Capítulo 36 "La cotilla de la puerta"

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Habían pasado tres días desde la discusión con Mangel. La madre de Rubius ya había salido del hospital, algo inusual, pero eso daba igual, el chico estaba muy feliz. También hacia tres días que no veía a mi mejor amigo, pues quería quedarse junto a su madre hasta asegurarse de que estuviese bien. Qué buena persona es.

En ese momento estaba preparando la maleta, pues el día siguiente me iba a la playa.

Terminé de meter mi última camiseta (negra y con una cruz cubierta de serpientes) en la maleta, y la cerré sin mucha dificultad. La primera vez en varios años que conseguía cerrarla a la primera.

Suspiré satisfecha. Sólo había cogido lo necesario, pues me iba una semana, nada más.

Sin embargo, algo rondaba por mi cabeza todo el día.

No quería irme sin hacer las paces con Mangel. No quería disculparme, pues yo no era la que había empezado la discusión, pero sabía que el otro nunca iba a dar el primer paso, así que no me quedaba más remedio.

De repente, me di cuenta de cuánto había cambiado desde lo ocurrido con Yanara. Antes jamás me disculpaba la primera, pues mi orgullo estaba por encima de todo lo demás. Sin embargo, ahora iba a ser la segunda vez que diese el primer paso. También era más sociable. Antes desconfiaba de toda persona que se me acercarse, mientras que ahora, conocía a alguien y trataba de hacerme amigo suyo, como con Alexby. Incluso había cambiado mi forma de vestir. Anteriormente me ponía ropa oscura, negro y más negro. Ahora había adquirido un estilo más colorido, aunque seguía poniéndome ropa antigua. Y todos esos cambios en apenas unos meses.

Inspiré hondo, intentando apartar esos pensamientos, no sabía muy bien por qué.

Decidí que era la hora de ir a casa de Mangel a disculparme por algo de lo que no tenía la culpa.

Avisé a mis padres de que volvería en un par de horas o un poco antes, ya que eran las siete de la tarde, y salí de mi casa con una camiseta de Jake el perro, unos pantalones vaqueros cortos y unas zapatillas con estampado de cebra. Original, ¿eh?

Cogí el autobús y en media hora ya estaba en casa de mi amigo. Bueno, esperaba que aún fuese mi amigo.

Cuando me dispuse a pulsar el timbre, escuché unos murmullos.

Como cotilla que soy, no pude evitar acercar la oreja a la puerta.

-No seas pesado.-dijo una voz grave que conocía perfectamente.

-¿Pero y si la pierdes?-preguntó un catalán. Mangel.

-¿Como amiga? No creo, estamos muy unidos.

-Pero tú quieres algo más.

-No...-intentó hablar, pero Mangel le interrumpió.

-A ella le gustas. Imagínate que conoce a otro chico y pierde el interés por ti sólo porque no te has atrevido a decirle tus sentimientos hacia ella.-dijo algo más, pero no lo llegué a entender.

¿De quién estaban hablando? De la chica que le gustaba a Rubius, obviamente... ¿quién sería la afortunada? Quiero decir... ¿quién sería?

Noté cómo la tristeza me embargaba, ¿pero por qué? Es su vida, tiene todo el derecho a tener novia, y a mi me debería dar igual... ¿por qué no pensaba eso?

-Bueno, da igual, pero a ti te gusta, no lo niegues.-prosiguió el moreno.

-¡Que no me gusta! Además, es muy pequeña para mí.

Entonces debía de tener 18 años como mínimo, no creo que le gustase una menor.

-¿Me estás diciendo que te importa más la edad que los sentimientos? Vaya, pensaba que eras más maduro, Rubén...-dijo con cierto desdén.

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora