Capítulo 26

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Carol Fisher
Bella Carusso

  La impresión de ver a mi mejor amiga me extraña, así que cuando entran detrás de ella Adler y Dressler me separo de Althaus y de Egger.

—No lo hagas, Bella —advierte Althaus —. Déjanos explicarte.

—¿Qué hace ella aquí? —susurro dolida —¿La conocen? ¿Los conoces?

La miro fijamente.

Ella da un paso hacia mí y aunque hay dos metros de separación entre las dos yo retrocedo uno.

—Bella, podemos explicarlo... —habla un perfecto italiano.

Pero me doy cuenta de lo que nunca quise ver, aunque lo hablaba bien sele dificultaba un poco, era alemana.

—Hemos hablado en inglés todo este tiempo, no te preocupes —le digo borde.

Los miro a todos y ellos me miran a mí esperando una reacción de mi parte.

—Ya no me sorprende tanto —suelto por fin.

La cara de los hermanos es de desconcierto total.

—Bella, no... —intenta hablar Adler —, no es así, es lo último. Sólo dejanos explicarte las cosas.

Estaba cansada de sus secretos, de que omitieran cosas y de lo que eran capaces de hacer.

—Ella me ha mentido por dos años ¡dos! —replico —un mes antes de que mi papá se fuera apareció, ¿por qué? ¿Qué estaban buscando?

Carol me mira seria.

—Iba por ti —suelta de la nada.

—Carol cállate —ruge Althaus.

—¡Déjala! —grito yo —Si me dirá la verdad quiero escucharla.

Ella asiente, Althaus le da una mirada de advertencia y ella la ignora olímpicamente.

—Iba por ti, Bella. Estábamos buscando a tu padre, le debía un montón de dinero a Dressler, el gran idiota de tu padre apostó contra este —lo señala —y perdió, claramente. Supimos que tenía familia, así que íbamos a secuestrarte... el día que choqué contigo no fue casualidad lo hice con intensión. Lo que no pude pasar por alto fueron los hematomas que te vi cuando sin querer te corrí tu chaqueta y la expresión de dolor que le siguió.

Althaus se sienta cerca de Egger y los otros dos hermanos se quedan de pie. Carol se acerca a mí y me toma una de las manos.

—Les dije, Bella —me mira con sinceridad —. Les dije que te golpeaba y el día que entraron a tu casa cuando estabas semiinconsciente eran ellos.

Jadeo y suelto mi mano, los miro asustada y nieto repetidamente.

—No.

—Bella —habla Carol.

—No ¡me niego!

—Es verdad.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora