necesito que ella sea quién los imponga. Necesito que sea ella quién marque el paso al que quiere que yo vaya porque no puedo controlarme.

Quito sus bragas de un tirón y terminan enrolladas en sus tobillos, la imagen me excita y le miro sus cachetes blancos a punto de colocarse rojos.

La primera nalgada que le doy la hace pegar un chillido y alzar su cabeza para mirarme.

—¡¿Pero qué

Sin esperar que termine, vuelvo a azotarla con fuerza.

Sus nalgas anteriormente blancas se vuelven rojas y la marca de mis dedos comienza a notarse un poco, el sollozo que suelta Bella me incita a detenerme pero desisto volviendo a golpearla. Solo, que con la diferencia de que está vez sí sobo la parte golpeada.

—Me gusta rudo —le hago saber con mi voz cargada de deseo —, sexo sucio, italiana. ¿Estás dispuesta?

Nalgeo sin esperar la respuesta y ella jadea y solloza. Llevo cinco nalgadas pero, el qué le guste me lo demuestra cuando bajo un poco mi mirada y veo su vagina irse lubricando de a poco.

La azoto nuevamente con fuerza y lamo mis labios.

—Responde cuando se te habla —azoto y sobo —, ¿estás dispuesta?

Ella solloza, toma aire y la escucho murmurar.

—Habla claro —demando —. ¿Estás dispuesta a ser cogida fuerte? ¿Por todos nosotros?

Las ansias de que dijera de una maldita vez el me ponían de malhumor.

—S-sí —toma aire —, sí.

Mi sangre corre a un solo lugar y el dolor en mi miembro es tan insoportable que termino levantando a Bella de mis piernas y la volteó buscándola con la mirada.

—Arrodillate.

Ella mueve sus muslos y sé que quiere que la toque pero, desde que la vi no he dejado de pensar en sus labios alrededor de mi polla y los iba obtener.

Me levanto y bajo mi mirada, el que esté de rodillas me pone y mi lado machista quiere salir a flote como un maldito crío.

Coloco una de mis manos en sus labios delineandoselos con mis dedos.

—Abre la boca, italiana.

El rastro de lágrimas que hay en sus ojos me ponen un poco más de lo que estoy pues el deseo que también hay en ellos es excitante.

Coloco mi miembro en su boca y ella da el primer lenguetazo que me tiene suspirando, coloca sus dos manos en mi abdomen y me insta a que me siente y lo hago.

—Aún no me tomes del cabello —me ordena.

Termino asintiendo y me dejo de lado cuando vuelvo a sentir su boca en mi polla dolorosa.

Coloca su mano alrededor de mi falo y luego se lo mete en su boca tratando de meterlo entero sin éxito. Su mano sube cuando su boca va sacándolo y vuelve a bajar repitiendo la acción varias veces.

—Joder, italiana.

Ella vuelve a meterlo en su boca, me mira y sonríe.

La imagen que me da me tiene tomándola del cabello y empujando mi miembro en su boca con un poco más de rudeza.

—Se acabaron los juegos —jadeo con ganas.

Bella cierra los ojos con fuerza y cada tanto lame y chupa como si se tratara de lo más dulce.

La tomo de los hombros y la obligo a levantarse, levantandome yo también. La hago a un lado y tumbo que hay en el escritorio donde segundos después, ya tiene su culo en él.

Vuelvo a sentarme en mi silla y de esa manera ella queda un poco más alta que yo.

—La ropa va afuera.

Frunzo mi ceño, tomando mi polla mi tocándome delante de ella.

Las mejillas encendidas de ella y la cara de dolor que se le escapa cuando se mueve un poco, me tiene deseándola tanto que siento mi autocontrol irse a la mierda.

Y solo porque se trata de ella.

Bella.

Una vez el vestido está afuera, sus tetas rebotan los el movimiento. Admiro la imagen de ella sentada en mi escritorio, desnuda, con sus labios rojos y mejillas sonrojadas y mi corazón late tan rápido como late mi miembro al tener esta imagen así de ella.

Quería someterla a mí.

La sometería a mí y le gustaría.

—Perfecta.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora