Capítulo 10 "Cinema"

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Tres, dos, uno...

*Riiing* La campana del final de la última clase. La campana de la libertad en un viernes.

Salí corriendo por la puerta, al igual que todos mis compañeros. Laia me estaba llamando, pero la ignoré, no sería muy importante.

Bajé rápido las escaleras y, de los nervios, crucé sin querer mi pie derecho con el izquierdo, cayéndome por los escalones. Por suerte quedaban tres, así que el daño fue poco. Y daba la casualidad de que no había nadie. Bueno, en realidad era porque me había adelantado bastante a los demás.

Normalmente tenía muy mala suerte, y esas dos señales me daban la sensación de que todo iba a salir bien... Solo me la daba.

La mochila me pesaba kilos por llevar casi todos los libros-estábamos casi al final del curso y habíamos empezado a llevarnos cosas a casa-así que mi carrera era más lenta.

Había quedado en una hora en casa de Rubius con todas las que iban a acudir. Lo tenía todo planeado, y mis padres no estaban ese día en casa, así que si llegaba más tarde de lo normal, no se iban a enterar.

Salí por la puerta principal y me dirigí calle abajo.

-¡Andrea!-gritó un chico que conocía de sobra.

Pero tenía mucho trabajo, no me podía detener, así que aceleré el paso.

Volvió a gritar mi nombre, y esta vez el grito fue acompañado por una mano que me agarró del brazo.

Hice un rápido movimiento girando mi cuerpo hacia él y me lo quité de encima. Sin embargo, otro brazo me cogió de la muñeca y me apretó allí donde hacía poco que me había hecho una rotura.

Puse una mueca de dolor y le dirigí una mirada con desdén.

Allí estaba, como había adivinado, el chico al que llevaba evitando todo el día: Pablo.

-Tengo prisa.-dije secamente.

-Yo también, pero escúchame, será solo un momento.-suplicó rápidamente, como si estuviese nervioso.

Miré el reloj.

-Tienes cinco minutos.-cedí.

Suspiró agradecido y me soltó.

Me froté la muñeca dolorida.

-Lo siento.-susurró.

-No pasa nada, me volveré a poner la venda...

-No me refiero a eso.-me interrumpió.

Lo miré interrogada. ¿A qué se refería?

-Me refiero al asunto con Laura y eso...

-Ya hemos hablado de eso. No te puedo perdonar, me dolió mucho, me dejaste en un momento en el que estaba muy débil y estaba pasando por una mala racha.-le recordé con dureza.-Los amigos de verdad no hacen eso.-pausé con la mirada fija en sus ojos.-Y tú lo hiciste.

-Ya lo sé, pero aunque no me perdones quiero que sepas las razones y que recapacites....

-¿Recapacitar? ¿A qué viene eso? ¡Tú fuiste el que debiste recapacitar en el pasado!-exclamé sin poder placar mi furia.

-No quería decir eso...-dijo el chico asustado.

-¡Me da igual lo que quieras o no quieras decir! ¡Me hiciste mucho daño, y eso no va a volver a pasar! ¡¿Entiendes?!-grité, casi sin aliento.

Me di la vuelta y me dispuse a ponerme en camino.

-I could watch you for a life time... You're my favourite movie...-cantó bajito.

Me quedé paralizada. Eso tocó mi fibra sensible. Esa canción la escuchábamos siempre juntos. "Cinema", de Skrillex. La amábamos. Dejé de escucharla desde aquel fatídico día en el que me dejó.

-Thousands endings... You mean everything to me...-continué cantando sin evitarlo. Me salió solo, como un tic nervioso.

Me giré y le miré a los ojos.

-Adelante.-dije, animándole a que me contara sus razones.

-Laura me dijo que me iba a ayudar a que tú me hicieses más caso.

-¿Cómo? Pero si te hacía caso.-dije extrañada.

-Bueno, sí, pero no el tipo de caso que yo quería... ¿Entiendes?-preguntó con suavidad.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza.

-¿Sólo por eso?-pregunté.

-No. También me prometió que iba a conseguir que los que se metían contigo te dejaran en paz.

Me quedé asombrada. Así que en realidad lo había hecho por mí, después de todo... Pero algo no encajaba.

-¿Por qué no te alejaste de ella cuando veías que no cumplía las promesas?-pregunté.

-Me amenazó con subir cosas malas de mí.

<<Egocéntrico>>pensé.

-Y no me lo dijiste porque...-dije, tratando de que completara la frase.

-Porque pensé que ya no confiabas en mí.

Suspiré, cansada de esa conversación.

-Me tengo que ir. Adiós.

Pablo quiso decir algo, pero cerró la boca.

Lo miré con el semblante serio, sin mostrar ninguna emoción.

-Nada más...-susurró.

-Bien. Adiós.-me despedí.

-Supongo que a quien amas, lo tienes que dejar libre.-dijo.

¡Pam! Martillazo en el corazón.

Me di la vuelta con la boca ligeramente abierta del asombro, pero ya no estaba.

Me encaminé hacia la casa de Rubius pensando en lo que me había dicho... ¿Era cierto? ¿O solo lo había dicho para hacerme volver a su lado?

Pues si era eso, no pensaba caer en sus redes. Sí, quizás estaba siendo muy dura con él, pues me había demostrado que quería recuperar mi amistad, pero no quería volver a salir herida.

Cuando pasas por algo como esto, pierdes cualquier tipo de seguridad en ti misma, y es por eso por lo que me cerré a todos, siendo borde con cualquiera que intentase acercarse a mí. No quería confiar en nadie más. La gente es un asco, en cuanto confías en ellos.. Te defraudan. Y te pasas meses sin saber qué hacer, sumida en oscuros pensamientos. Por suerte estuvo Laia en esos tiempos, si no... ¿Qué habría sido de mí?

Así que, Pablo, no te iba a perdonar.

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora