Capítulo 61 "El mago"

2.1K 140 59
                                    

—Hola, Andrea.—saludó el chico.

—Hola.—murmuré sorprendida. No me esperaba encontrarme con él, y mucho menos estando con Mangel.

Un silencio incómodo reinó, pues Miguel observaba con desconfianza a Jeremy, el cual parecía algo desconcertado.

—Bueno... Siéntate, si quieres.—ofrecí.

—No os preocupéis, yo ya me voy...—murmuró Mangel. Se levantó y miró a Jeremy con desprecio.

A pesar de que ya les había contado a Rubius y Miguel que me había hecho amiga de Jeremías, seguían sin aceptarlo mucho.

Le di un abrazo y me susurró en el oído.

—No te preocupes, hablaré con Rubius... Todo saldrá bien.

Y se fue. Miré a mi amigo y le indiqué que se sentara, pero no quiso.

—Prefiero dar una vuelta. ¿Vienes?—me preguntó.

—Me da pereza, hace frío...—protesté, y él se rió.

—Pues por eso, si andas tendrás menos frío, ¿no?—dijo con sorna.

—Yo no, yo cuando ando tengo más frío.—era verdad, soy muy rara.

Jeremy se rió, haciendo que un mechón de pelo le tapara el ojo izquierdo.

—Anda, vamos.—me ofreció la mano. Refunfuñé pero se la tomé para levantarme del banco.—¿A dónde quieres ir?

Me encogí de hombros.

—¿Encima de que me obligas a levantarme, tengo que elegir sitio?—protesté cruzándome de brazos.

—Qué quejica eres, por Dios... Te ofrezco elegir sitio y protestas.—dijo mirándome con el ceño fruncido. Le dediqué una sonrisa angelical que le hizo suspirar desesperado.—Está bien, elijo yo. Pero con dos condiciones.

Le miré confundida, pero asentí.

—No puedes abrir los ojos hasta que te diga y no puedes protestar.—anunció.

—¿Pero y si me choco?—pregunté asustada.

—No te pasará nada, yo te guío. —le dirigí una mirada desconfiada y me sonrió dulcemente, haciendo que pequeños hoyuelos aparecieran en sus mejillas. Qué mono.—Confía en mí.

Suspiré. No me quedaba más remedio, así que cerré los ojos.

—Y prométeme que no los abrirás bajo ningún concepto.—dijo.

—¿Ni siquera si un ornitorrinco gigante aparece y tengo que salir corriendo?—pregunté.

—Mm... Bueno, vale, en ese caso si.—dijo en broma, y me reí.

Jeremy me agarró suavemente por mi hombro derecho y con la otra mano entrelazó sus dedos con los míos.

Sentí un escalofrío al sentir su piel rozando la mía. Pero era un escalofrío agradable.

Caminamos unos cinco minutos, en los cuales me dediqué a amenazarle con que si me chocaba o tropezaba, no volvería a ver la luz del día, y él sólo me respondía con dulces carcajadas y susurros diciéndome que él nunca me haría nada.

De repente, me dijo que me sentara. Lo hice y el frío metal de una silla me estremeció. Supuse que estaríamos en una parada de autobús, ¿a dónde me quería llevar?

Lo gracioso fue que escuché a una señora preguntarle a mi amigo si yo era ciega. Jeremy respondió con una risa.

—No, tan sólo le quiero dar una sorpresa.

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora