Capítulo 32

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Problemas
Bella Carusso

  Mi respiración era totalmente desastrosa y mi corazón acelerado por cómo me estaba tratando Dressler no ayudaba en mucho.

—¿Puedes calmarte? —la pregunta de Adler me saca de mi ensueño y lo miro fijamente —No, Althaus. Así no vamos a solucionar nada... bien, los encontraré. Está con nosotros... no le gustará nada que la llevemos allí... me vale una mierda yo tampoco quiero.

Le doy miradas a Dressler para intentar saber qué es lo que está hablando pero Dressler me esquiva la mirada y posa su nariz en mi cuello. Mi desnudez se siente vergonzosa cuando Adler abre la puerta de la habitación y una ráfaga de viento fresco me azota en todo el cuerpo mientras que el segundo hermano mayor sale de la habitación vistiéndose en el camino y hablando un poco exaltado con Althaus.

—¿Pasa algo? —intento cuestionar a Dressler.

Este me va a responder pero su celular también comienza a timbrar. El pánico sobre lo que esté pasando con Althaus y Dressler me ataca y termino contestando su celular yo misma.

Necesito que estés aquí en...

—¿Qué pasa, Egger? Soy yo, Bella —lo interrumpo sin dejarlo terminar —. ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien? ¿Althaus está bien? ¿Qué pasa?

Bella... —suspira —, necesito que me pases a mi hermano.

—¡No! Quiero respuestas ahora mismo.

¡Hazlo joder! Podemos morir, no estamos para pelear y te vas a enterar quieras o no —su voz irritada me sorprende.

Cuando estoy por responderle, Dressler me arrebata el celular y comienza a hablar sobre algún atentando hacia ellos.

Ay no, ahora que hicieron estos...

¿Un atentado? ¿Estarán bien? ¿Y si les están haciendo algo? ¿Y si los tienen secuestrados?

Si estuvieran secuestrados no tendrían los celulares, estúpida.

¿En serio no puedo cambiar de conciencia? Creo que me siento demasiado insultada.

Vuelvo a enfocar mis pensamientos y presto toda la atención posible de lo Egger habla con Dressler. Mi ansiedad me tiene moviéndome de un lado a otro y mis nervios no me ayudan, siento el vacío crecer en mi estómago y comienzo a dar pasos grandes para intentar aplacar todo lo que estoy sintiendo en mi interior, sin éxito.

—¿Qué pasa? —lanzo la pregunta una vez Dressler cuelga.

Me pasa las manos por el pelo frustrado, entra Adler a la habitación y se comunican con miradas.

—¿Qué? —exijo.

—Les han tendido una trampa —gruñe Adler —, ¡joder! ¡Mierda!

Le da un golpe al armario de madera y me hace sobresaltar. Intento buscar mi ropa pero Adler me mira fijamente paralizandome.

—Hemos caído como unos maricas —comienza a dar pasos amenazantes —, hemos estado pendiente de ti y hemos descuidado algunos negocios. Vieron la oportunidad y ahora encerraron a mis dos hermanos.

—¿Qué hay que hacer? —intento sonar firme —Porque vamos a hacer algo ¿no?

—No —me responde Dressler —, ya hemos enviado refuerzos. Pueden atacarnos aquí y no podemos dejarte sola.

—¡Claro que no me van a dejar sola! —replico —Iré con ustedes ¿qué es esa mierda de enviar refuerzos? ¡Vamos ahora!

Intento caminar aferrada de la sábana de la cama hacia la puerta pero la mano de Adler en mi brazo me lo impide.

—¿Para dónde vas, italianita? —susurra cerca mío —No vas a ningún lado, te vas a quedar aquí.

Adler va adelante de mí sosteniendo una de sus cuatro armas que alistó en varias partes de su cuerpo. Yo voy en el medio con un arma nueve milímetros con mis manos temblorosas, nunca pensé en sostener un arma y ahora que lo hago me doy cuenta el peso que se siente llevar una.

—Lindo trasero —ríe Dressler.

Resoplo y intento pegar una patada hacia atrás que termina dándole a alguna parte del cuerpo de Dressler.

Se queja —. Mierda, ¡pero qué agresiva, mujer!

Quiero reír pero los nervios hacen mella y solo intentó ignorarlo lo más que pueda.

El espacio por donde vamos es tan reducido que la claustrofobia ya comienza a hacerse presente en mí y deseo salir de este maldito túnel ya mismo.

—Quiero salir de aquí —digo totalmente asustada.

—Te dije que esperaras a fuera —me riñe Adler.

—¡Me vale una mierda! —digo irritada —Ya estoy aquí y no pueden hacer nada. Vamos más rápido, ya quiero recuperar a tus hermanos.

—Y pensar que hace una hora estábamos pasándolo bien —resopla Dressler.

—Cállate —soltamos Adler y yo al tiempo.

Llevábamos un rato arrastrandonos por un túnel para que nos llevara cerca de donde estaban los hermanos. Por lo que tenía entendido y los hermanos me contaron los han encerrado en uno de los cuartos donde se prepara la droga y han dañado una de las máquinas. Así que inmediatamente llamaron para hacernos saber qué había pasado.

Mi necesidad de llegar inmediatamente me ataca por algunos momentos llegando una más fuerte que la otra.

No sabíamos cuanto tiempo nos quedaba y en qué estado encontraríamos al resto de los hermanos. Tenía miedo. Habían subestimado al menos una hora o dos de tiempo antes de que la máquina comenzara soltar alguna especie de humo con droga que los dañaría lentamente.

—Más rápido, Adler —hablo a punto de echarme a llorar.

El espacio tan reducido y los pensamientos que estaba teniendo no me estaban ayudando y el sentirme atrapada allí me estaba desesperando a un punto alarmante.

—Tranquilizate, Bella —susurra Adler —. Sólo un poco más, italiana.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora