Capítulo 35 "La «amiga»"

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Ambos esperábamos ansiosos la respuesta de aquel hombre que llevaba una bata blanca.

No conocía a la madre de Rubius, pero quería que él estuviese feliz... Porque es mi amigo, no por otra cosa...

-Bueno... Tu madre... Está bien.-dijo. Escuché un suspiro de Rubén.-Aunque está muy débil, tendrá que reposar unos días, hasta incluso una semana.

Rubén P.QV

Cuando escuché que mi madre estaba bien, sentí como si una burbuja llena de angustia en la que estaba atrapado hubiese explotado, haciendo que la felicidad llenara todo mi cuerpo.

-Gracias.-dije temblando de la emoción.-¿Puedo... puedo visitarla?

-De momento no, a lo mejor en una hora.-respondió.

Bufé, pero con eso me valía.

El doctor me sonrió y se fue por el pasillo.

Me giré hacia Andrea, quien estaba sonriéndome.

-No estás contento ni nada, eh.-dijo irónicamente.

-Qué va, para nada.-respondí en su mismo tono.

Nos reímos. Me hacía feliz tener amigas como ella, que me apoyaran aunque hubiésemos discutido...

-Me alegro mucho por ti.-dijo la chica.-Y por tu madre, claro.

-Cuando despierte le diré que fue gracias a ti.-indiqué alzando las cejas.

-Pero si fuiste...

-¡Calla!-exclamé, haciendo un movimiento de diva.

Ella me imitó.

-Diva no se hace, se nace.-dijo con una voz aguda.

Nos volvimos a reír, esta vez más fuerte, haciendo que unos médicos nos mandaran callar.

Andrea miró su reloj.

-Me tengo que ir... No te importa, ¿no?-cuestionó preocupada.

Negué con la cabeza. Entendía que estaba cansada, pues todo el día en el hospital era muy pesado.

-Vete, no te preocupes.-sonreí.

-¿Seguro?-insistió.

Sin responder, la empujé suavemente por la espalda hacia la escalera.

-Seguro.-dije una vez que ya estaba en el segundo escalón.

Me sonrió amablemente. Cuando sonreía, unos pequeños, casi invisibles hoyuelos aparecían en sus mejillas. No eran muy apreciables, sólo si te fijabas bien.

-Si necesitas cualquier cosa, llámame.-dijo guiñándome un ojo.

Levanté el dedo pulgar en señal de aprobación.

Andrea P.Q.V

Me tenía que ir, ya que mis padres se iban a preocupar.

Cuando me di la vuelta dispuesta a bajar las escaleras, noté cómo una mano me agarraba de la muñeca izquierda y me tiraba hacia atrás, atrayéndome a su cuerpo. De repente, me vi rodeada por unos brazos.

-Gracias otra vez.-susurró Rubius en mi oreja. Sonreí.

Cerré los ojos y aspiré su aroma. Sus brazos eran firmes y su pecho duro.

Nos separamos y nos despedimos con una sonrisa.

Salí del hospital y me dirigí a una parada de autobús.

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora