Capítulo 14

25.2K 1.8K 73
                                    

Sin devuelta
Bella Carusso

  Quería llorar, no quería ver a nadie, pero mis ojos comienzan a lagrimear y yo busco algo con que evitar que la puerta se abra. Así que termino colocando una silla. Suspiro y me doy cuenta de lo estúpida que se ve la situación. No le doy importancia demás y termino mirando la habitación.

Había una cama grande en medio de la habitación color blanco, las paredes eran del mismo color de la cama pero la gran alfombra que había debajo de la cama y que salía a los alrededores de ella era color negro. El piso de madera gris de la habitación era del mismo color que el de toda la casa. A los dos lados de la cama había dos mesas de noche color negro con lámparas encima de ellas y el armario de la habitación estaba empotrado a la pared que, en lugar de puertas, había espejos del suelo hasta el techo. Una vez lo abro encuentro ropa de muchas marcas caras y todas de mi talla.

Camino hacia el lado izquierdo y voy hacia una de las dos puertas que hay y abro una de ellas y la vista de los montones de zapatos de marcas, colores, diseños me recibe. Hay desde deportivos, tacones hasta sandalias planas. La sensación me abruma y termino cerrándolo de golpe.

La siguiente puerta es el baño de la habitación, grande, las paredes del baño eran color negro, la bañera era blanca y debajo de ellas había piedras, había un camino que simulaba los pasos hacia la bañera y la madera de ese camino era color gris, las piedras eran blancas y las luces color blanco. La puerta de la ducha era de cristal y seguía ahí dentro el mismo color negro predominante con la ducha color plata. El baño parecía una estancia diferente a lo que era afuera en la habitación y me gustó.

—Bien —susurro —, el baño prácticamente es la habitación que tenía en Italia.

Me remuevo sin querer ver más y salgo de ahí.

La habitación se sentía vacía, no había ni un solo cuadro, ni ninguna decoración que la hiciera sentir que fuera de alguien.

Quería darle ese toque.

Escucho los toques en la puerta y decido ignorarlos, pero el susto de que intenten abrir la puerta estalla en mi interior y me apresuro a colocar una de las mesas de noche encima de la silla. Me golpeó con el escritorio que había ignorado y chillo bajito.

—¿Estás bien, Bella? —la nota de preocupación de Dressler me hace enojar.

No le respondo, no quería hablar con ninguno de los hermanos y no me podían obligar.

Busco la ropa de cama para colocar y la acomodo a mi modo, parecía que la casa hubiese estado recién hecha con todas las cosas nuevas que se podían ver en ella.

Escucho los pasos alejarse de la puerta, me relajo y me subo a la cama sin cambiarme aún. Sabía que necesitaba un baño pero no quería levantarme de ahí, mi ánimo estaba por los suelos y ya no quería moverme.

La cara de Dressler apareció por las ventanas de la habitación, grito con susto y termino cayéndome de la cama.

—¡¿Pero qué diablos sucede contigo?! —le grito —¡Lárgate! ¿No entiendes que no quiero verte? ¡Largo!

—¡Dressler! —grita Althaus.

—¡Largo!

—Bella, perdón...

—¡Qué te largues!

Estos hombres definitivamente estaban locos y no sabían lo que era privacidad.

Me levanto con el culo adolorido y me encierro en el cuarto de baño.

Me siento dentro de él y miro todo en absoluto silencio, mi respiración es la única que se escucha y solo es un suave suspiro.

Tres semanas y muchas veces me había olvidado del lugar que ocupaba, una secuestrada, había hablado muchísimo con Egger pero con Adler solo unas cuantas cosas.

Cada uno de los hermanos era distinto en su forma de ser y personalidad, aunque tuvieran una leve igualdad en el físico de todos los cuatro.

Althaus era serio, frío, sarcástico, egocéntrico y muy orgulloso. Pero su físico era demasiada adicción a la vista. Su piel era un poco tostada, como si siempre estuviera bronceada. Su cara era perfecta y simétrica con su cuerpo, los ojos de color gris eran tan tormentosos como interesantes, su nariz recta y perfilada, sus labios perfectamente equilibrados ni muy gruesos mi muy delgados y el color de ellos era un rojo pálido, los pómulos eran un poco marcados y eso hacía que cuando posabas tu mirada en su cara no podías despegarla tan fácil. Cuerpo ejercitado sin la necesidad de tener músculos grandes que pueden llegar a ser molestos a la vista.

Así me quedo dormida pensando en el físico de Althaus.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora