—Está bien, te lo contaré.
Vaya. Así que sí era verdad lo de que me estaba ocultando algo. Di un pequeño paso atrás para poder verle mejor. A pesar de que sabía lo que me iba a decir, no podía evitar estar un poco nerviosa.
—Desde pequeño tengo… una enfermedad. —parecía estar escogiendo cuidadosamente sus palabras. —Es muy extraña, muy poca gente la tiene. La cosa es que no saben a qué se debe esa enfermedad ni tampoco hay cura. —estaba mirando al suelo, tal vez por vergüenza. —Pierdo el control, es como si me poseyera una fuerza que quisiera hacer algo malvado. Se me nublan los sentidos y sólo pienso en destrozar todo lo que veo. Sin llegar a matar, claro. —aclaró rápidamente. —Pero eso supone un problema para mí y para todos los que me rodean, soy un peligro. —se abrazó por los codos. —Por suerte existen unas pastillas que me ayudan a controlarme. Si me tomo la dosis diaria necesaria, estoy perfectamente, pero… —suspiró profundamente. —Son muy caras y a veces llegan tarde, así que a veces me quedo sin ellas, por lo que… Bueno, como llevo tanto tiempo medicándome, me es más fácil controlar mis emociones, pero no siempre puedo con ellas y me dejo llevar.
Se produjo un silencio sepulcral. No sabía si debía decir algo o callarme. Al rato continuó hablando.
—¿Recuerdas ese día en el que volqué una papelera? —asentí. —No me tomé las pastillas…—levantó la mirada, y pude ver el sufrimiento que había en sus ojos. No pude evitar sentir pena por él… Me recordaba a mí antes de conocer a Rubén. —Es una maldición… Tengo que vivir con ella por el resto de mi vida y todos los que me rodean están en peligro. —se llevó las manos a la cabeza, despeinándose por completo.
—Jeremy, no…
—No, no, déjalo. Sé que vas a decir que no es culpa mía. —me callé. Tenía toda la razón. Realmente no sabía qué decir. —Y ahora te doy pena. Por eso no quería contártelo, porque ahora estarás conmigo sólo por pena, y yo no quiero eso. Quiero amor de verdad, por na vez, ¿acaso cuesta tanto?
Me mordí el labio inferior para evitar llorar. Jamás pensé que tenía tanto sufrimiento en su interior.
Se había dado la vuelta, así que me acerqué a él y puse una mano sobre su hombro para darle la vuelta.
—Jeremías… Cuando te dije que sí quería salir contigo… No lo hice por pena. Es más, no sabía nada de… ya-sabes-qué. —dije. ¿Por qué le estaba soltando todo eso? —Dije que sí porque… porque me gustas tal y como eres. Incluyendo tus virtudes y defectos.
Me miró fijamente. Sus ojos me atrapaban, su color era bello y cambiante. Ahora mismo eran del color del fondo del mar. ¿Quién sabía qué escondían realmente bajo las capas superficiales de felicidad?
Esbozó una ligera sonrisa y sus ojos brillaron. Me abrazó fuertemente, ocultando su rostro en mi hombro, a pesar de que era más alto que yo.
Yo le devolví el abrazo sonriendo. A pesar de todo, él era un chico más con sus problemas que sólo buscaba un poco de amor y consuelo. Aunque no supiera si realmente me gustaba o no, le quería, y no podía verle mal.
Se apartó ligeramente sin soltarme. Me miró a los ojos una vez más antes de juntar nuestros labios. Me pilló por sorpresa, y por poco le hice la cobra, pero no se merecía eso.
Sus labios eran carnosos y sabían a sal, pero… No eran igual de apetecibles que los de Rubius.
Cerré los ojos con fuerza. ¿Por qué había pensado eso?
Me abracé con más fuerza a Jeremy y seguí con el beso. Quería olvidar la sensación que me producían los labios de Rubén, pero me era imposible. Jeremy besaba bien, pero Rubius sabía cómo hacerlo a la perfección.
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La revolución (ElRubiusOMG)
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si Rubén Doblas Gundersen, más conocido como ElRubius, tuviese novia? ¿En cómo reaccionarían las fans hembras? ¿Se alegrarían por ellos o... prepararían un plan? Andrea, una chica de catorce años con un vacío...