Capítulo 22 "Culpables"

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-¡Andrea!-exclamó mi madre, quien había entrado en mi habitación del hospital.

Esta corrió hacia mí y me abrazó, aunque demasiado fuerte.

-Hola, mamá.-conseguí decir, casi sin respiración.

Por fin se separó, y vi que tenía lágrimas en los ojos.

-No te preocupes, no pasa nada.-dije tratando de tranquilizarla.

Ella me dirigió una sonrisa triste y yo le guiñé un ojo, en señal de que todo estaba bien.

En la puerta vi a mi padre, quien observaba la escena con cierta tristeza.

Eran un poco exagerados.

-Hola, papá.-saludé.

Este se acercó a mí y me acarició el pelo con cariño, lo que me reconfortó.

-¿Qué tal estás, hija?-me preguntó mi padre.

-Bien, tranquilo, podría haber sido peor.-dije con calma, pero lo único que conseguí fue un sollozo ahogado de mi madre.-Mamá, relájate.

-Lo siento, es que... Soy una malísima madre, tendría que haber estado contigo...-respondió con una mano sobre la boca para no llorar.

-¿Pero qué dices? Fue todo culpa mía, que soy más torpe que cualquier cosa, tú no tuviste nada que ver.-dije, ya enfadándome un poco.

-Pero si no te hubiese dejado ir a casa de Rubén...

-Pues me habría caído igualmente, pero en otro sitio.-en realidad, sabía que no era verdad, pero quería que mi madre dejase de pensar eso.-No te tortures más, mamá, no tuviste la culpa de nada.-añadí con una medio sonrisa.

-Haz caso a tu hija.-dijo mi padre, aunque no se le veía muy convencido.

-No fue por vuestra culpa, señores.-dijo Jeremías desde la oscuridad.

No pensaba llamarle Jeremy nunca, eso significaría que me caía bien.

-¿Y tú quién eres?-preguntó mi padre desconfiado.

El chico salió de la zona donde no había luz y se acercó a mis padres.

-Soy Jeremías, el chico que salvó a vuestra hija.-dijo con una sonrisa estúpida en la cara.

-Muchas gracias, en serio.-agradeció mi madre.

Acto seguido, le dio un abrazó. El chico se sorprendió, pero le correspondió el abrazo.

-¡Mamá!-exclamé molesta.

-Ay, lo siento.-se disculpó separándose de Jeremías.

-No se preocupe, señora.-dijo el chico.

Le dirigí una mirada de odio, pero él no se enteró.

-Gracias.-dijo mi padre.-¿Te importaría salir un momento?

Jeremías asintió y salió de la sala.

Después de un rato, me abrazaron.

-Ay, que pastelosos estáis.-protesté divertida.

Pero ellos no me hicieron caso. Finalmente, se separaron y se sentaron en unas sillas.

Estuvimos un rato hablando sobre nuestras cosas, sobre cómo caí, si me acordaba de algo, etc.

Tras media hora, escuchamos unos golpes en la puerta.

-Ah.-dijo mi padre.-Ya están.

Le miré extrañada. ¿Quiénes estaban? ¿Mi familia? ¿Qué?

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora