Maratón 2/5
Althaus EngelMi ira va en aumento cuando me siento como un crío persiguiendo a Kristine. En mi último intento por alcanzarla, la logro tomar del brazo y la giro con brusquedad.
Ella inmediatamente se coloca a la defensiva y comienza a golpear mi pecho y a intentar empujarme.
—¡Eres un maldito! ¡Arrogante! ¡Imbécil! —chilla sin tener ningún control —¡Lo primero que me prometes anoche y es lo primero que haces! ¡Te dije que no quería dejarte con esa estúpida!
Ruedo los ojos y la irritación que siento hacia ella ya está sobrepasando los límites. La tomo de la nuca, la acerco a mí y le estampo un beso que la hace bajar todas sus defensas.
—No puedes solo besarme
—Cállate y bésame —la interrumpo.
El beso que nos damos es demasiado soso, para ella puede que sea romántico pero, para mí es lo más aburrido. Ni siquiera Bella me había besado así.
Inmediatamente me separo cuando me acuerdo de la maldita italiana que ronda siempre mi mente. El rastro de lágrimas que tiene Kristine no me produce más que lástima pero ella sabe con qué cabrón se metió.
—Porque me beses no significa que tenga que disculparte —murmura.
Yo suelto una risa seca y la miro fijamente.
—¿Sabes que me vale una mierda, verdad? —mi voz sale más dura —A la próxima no voy a ir detrás de ti, Kristine. Yo no sirvo para estas mierdas.
Ella suelta una risita y luego me abraza con fuerza, la incomodidad que siento me supera y termino por quitarla de encima.
—¡Me quieres! —chilla emocionada —Estoy segurisíma ¿por qué, sino, irías tras de mí?
Mierda. Todo lo que tengo que hacer para conseguir mi objetivo.
Asiento sin darle una respuesta verdadera.
Ella nuevamente se clava en mí brazo y veo a venir hecho furia hacia mí, una vez está cerca me lanza un puño que esquivo. Kristine grita y yo no entiendo porque siempre expresa sus emociones de esa manera.
—¡¿Es qué tienes mierda en la cabeza?! —la furia que tiene Egger también la siento yo.
—¡¿Me reclamas a mí, pedazo de estúpido?! —lo empujo y me quito la chaqueta que traigo —¡Has sido tú quién la ha engañado todo este tiempo!
—¡Ni siquiera se ha dejado explicar las cosas! ¡Así que tampoco hables de lo que no sabes!
Esquivo un nuevo golpe pero me toma desprevenido la patada que me lanza, Kristine está gritando y inmediatamente escucho pasos acelerados hacia nosotros.
Ignoro todo y solo me dan ganas de golpearlo.
Me quitan a Egger de encima y de reojo veo que fueron mis dos hermanos restantes. Bella aparece en mi campo de visión con una expresión molesta y nos mira a los dos.
—¿Pero qué les pasa? —la furia es palpable en su voz —Si van a pelear que no sea aquí ¡esto no es un circo de mataderos!
—A mí no me vas a dar órdenes.
—Lo lamento, bonito. Pero ya lo hice.
Mira a Kristine de reojo y luego comienza a caminar hacia la entrada como si nada hubiera sucedido, sus actitudes me desconciertan y no sé que esperar de la nueva Bella.
Cuando la trajimos sabíamos cómo era ella y que podía llegar a aguantar y que no, la habíamos estado constantemente vigilada. Pero ahora no sabía que podría esperar.
La calma de Kristine me daba confianza pero en Bella ya no podía confiar.
Kristine me tiende la mano y me insiste en que la siga, ella da la orden de que enciendan mi camioneta y ordena que me lleven a mí penthouse.
—Te cocinaré algo ¿está bien? Creo que has pasado de ser un gruñón pasivo a uno totalmente descontrolado —bromea.
Yo no le digo nada y dejo que se mueva a mí alrededor a su antojo.
•••
La imagen que hay frente a mí me remueve el pecho, Kristine está en mi cocina con tan solo una camisa mía y su cabello recogido en una cebolla, el recuerdo de Bella estando en mi cocina el mismo día que la secuestramos aparece en mi mente sin poder descansar ni un solo minuto de ella.
Las palabras se atascan en mi garganta y no sé cómo sentirme.
Kristine voltea y se sobresalta cuando nota que la he estado mirando todo este tiempo.
—Me he pegado un pequeño susto —sonríe cariñosa —. Pero te he preparado spaghetti.
Asiento sin saber que decirle.
—¿Quieres vino? —espera mi respuesta —Contestame, quiero atenderte bien.
Con Kristine las cosas eran así, sin peleas, tratando de darme paz y queriendo hacerme feliz. Las peleas mayores habían sido por Bella y con un beso estaban solucionadas.
Era así de fácil.
Sin dolores de cabeza, sin gritos, sin sentirme vivo. Sólo normal.
La italiana era mi huracán y mi calma, el fuego en cada pelea era cada vez mayor y eso me hacía caer más profundo al precipicio donde yo había perdido la razón por ella. La había extrañado como un maldito loco y ahora que estaba aquí, solo quería tenerla lejos.
Con ella nunca sabía que esperar y eso llegaba a exasperarme, yo quería controlar, quería imponer y gobernar.
Kristine aún espera mi respuesta y le contesto escuetamente.
—Vino —asiento.
Ella comienza a servir y yo sin esperar, organizo la mesa. Ella me sonríe encantada y me permito disfrutar esta tranquilidad con ella.
Quería sentir que todo estaba medianamente bien.
Comemos en silencio y agradezco que no me esté preguntando cosas o por qué Bella está aquí.
Una vez acabamos ella deja los platos en la cocina y me insiste en que quiere solo hacerme pasar un buen rato con un masaje, acepto.
—Tal vez acabamos haciendo otra cosa —bromea.
—Quiero dormir, Kristine. Sólo eso.
Ella asiente dolida y yo no le doy más importancia. Ya la había rechazado tres veces y no estaba dispuesto a ceder, no por ahora.
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Engel #1 |C.A|
RomanceUn secuestro, cuatro hermanos y mucho poder en juego. Bella se ve envuelta en sensaciones que en su inocencia nunca creyó sentir, el amor, la pasión y el sexo desenfrenado comienza en su nueva vida cuando sus verdugos la secuestran. ¿O la salvan del...