Capítulo 17

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Cambios
Althaus Engel

  Bella solo había sufrido un corte superficial cuando cayó encima de la mesa de centro de cristal.

Suerte que no había tenido más daños, Dressler había intentado hablar con ella pero herméticamente se había cerrado con mis hermanos y ahora solo me hablaba a mí. Aunque no había oportunidad en que no me reprochara por haberla secuestrado.

Llegaremos en dos horas —Kenan.

El mensaje era simple y sin nada que replicar.

Resoplo y voy camino a avisarle a los ineptos de mis hermanos pero, la vista de Bella en traje de baño dándose un poco de sol en la piscina me quita el aliento.

Mierda.

Mi polla responde cuando ella se acuesta boca bajo y deja al aire ese culo respingón con el que he soñado azotando, lamiendo, mordiendo, agarrando.

—Que vista más agradable —habló Adler.

—Me la quiero comer entera —en cambio le respondo.

—Todos nosotros, hermano —suspira.

—Kenan viene con Agna y Acker —cambio el tema.

Mi vista no se despega de Bella y cada vez más quiero acercarme y darle un par de nalgadas.

—Genial —masculla Adler.

Luego de la pelea mis padres se habían enterado, más bien Bella le había contado a mi madre y ella claramente le dijo a mi padre. Sabía que se venían los reproches y el cómo debíamos actuar con Bella.

Me coloqué inmediatamente de mal humor.

—Iré por Bella —trato de manejarme.

—Les diré al resto —asiente Adler.

Camino hacia donde está Bella y cada que me acerco la tentación de pasar mis manos por su cuerpo no se me quita.

La recorro lentamente, sus piernas firmes y bronceadas me saludan. La imagen de mí, de rodillas con el sexo dw Bella en mi boca aparece en mi mente y el latigazo de excitación es tanta que tengo que acomodar mi erección.

—Bella —la voz me sale ronca.

—¿Hmmm? —responde ella.

Seguido de que se da la vuelta y el vistazo que me da de sus tetas hace que quiera chuparlas. Susurro un mierda por lo bajo.

—¿Pasa algo, Althaus? —la pregunta es tan inocente que me pone.

—Mis padres vendrán —aclaro mi garganta —. Puedes arreglarte.

Ella abre los ojos sorprendida y termina asintiendo.

Una emoción se junta en sus ojos y no la paso desapercibida. Espero que diga algo pero su cara inmediatamente se torna roja y comienza a mirar a la piscina.

Cómo si tuviera las respuestas que han estado rondando en su mente.

—¿Quieres decirme, Bella? —la presiono.

Ella, en cambio se levanta y me mira fijamente. El sol da a mí cara pero trato de que no se note que me fastidia.

—¿Puedo...? —su pecho comienza a colocarse rojo.

Sonrío.

—¿Puedes...? —sigo con mi juego.

—Bésame, Althaus —susurra más cerca de mí.

No pierdo tiempo y coloco mis manos en sus caderas, el hecho de que me deje tocarla hace que quiera soltar un gemido. Era una bendición tocarla, que se dejara tocar. Subí mi mano izquierda hasta su nuca y la atraje hacia mí dándole una mirada de deseo.

Pegué sus labios a los míos y ella suspiró sobre los míos, comencé chupando un poco su labio inferior y pasando mi lengua por este, acción que me dió vía libre a meter mi lengua en su boca pues la abrió para permitirme el paso. Mi lengua tocó la suya y eso aceleró un poco mi corazón y, claramente, mi polla. El segundo rose dió para otro más y otro más.

Ella gimió cuando mi mano derecha no perdió tiempo y le agarró una de sus nalgas y la carne suya se sintió perfecta en mi mano.

—¡Oh por Dios! —ese grito me sacó del hechizo en el que Bella me había metido —¡Es real!

Era mi madre.

Bella se sonrojo y se alejó de mí dando traspiés, no me miró sino se dió vuelta y comenzó a correr hacia el interior de la casa.

Miro a mi madre irritado y ella me sonríe radiante.

—Madre —refunfuño.

—Ya tendrás más oportunidades de besarla, Althaus —sonríe.

—No lo creo —bufo.

Ella me abraza y yo recuerdo que me estoy quemando como un imbécil en medio de la patio de la piscina.

—Adentro, Agna.

Mi madre camina al interior de la casa con su brazo enganchado al mío, mi padre está hablando con Adler pero deja su conversación a medias y me sonríe.

—¿Es ella, Althaus? —es lo primero que me pregunta.

Asiento.

Acker mira a mí hermano y el también termina asintiendo.

—¿Por qué no salimos a comer? —sugiere —Algo italiano.

—Avisaré a Bella —me escabullo.

Camino hasta su habitación y veo la puerta de esta, medio abierta. Entro y no la veo en la habitación así que me dirijo a su baño y la encuentro en la ducha. El vapor hace que su silueta se vea ahumada pero es todo lo que necesito para entrar a la ducha sin quitarme la ropa.

—¿Qué...? —ahoga un grito.

—Creo que tenemos que terminar lo que hemos empezado, italianita —digo ronco.

La pego hacia mí y el agua nos cae a ambos, uno mis labios a los de ella y comienzo a besarla desesperadamente.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora