Capítulo 12

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Bienvenida
Bella Carusso

  Una hora. Eso fue lo que no supimos de Althaus hasta que llegó ladrando órdenes y caminando a paso apresurado en la pista de aterrizaje.

Sentí que todo estaba medianamente bien cuando lo vi pero no duró mucho porque luego se escucharon más disparos y el jet arrancó en menos de cinco minutos.

—Creo que todo ha salido mejor de lo que antes nos hemos librado —bromea Dressler.

Adler ríe y le acompaña Althaus.

Yo estaba callada sin saber qué más decir.

Egger me miraba fijamente y yo intentaba ignorar a todos. Luego de mi desesperación me había avergonzado tanto que prefería no hablar con nadie.

—Bella.

Finjo no oír.

—Bella —repite en cambio Althaus.

—Bella.

—¡¿Qué?! —chillo.

Todos se quedan callados y los nervios comienzan a incrementar en mí.

—¿Por qué les da risa? —los miro seria —¡Pudieron morir! ¡Fue tan horrible dejar a Althaus allí como si nada!

—No pasó nada, corderito —susurra Dressler.

—¡Pudo pasar, Dressler! ¿Creen que es un juego? Casi me muero de un susto —coloco una mano en mi pecho —. ¡Y tú a la próxima llama y avisa que estás bien!

Althaus abre los ojos sorprendido y yo no quito mi mirada de seriedad.

—Está bien, Bella —acepta.

Las horas que llevábamos volando me iban a desesperar, el estar encerrada por mucho tiempo iba a terminar de volverme loca y mi claustrofobia empezaba a atacarme.

—Llegaremos en media hora —avisa Althaus entrando por el pasillo que da a los controles del jet.

Mi desesperación me comienza a colocar de malhumor y cada uno de los hermanos presentes lo nota.

—Nunca más volveré a volar tanto —me quejo —, siento que llevamos media vida aquí.

—Sólo llevamos como catorce horas o algo así —ignoro el sarcasmo.

—Dije que media vida —refunfuño.

—Media vida será —ríe Dressler.

—Como ustedes no son los que están en solo una camiseta —ruedo los ojos.

—Nosotros no, pero tú sí y las vistas que hemos tenido no las cambiaría por nada del mundo.

Abro mis ojos sorprendida por la declaración.

—Por cierto, ¿por qué no me han dado nada para cubrirme? —espero una respuesta.

—Porque todos estábamos de acuerdo en mirar tus piernas y si se podía más no nos quejaríamos —suelta Adler.

—¡Qué perversos! —sale mi grito ahogado.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora