-Que sí, que ya voy.-protesté al teléfono. Colgué y cogí las llaves, que eran lo último que me faltaba.
-¡Me voy! ¡No tardaré mucho!-exclamé mientras abría la puerta.
-¡Espera!-gritó mi madre mientras salía por la puerta de la cocina.-Andrea... Es el último día antes de que empiece otra vez el colegio, ¿no prefieres pasarlo con nosotros?
Parecía apenada, quizás pasaba demasiado tiempo fuera...
-Pero mamá... Hace una semana que no los veo.-protesté.-Esta semana he estado siempre ayudándoos y lo he pasado genial, pero me gustaría verles.
Mi madre me miró indecisa. Junté las manos en un gesto de ruego.
-Por favor...-supliqué.
Mi madre suspiró, pero al final accedió.
-¡Pero tienes que estar antes de las 19:30!
Asentí alegre. Eran las 4 de la tarde, así que iba a tener bastante tiempo para disfrutar.
Bajé en el ascensor sonriente mientras me colocaba los cascos.
Mangel me había invitado a su casa porque íbamos a hacer una supuesta fiesta. No sabía por qué, pero bueno, no me iba a negar.
En cuanto a Jeremy... Llamamos a la policía antes de que se despertara. Rubius quiso denunciarle, pero el chico ya tenía suficiente con soportar las las pastillas, así que logré convencer a Rubius de no hacerlo. El policía no nos creyó al principio, pero tras revisar los informes médicos de Jeremías, comprobó que decíamos la verdad.
Su madre se disculpó, se sentía muy avergonzada y me dio pena. Al fin y al cabo, no había sido culpa de ninguno de los dos que las pastillas no hubiesen llegado.
También decidieron llevar a Jeremy a un centro de menores por un tiempo. Me dio mucha pena, estuve presente cuando le ingresaron en ese edificio tan horripilante. Jeremías parecía realmente arrepentido, sabía que no quería hacerme daño, pero... No podría haber soportado estar más con alguien por el cual no sentía nada.
Le debía mucho a Rubius. Si no hubiese aparecido... A saber qué habría sido de mí. A pesar de haber discutido, me salvó la vida. Por amigos como él merece la pena vivir. Por eso tenía tantas ganas de ir a casa de Mangel, porque le vería de nuevo. Necesitaba agradecerle una vez más lo que hizo por mí, a pesar de que él insistió en que no había sido nada.
Aunque a la vez estaba nerviosa. Igual que la primera vez que me di cuenta de que me gustaba Rubén y fui a su casa. El día en el que nos besamos.
Un escalofrío recorrió mi columna al recordar aquel momento. Me olvidé de todo al sentir sus labios sobre los míos. Recordé lo que había sentido, como si alguien hubiese soltado una bomba de adrenalina en mi cuerpo. Aún no me lo creía, la verdad.
Un pitido interrumpió mis pensamientos. El autobús había llegado a mi destino, así que me bajé, agradeciendo en silencio que hubiesen pitado.
Aceleré el paso al notar cómo el aire se colaba en mi piel, congelándome los huesos. No llevaba nada por encima, tan sólo una camiseta de manga larga y unos vaqueros. Por suerte el portal quedaba cerca, así que en seguida pude refugiarme en el calor de la calefacción.
Suspiré de alivio cuando Mangel abrió la puerta del portal, y subí las escaleras.
Al llegar a la puerta, ya estaban todos esperándome. Y cuando digo todos, me refiero a Mangel, Alex, Cheeto, Eli -sí, también la habían invitado -una chica que me sonaba de algo, y Rubén. Casi me atraganté con mi propia saliva al verle, pensaba que iba a tener un poco más de tiempo para mentalizarme.
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La revolución (ElRubiusOMG)
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si Rubén Doblas Gundersen, más conocido como ElRubius, tuviese novia? ¿En cómo reaccionarían las fans hembras? ¿Se alegrarían por ellos o... prepararían un plan? Andrea, una chica de catorce años con un vacío...