Dolor
BellaA dos calles más, los sollozos se vuelven incontrolables. Pine estaba callado pero sabía que necesitaba sacar todo lo que tenía guardado.
—¿Estás consiente de la decisión que tomaste? —su pregunta no me sorprende.
—Lo estoy.
—¿Y estás bien con eso? —pregunta nuevamente.
—Lo estaré.
Pine decide no decir más y yo lo agradezco. Mis ganas de hablar eran nulas, mi corazón estaba roto pero el sentir que había hecho lo mejor dolía aún más.
Yo no quería hacer lo mejor.
Pero había decidido que primero estaba yo y mi estabilidad emocional. Qué, por cierto, estaba en la mierda en estos momentos.
Sigo conduciendo hasta salir de la ciudad, ahora mismo era lo que necesitaba. Porque, aunque ya había decidido que no quería nada con ellos, ellos no me iban a dejar así de fácil y mucho menos de vigilar.
Y por mí se podían meter la vigilancia por el trasero.
Cuando salimos de la ciudad nos reciben como a las dos horas algunas casas rurales, algunas son muy grandes y tienen un patio frontal enorme y otras muy pequeñas con aún más espacio del que necesitan. Me sigo paseando pero sé que la gasolina se acabará en algún momento, así que intento buscar una.
A la media hora doy con ella y aparco para poder llenar el tanque.
—Me duele la maldita cara.
—¿Y el orgullo? —intento bromear.
Pine asiente con una sonrisa mientras también se baja. Sé que nuestra ropa no es normal y que algunas miradas se posen en nosotros es incómodo pero, ¿a quién le importa en estos momentos la maldita ropa?
Porque a mí no.
El estar descalza no supone ningún problema pero que comiencen a mirarme más de la cuenta me molesta. Pine intenta ignorar todo a su alrededor y se acerca a la tienda que hay en la gasolinera. Yo saco las llaves de la camioneta y cierro con seguro para apresurar a seguirlo.
—¿Dónde está la sección de ropa?
La chica lo mira un poco más y yo aguanto una risita que se me quiere salir.
Sí, el condenado de Pine está buenísimo.
—En... en... —cuando me ve llegar sus mejillas se sonroja y se aclara la garganta —, en la última.
Inmediatamente voy hacia allá y el pasillo está lleno de ropa sencilla, tomo un par de pantalones y me los coloco rápidamente. Me quito la chaqueta de Pine y busco una camisa qué colocarme.
No me gustaba usar brasier.
—¿Así de rápido te has cambiado? —la voz de Pine en el pasillo no me sorprende para nada.
—No quería que vieras mis tetas.
—Ya te he visto las tetas —dice con una expresión obvia —, no lo entiendo.
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Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...