-¡Me cago en ti!-exclamó Rubius.
Se levantó del sofá y comenzó a perseguirme.
Corrí por toda su casa, gritando.
-¡Para!-advertí. Al ver que hacía caso omiso, le amenacé.-¡Para o te lanzo una silla!
Me acerqué a una silla del salón y me puse detrás de ella en posición, por si realmente tenía que usarla.
-Para.-ordené.
Rubén puso las manos en alto y asintió.
-Vale, vale.
Sonreí satisfecha y me erguí.
Había ido a casa de Rubius para contarle lo de Jeremías. Sí, ya sé que podría haberle llamado o mandado un whatsapp, pero él quería que viniese, no sabía por qué. En cuanto se lo dije, se enfadó. O al menos eso pensaba.
-¡Te lo has creído!-exclamó riéndose.
Fruncí el ceño molesta. ¿Qué quería decir?
-Pensabas que me había enfadado.-aclaró, aún riéndose.
Cogí con cojín y se lo lancé con fuerza, pero el lo interceptó.
-¡Me has pegado un susto!-exclamé enfadada.
Me crucé de brazos y observé cómo Rubius se sentaba en el sofá con las manos en la tripa y con una sonrisa en la cara, en sentando los dientes.
Cuando cesó un poco su risa, me acerqué a él.
-¿Ya?-pregunté.
-Ya.
Miré mi reloj y vi que faltaba poco para la hora.
-Me tengo que ir.-avisé recogiendo mis cosas, las cuales eran pocas.
-Está bien. Ten cuidado.-advirtió.-Si tienes algún problema, llámame.
-¿Después de haberte reído de mí? No, gracias.
El chico puso cara de pena y me dirigí a la puerta, riendo por dentro.
-No te enfades...-suplicó detrás mío.
Antes de cerrar la puerta, exclamé:
-¡Era broma!
Bajé en el ascensor riendo.
Ya fuera, empecé a dirigirme a mi destino. Había quedado con Jeremías en un bar. Súper romántico, ¿eh?
Llegué y le busqué por el bar. No le vi, así que cogí una mesa al lado del único ventanal que había y me senté. Un camarero se acercó y le pedí un zumo, pues no me gustaban los refrescos. Sí, soy rara.
Después de diez minutos esperando, estaba dispuesta a irme cuando unas manos frías se posaron sobre mis ojos, impidiéndome ver.
Palpé las manos para saber quién era, pero me resultaban desconocidas.
-¿Quién eres?-pregunté curiosa.
El desconocido quitó sus manos y me di la vuelta para verle, pero me llevé una decepción.
-Hola, Jeremías.-saludé desganada.
-Hola, Andrea.-dijo con una sonrisa.
Se sentó en frente mío y me miró fijamente.
-Llámame Jeremy.-indicó.
Pero claro, yo no hacía caso a casi nadie, y mucho menos a él.
-No. Yo te llamo como quiero.
El chico suspiró y agachó la cabeza. Acto seguido, la levantó con una sonrisa aún más radiante que la anterior. ¿Qué le pasaba a ese tío con las sonrisas?
-¿Qué tal estás?-preguntó amablemente.
Me encogí de hombros y desvíe la mirada.
Noté que Jeremías estaba incómodo en la situación, pues movía los dedos nerviosamente.
-Bueno... ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre?-cuestionó.
¿Es que no se iba a rendir nunca? Bufé internamente y volví a mirarlo.
-Dibujar.
-¡A mi también me gusta dibujar!-exclamó alegre.-Mira, te voy a enseñar algunos dibujos.-sacó el móvil.-Seguramente no dibuje tan bien como tú, pero lo intento.
-¿Por qué piensas que yo dibujo mejor?-pregunté extrañada.
El chico se encogió de hombros.
-Porque lo intuyo.
Nos quedamos un rato mirándonos a los ojos. Un rato que fue una pesadilla para mí.
-¿Me enseñas los dibujos o qué?-dije borde.
Jeremías salió de lo que parecía un trance.
-Claro.-respondió.
Me enseñó algunos dibujos, la mayoría de anime, y todos estaban muy bien. Aunque claro, me lo callé.
Estuvimos un rato hablando, en el que él me preguntaba y yo respondía lo más borde posible.
Puede que me veáis como una mala persona, ya que nadie se merece recibir respuestas bordes cuando tu intención es buena, pero si estuvieseis en mi pellejo, haríais lo mismo, creedme.
Miré el reloj disimuladamente y sonreí internamente, pues faltaban diez minutos.
-Vete.-dijo Jeremías, abatido.
-¿Qué quieres decir?-cuestioné.
-Se nota que no quieres estar aquí. Vete ya.-pidió con una sonrisa triste.
Llevaba una hora esperando a que llegara ese momento, pero ahora que podía irme... Algo en mi interior me decía que no debería irme.
Miré dudosa al chico, quien me miró fijamente con sus ojos verde esmeralda, los cuales brillaban bajo la luz de la lámpara.
-Estaré bien, no te preocupes.
Me di la vuelta para irme, pero algo me detuvo.
-¡Espera! Antes de irte...-le miré y observé que estaba rebuscando en su bolsillo.-Toma.
Me entregó un objeto pequeño y redondo. Lo vi y me di cuenta de que era un anillo plateado con pequeños brillantes. Era precioso.
-Gracias...-agradecí. Jamás nadie me había regalado nada sin que fuese alguna fiesta.
-No es nada. Sólo te pido una cosa: recuérdame.-suplicó.-
Le miré fijamente y tras un rato, asentí con la cabeza.
-Y si alguna vez necesitas algo... Aquí estoy.
Sonreí débilmente.
-Adiós.-me despedí.
Salí del bar y me percaté de una cosa: tal vez nunca le volvería a ver.
Observé el anillo. Con la luz natural era aún más bello. Me lo metí en el dedo anular y encajaba perfectamente, como si lo hubiesen hecho a mi medida.
De repente, recibí un mensaje que me sobrelsató, pues no me lo esperaba.
Lo revisé y me alegré al ver de quién procedía: Laia.
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La revolución (ElRubiusOMG)
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado qué pasaría si Rubén Doblas Gundersen, más conocido como ElRubius, tuviese novia? ¿En cómo reaccionarían las fans hembras? ¿Se alegrarían por ellos o... prepararían un plan? Andrea, una chica de catorce años con un vacío...