Capítulo 27 "El abrazo"

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No. Esa voz no. No otra vez. Pensaba que no la volvería a escuchar nunca y ahí estaba; detrás mío.

¿Por qué había venido Yanara después de amenazarla?

Me tensé y me di la vuelta poco a poco, esperando a ver a la chica, pero me llevé una sorpresa.

-¿Pablo?-pregunté sorprendida.

Yanara no estaba por ningún lado. ¿Por qué la había escuchado? Tal vez la voz de Pablo se parecía a la suya...

-Hola.-saludó el chico.

No, la voz era completamente distinta. No entendía nada. Tal vez el miedo hizo que interpretara su voz como la de Yanara. Espera, ¿miedo? Andrea, nunca has tenido miedo, ¿y ahora sí? Vaya, sí que había cambiado...

-¿Qué haces aquí?-cuestioné volviendo a la realidad.

-Bueno... quería hablar contigo.-respondió con la cabeza gacha, haciendo que un mechón de pelo rubio le tapase los ojos.

Su pelo estaba más largo y había crecido un poco, con lo cual ahora me sacaba media cabeza.

Me acomodé en el banco y le indiqué con la cabeza que se sentara. Tras sentarse a mi lado, le pregunté:

-¿De qué quieres hablar?

El chico movió las manos nerviosamente y desvió la mirada al suelo.

Le miré fijamente para que empezara a hablar y, por fin, lo hizo.

-Seguro que ya sabes de qué quiero hablar.

Por supuesto que los sabía, quería recuperar mi amistad.

-Pues... No sé cómo decirlo.-se lamentó.-Andrea, te echo de menos.

Esas palabras fueron como un golpe en mi corazón. Jamás nadie me había echado de menos.

Por un momento estaba dispuesta a decirle que yo también le echaba de menos, pero me recordé que me había dejado sola en mi peor momento, así que me contuve.

-Sé que probablemente no me vas a perdonar, ya te lo he pedido muchas veces, pero... Al menos quiero que sepas lo que pienso.

Le miré y observé que sus ojos estaban vidriosos. Y él nunca, pero nunca lloraba. Todo por mi culpa.

-Andrea, cuando éramos amigos... Me sentía el rey del mundo.-fruncí el ceño pero no vio mi gesto.-Todos se extrañaban por verme contigo, decían que eras borde y antipática.-eso me molestó, pero no le interrumpí.-Me preguntaban si estaba contigo por interés. Y yo le respondía que no, que estaba contigo porque eras tú misma.

Me miró fijamente y sonreí levemente, haciendo que él también sonriera.

-Es verdad.-continuó.-He conocido chicas que conmigo parecían simpáticas pero con los demás eran más bordes que cualquier cosa. Me querían sólo por mi físico, no me conocían apenas. Sin embargo, tú te empeñabas en conocerme a fondo. Me acuerdo perfectamente de que te preguntaba por qué querías conocerme tan bien y respondías que porque te gustaba saber cosas que estaban relacionadas con tu vida.

Yo también me acordaba perfectamente. Fue el día en el que vi la sonrisa más amplia de Pablo.

-Y en aquel momento me sentí lleno de vida. Formaba parte de tu vida. Desde que te vi a lo lejos quise ser tu amigo, y ahora que lo había conseguido... Fue el mejor día de mi vida.-siguió.-Cuando estaba deprimido tú me consolabas. Cuando tenía problemas tú me ayudabas. Cuando me metía en líos tú me sacabas de ellos. Eras la única que hacía cosas por mí sin nada a cambio. Por eso... por eso quería estar siempre a tu lado. Y no sé cómo, pero Laura me convenció para dejarte.-esto último le dijo con dolor en la voz.-Fui un auténtico idiota, cada día me odio más por ello... Nunca debí hacer eso.-pateó el suelo con fuerza y enterró su rostro en las manos.

Le miré con pena y quise abrazarle, pero sabía que no era el momento adecuado.

-Andrea, por favor... Perdóname.

Observé que sus hombros se movían levemente, por lo que deducí que estaba llorando.

Pablo levantó la cabeza y vi sus ojos. Estaban aún más verdes por las lágrimas que aún no salían.

-No te pido que seas mi amiga, tan sólo perdóname... Si lo haces, por fin me sentiré en paz y te dejaré. No te volveré a molestar.-suplicó.

La verdad es que le echaba de menos. Sus risas, sus bromas... Fue mi primer verdadero amigo. No quería que se fuese de mi vida así como así.

Le miré a los ojos y me quedé unos segundos así.

Suspiré y tragué saliva.

-Pablo, te perdono.-susurré.

Al principio pensé que no me había escuchado, pues no se movió, pero al instante se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo.

-¡Gracias, Andrea, eres la mejor!-exclamó.

Me reí y le obligué a que se separara de mí, pues me estaba ahogando.

-Gracias, en serio.-ahora lloraba de felicidad. Qué tierno.-Te dejaré en paz, lo prometo.-se levantó y me sonrió.-Adiós.

Vi cómo se alejaba de mí y sentía como si algo se retorciera en mi interior.

-¡Espera!-exclamé.

El chico se dio la vuelta rápidamente y me miró con intensidad.

-No...-me trabé con la lengua.-No quiero que te vayas de mi vida.-dije rápidamente.

Él me sonrió y se acercó a mí.

-Ni yo quiero que tú te vayas de la mía.

Nos dedicamos una sonrisa y nos fundimos en un intenso abrazo, uno que hizo que me sintiera viva después de tanto tiempo.

La revolución (ElRubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora