Capítulo 40

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Radical
Bella Carusso

  Generalmente no esperaba pasar dos meses de mi vida entrenando, no para saber defenderme o matar. Iba en contra de mis ideales pero, no quería pasar por lo que pasé anteriormente con el maldito.

Suspiro, busco a Althaus pero no lo encuentro en ningún lugar. Así que decido ir a su habitación.

—¿A dónde vas, italiana? —pregunta con burla Dressler.

—Buscaré a tu hermano —le respondo con una sonrisa —, me prometió que también iríamos a entrenar con las armas y yo quiero aprender.

—So oder noch leckerer, italienisch —me guiña un ojo.

—Más.

Le doy la espalda y intento borrar la sonrisa juguetona de mi cara.

Decido primero pasar principalmente a mí habitación para darme un baño. No quería ir a entrenar toda sudada. No con Althaus.

Entro en la habitación y la sensación de calidez que me recibe me coloca un poco sentimental, dos meses en los que no había dormido en esta cama, ni en ninguna cama de los chicos.

Había pasado fuera la mayor parte del tiempo. La mamá de los hermanos había decidido quedarse conmigo y había cambiado un poco. Me sentía más distinta y más tranquila con respecto a cómo había tomado mi secuestro. Porque él no haber reaccionado la mayor parte del tiempo gritando y intentando escapar muchas veces me hacía pensar que tenía algún problema.

Comienzo a quitarme mi ropa y me paseo por todo el cuarto solo en ropa interior, coloco música y Amy Winehouse se reproduce en el estéreo por alguna razón. Sonrío. Voy directa a la ducha y termino por quitarme todo, abriendo la llave para que el agua me golpee en el rostro con poco fuerza.

La lluvia artificial me comienza a mojar poco a poco el cabello y el que el agua esté totalmente fría ya no me sorprende.

La mamá de los hermanos me hizo dormir en una pista de hielo dos noches seguidas cada semana con poca ropa solo por no haber hecho totalmente los circuitos. Los completé todos hace más de dos semanas y aunque mi avance era lento, me gustaba como absorbía todo y aprendía. Me faltaba mucho camino por recorrer pero me sentía satisfecha con lo que estaba logrando.

Cierro la llave del agua y comienzo a echarme acondicionador en mi cabello principalmente. Ahora que sabía que primero te echabas acondicionador en el cabello y luego sí el shampoo para tener un cabello más lindo, lo hacía.

—Uh —tarareo —, uh.

Los tres golpes que hay en la puerta de baño me alarman y me volteó inmediatamente.

—¿Quién? —intento sonar tranquila.

—Althaus —su voz me llega fuerte y varonil —. Estaré en mi oficina, necesitamos hablar.

—Estaré ahí en un rato —la voz tan urgente que me sale me sorprende.

Y el deseo de que entre a mi baño y termine lo que comenzó hace más de dos meses me prende. Espero su respuesta pero tarda en llegar.

—Bien.

Un minuto después escucho pasos alejarse y luego nada.

Miro hacia arriba derrotada y las ganas que siento solo me colocan sensible, porque los chicos tenían miedo de tocarme y eso ya comenzaba a molestarme.

Comienza a sonar otra canción y yo busco el reproductor para cambiarla. El ritmo llena mi baño y el querer bailar me toma por sorpresa. Sonrío, muevo mi cadera lentamente y suelto una risita por lo tonta que me debo ver bailando sola.

Con tal que no te caigas no hay ningún problema.

Mi sonrisa se borra y resopla.

—Odio mi conciencia, de verdad.



Me miro fijamente en el espejo y suspiro pensando qué tal vez sería mucho para entrenar con armas pero, me gustaba como me quedaba el vestido.

—Tendrá que aguantarse porque no me voy a cambiar —me digo a mi misma.

Mientras la mirada que me doy es de terquedad.

Camino hacia la puerta, apagando el equipo de sonido. Cierro a mí paso y no dejo que los nervios me ganen mientras me dirijo a la oficina de Althaus.

La música en el cuarto de Adler es un poco alta y me pregunto qué estará haciendo ahí, las ganas de solo evitar a Althaus me atacan y estoy a nada de retractarme en no ir.

—Althaus quiere hablar contigo —habla alguien a mi espalda.

Soy media vuelta y la mirada penetrante de Egger me congela. Sus ojos me repasan de arriba abajo y el deseo en mí me toma.

—Hola —sonrío con timidez —. Lo sé, me lo hizo saber hace poco media hora atrás.

Egger me sigue inspeccionando con cautela y yo no entiendo qué es lo qué le pasa.

—No lo hagas esperar mucho —dice sin nada más que agregar y se va de allí.

Quiero seguirlo pero a la final lo dejo pasar.

Sigo mi camino y en menos de nada estoy frente a la puerta de Althaus, tomo aire, preparo una sonrisa y me adentro sin tocar.

La imagen de Althaus en su escritorio me recibe. Sus ojos cerrados me hacen acercarme.

Error.

Su mano tocando su miembro erecto me sorprende y me obligo a callar con la vergüenza corriendo en mis mejillas rojas.

Althaus jadea bajito y el deseo se enciende.

El recuerdo de cómo me tocó y me tomó en la ducha aún sigue grabado a fuego en mi mente y las ganas me pueden más.

Termino de acercarme a pasos vacilantes, coloco mi mano alrededor de la suya y sus ojos se abren de par en par y sonríe.

—¿Qué haces? —pregunta casual.

Como si no estuviera tocándose con mi mano alrededor también de su gran polla.

—Ayudándote a terminar —susurro cerca de su cara.

Echo un poco más la silla hacia atrás y termino sentada en su escritorio con el deseo corriendo por todo mi cuerpo.

—Tal vez deberías ayudarme a mí también —el valor para decir eso no sé de dónde sale.

Más caliente y avergonzada no podría estar.

—Bella...

—Fóllame, por favor —las notas de súplica en mi voz lo tienen diciéndome que sí.

Sin pensar la respuesta.


Traducción.

Dressler: Así o más caliente, italiana.

Engel #1 |C.A|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora