Había pasado una semana y nada raro había ocurrido. Sólo faltaban dos días para que Yanara se fuese y así poder estar tranquilos, tanto Eli y Rubius como yo.
Ese día había ido a mi colegio a recoger los libros, ya que empezaba en unas semanas. Genial, tenía unas ganas... (Soy sarcástica, por si no queda claro).
Iba a ir sola pero Rubén no me dejó por seguridad. Además, así saludaba a algún fan suyo, ya que tenía ganas, así que no le pude decir que no.
Nada más entrar, una nube de gente se arremolinó alrededor de Rubius, y aproveché para coger los libros. Me encontré con Laia y estuvimos hablando un rato. Saludé a Pablo pero no me acerqué a él. Que le haya perdonado no significaba que quisiese ser su amiga de nuevo.
Regresé a la entrada y aún había gente rodeando a Rubén. El chico parecía alegre pero un poco agobiado.
Escuché que alguien le preguntaba:
—¿Qué haces aquí?
—Pues acompañar a una criaturita muy especial para mí. —respondió mientras firmaba un autógrafo.
Sonreí sin querer y sacudí la cabeza. Me adentré en la nube de la gente y conseguí sacar a Rubius, quien se despidió con la mano de todos. Por suerte, nadie nos siguió.
—Me gusta estar con mis criaturitas, pero a veces es muy agobiante.—dijo Rubén agotado.
Me reí y nos dirigimos a mi casa. Caminamos en silencio, pero no era incómodo. Nos conocíamos tanto que los silencios no eran incómodos, lo que se agradecía.
Antes de llegar a mi portal, pasamos por un callejón siniestro. Miré cautelosamente por si acaso, pero lo único que había era un pájaro comiendo.
Estaba abriendo la puerta cuando, de repente, noté algo frío sobre mi sien con forma circular.
—Hola, querida.—saludó esa voz infernal.
Mier-da.
—Hacía mucho que no nos veíamos, ¿verdad?—cuestionó irónica.
No podía moverme para ver si Rubius estaba bien, ya que la chica me estaba apuntando con una pistola, como si fuese lo más normal de mundo.
Por suerte, mi barrio era muy transitado, y ya algunas personas se habían quedado mirándonos alarmadas.
Vi por el rabillo del ojo que un chico sacó rápidamente su móvil y comenzó a teclear.
Yanara apartó el arma y sonrió falsamente.
—No se preocupen, estamos grabando un pequeño corto. ¿No ven que la cámara está allí?—dijo, señalando a un hombre con una cámara.
Vaya, sí que tenía recursos.
Pude darme la vuelta al fin, y vi que Rubén me estaba mirando con los ojos desorbitados. Estaba pálido y sudando como un pollo. Pobre... Y todo por mi culpa.
Cerré los ojos para evitar llorar y se me ocurrió la idea de echar a correr. Sin embargo, me fijé en que un hombre en traje mantenía una pistola apoyada sobre la espalda de mi amigo, de tal manera que sólo yo podía verla y no los que estaban alrededor.
—Eso es mentira. Yo soy policía y reconozco cuando un arma es real o no.—dijo un chico de unos treinta años entornando los ojos.
—Pero es que es de verdad.—respondió tranquila Yanara.—Solo que no está cargada. No íbamos a correr ese riesgo.
El chico miró desconfiado a la chica y después a mí.
—¿Es cierto?—preguntó.
Iba a responder que no cuando Yanara me abrazó por la espalda. O eso es lo que parecía, ya que en realidad me colocó un cuchillo en la espalda.
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La revolución (ElRubiusOMG)
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si Rubén Doblas Gundersen, más conocido como ElRubius, tuviese novia? ¿En cómo reaccionarían las fans hembras? ¿Se alegrarían por ellos o... prepararían un plan? Andrea, una chica de catorce años con un vacío...